El adiós al papa Francisco: el mundo despide a un líder que cambió la Iglesia


Más de 250.000 fieles y líderes globales rindieron homenaje en un funeral histórico en el Vaticano. Se inicia ahora el camino hacia un nuevo Cónclave.


En una jornada de profunda emoción y significado histórico, la Iglesia Católica y el mundo despidieron al papa Francisco, el jesuita argentino que durante 12 años transformó el rostro del catolicismo. Más de 250.000 fieles colmaron la Plaza de San Pedro en el Vaticano, acompañados por 148 delegaciones internacionales, entre ellas 10 reyes y representantes de 10 organismos multilaterales, para rendir homenaje al primer papa latinoamericano.

La misa exequial, presidida por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, comenzó a las 5 de la mañana hora argentina, marcando el inicio de una ceremonia que quedará en la memoria colectiva como uno de los funerales papales más multitudinarios de la historia reciente. Battista destacó en su homilía la entrega del pontífice “a favor de los pobres” y su dedicación “hasta el último día, pese a sus problemas de salud”.

Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, fue recordado como un líder capaz de tender puentes más allá de credos y culturas. Su pontificado estuvo signado por una fuerte impronta social: la defensa de los migrantes, la denuncia de las desigualdades y la promoción del diálogo interreligioso fueron ejes centrales de su papado, como quedó reflejado en sus encíclicas Laudato Si’ y Fratelli Tutti.

El funeral no solo fue un evento religioso, sino también un gesto político y cultural de alcance global. Entre los asistentes se encontraron figuras como el presidente argentino Javier Milei y la primera ministra italiana Giorgia Meloni, quienes, a pesar de sus diferencias ideológicas, se fundieron en un emotivo abrazo. También asistieron mandatarios de naciones en conflicto, como Palestina y Kosovo, resaltando el carácter universal del legado de Francisco.

Tras la misa, el féretro del pontífice fue trasladado en un recorrido simbólico de seis kilómetros por el corazón de Roma, evocando antiguos desfiles romanos. El cortejo atravesó lugares emblemáticos como el Coliseo y la Plaza Venezia hasta llegar a la Basílica de Santa María la Mayor, donde Francisco fue sepultado. Se trató de un gesto cargado de significados: el Papa que había elegido la humildad como signo de su pontificado regresaba al pueblo, entre el pueblo.

El Vaticano decretó nueve días de duelo, conocidos como Novendiales, durante los cuales se celebrarán misas diarias presididas por cardenales de alto rango. Este período concluirá el 4 de mayo, tras lo cual se abrirá el Cónclave para elegir al sucesor. Según el reglamento vaticano, el Cónclave debe iniciarse entre 15 y 20 días después del fallecimiento del Sumo Pontífice, y contará con la participación de 134 cardenales electores de todo el mundo.

El mundo, conmovido, despidió al papa Francisco.

La muerte de Francisco marca el fin de una era en la Iglesia Católica. Su estilo pastoral, basado en la misericordia, la inclusión y la denuncia de las injusticias, dejó una huella imborrable en la historia contemporánea. En palabras de la Oficina del Presidente argentino: “el Santo Padre llevó en su corazón el alma de nuestra tierra y la sembró en cada rincón del planeta. No le decimos adiós porque su legado ya es eterno”.

Ahora, mientras el mundo llora su partida, la Iglesia se enfrenta al desafío de elegir un sucesor que esté a la altura de la profunda renovación que impulsó Francisco. Una nueva página se prepara para escribirse en la historia del catolicismo, pero la impronta del Papa del fin del mundo, el que pidió una «Iglesia en salida» y cercana a los olvidados, perdurará más allá de su tiempo.