El abrazo del oso: el FMI apoya a Milei, pero los argentinos rechazan al organismo


La titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, sorprendió al pedir que se vote por la continuidad del gobierno de Javier Milei. Sin embargo, diversas encuestas reflejan que el respaldo del FMI podría ser más un lastre que un activo político. La historia reciente parece repetirse: promesas de cambio, endeudamiento y una ciudadanía cada vez más escéptica.


En un hecho sin precedentes, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, instó públicamente a los argentinos a “mantener el rumbo” en las elecciones de octubre, respaldando explícitamente al gobierno de Javier Milei. La declaración, realizada durante la Asamblea de Primavera del FMI y el Banco Mundial en Washington, generó un fuerte repudio de sectores opositores y reavivó un debate de larga data: el rol del FMI en la política y la economía argentina.

La escena fue llamativa no solo por el tono del mensaje, sino también por el contexto. Georgieva se mostró sonriente junto a funcionarios clave del oficialismo, como Federico Sturzenegger —quien le regaló un pin con forma de motosierra— y Luis Caputo, el ministro de Economía. Ambos fueron artífices del megaendeudamiento con el Fondo en 2018 durante la presidencia de Mauricio Macri, que derivó en una de las peores crisis económicas de las últimas décadas.

«Es muy importante que no descarrile la voluntad del cambio», dijo Georgieva, en un gesto que cruzó la delgada línea entre el respaldo técnico y la injerencia política. El Partido Justicialista, entre otros espacios, respondió con dureza: “A los argentinos nos costó demasiado conseguir la libertad de votar como para someter la decisión a un organismo extranjero”.

Más allá del respaldo internacional, las encuestas muestran un escenario muy distinto en la percepción social. Un estudio reciente de Opina Argentina indicó que apenas el 32% de la población tiene una imagen favorable del FMI. El dato se complementa con un trabajo de Tendencias, que arrojó un 61% de opiniones negativas o regular-negativas. Y la consultora Analogías reveló que un 61,3% de los encuestados se mostró en contra de que el gobierno tome nueva deuda con el Fondo.

El historial del FMI en el país pesa. En 2018, bajo presión del gobierno de Donald Trump, el organismo aprobó el mayor préstamo de su historia para apuntalar la reelección de Mauricio Macri. El resultado fue desastroso: fuga de capitales, más pobreza, y una derrota electoral contundente. Ahora, nuevamente con Trump como favorito en Estados Unidos y un Milei en la Casa Rosada, la historia parece buscar repetirse, aunque bajo un ropaje más “libertario”.

La paradoja es evidente: mientras el oficialismo celebra el respaldo del FMI como una señal de confianza internacional, ese mismo apoyo genera rechazo en una sociedad con memoria. La imagen del Fondo está asociada a ajustes, recortes y pérdida de soberanía. Y la gestión Milei —marcada por la caída del poder adquisitivo, las jubilaciones recortadas y el freno del consumo— refuerza esa asociación.

Los mercados, probablemente, interpreten estas declaraciones como un signo de estabilidad futura. Pero en la arena política, ese abrazo del Fondo puede ser más un problema que una solución. El consultor Facundo Nejamkis lo resume con claridad: “Los argentinos miran al FMI de modo eminentemente negativo”.

Con elecciones clave en el horizonte, la apuesta del gobierno por consolidar su plan económico con apoyo externo corre el riesgo de chocar con un electorado cansado de promesas incumplidas. En un país donde la historia pesa y las heridas económicas siguen abiertas, el respaldo del FMI podría ser, una vez más, un búmeran.

NR