Pese a las promesas de libertad y prosperidad, el experimento libertario del presidente Javier Milei se traduce en un colapso económico y social. Consumo en picada, más deuda con el FMI, empleo destruido y pobreza creciente marcan los primeros 500 días de gestión.
Quinientos días después de haber asumido la presidencia con un discurso contra “la casta” y a favor de una supuesta “revolución libertaria”, Javier Milei enfrenta una dura realidad: la Argentina se encuentra en franco retroceso. La inflación acumulada roza el 200%, el consumo se derrumba, el empleo formal cae y el endeudamiento externo vuelve a ser una pesada carga. El diagnóstico es contundente y está respaldado por más de 25 indicadores oficiales analizados por el equipo de CELAG DATA: lejos de la recuperación prometida, el país transita un proceso de empobrecimiento generalizado y concentración económica sin precedentes recientes.
Un PBI que se achica y una industria que se apaga
La caída del Producto Bruto Interno en términos reales es uno de los indicadores más elocuentes del deterioro económico. Según CELAG, el PBI se redujo de 714.464 a 702.181 millones de pesos constantes (medidos a precios de 2004), una caída del 1,7%. La industria manufacturera, motor histórico del empleo y las exportaciones, también retrocede: su índice cayó de 100 a 85,8 puntos. En paralelo, la capacidad instalada utilizada por las fábricas se desplomó del 66,4% al 58,6%, señal de un aparato productivo que opera a media máquina.
El consumo, un termómetro del ajuste
El ajuste no es solo un número en una planilla: se vive en la mesa familiar, en el almacén de barrio, en el changuito cada vez más vacío. El consumo de cemento —clave para medir la actividad de la construcción— cayó un 24%, mientras que las ventas minoristas pyme retrocedieron a un índice de 95,3. En supermercados, el volumen vendido bajó un 20%, y las ventas medidas en valor real descendieron del índice 100 a 80,9.
La alimentación también revela un drama: hoy se consume un 11% menos de leche y un 16% menos de carne vacuna. “Un retroceso directo en la nutrición básica”, señala el informe.
Precios por las nubes, bolsillos vacíos
El aumento sostenido de tarifas, alimentos y combustibles pulveriza los ingresos. La proporción del salario mínimo destinada al transporte público pasó del 5,9% al 10,3%. Y un dato gráfico: con el salario mínimo actual, se pueden comprar 696 boletos de colectivo, frente a los 2.757 que se adquirían hace 500 días.
El costo de criar un hijo aumentó más del 100% en la franja de 6 a 12 años, según la canasta de crianza. En paralelo, los jubilados —el sector más golpeado— enfrentan subas de hasta 158% en los medicamentos más consumidos y pierden capacidad de compra frente a una inflación que no da tregua.
El trabajo se esfuma
La política económica del gobierno también impactó de lleno en el empleo. Se destruyeron más de 100.000 puestos registrados en el sector privado, mientras que la cantidad de empresas que declaran trabajadores bajó de 512.357 a 499.371. El desempleo creció del 21,2% al 23%, revelando una economía que no sólo no genera oportunidades, sino que las extingue.
Más deuda, menos soberanía
Uno de los aspectos más contradictorios de la gestión de Milei es su viraje respecto al endeudamiento externo. Luego de cuestionar duramente la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la campaña, el presidente no sólo volvió a tomar deuda con el organismo, sino que lo hizo en condiciones aún más comprometedoras. En apenas 15 meses, firmó un nuevo acuerdo por 20.000 millones de dólares, convirtiendo a la Argentina en el mayor deudor del FMI a nivel mundial.
Además, la deuda pública bruta pasó de 370.664 millones a 473.557 millones de dólares, un incremento del 27% en poco más de un año. El mismo modelo de endeudamiento que hundió al país en 2018 bajo Mauricio Macri —quien comparte equipo económico con Milei a través de Luis Caputo— se repite ahora con nuevos bríos y menor margen de maniobra.
Inflación sin control y listas de precios en ascenso
La inflación acumulada desde el inicio de la gestión alcanza el 196,6%, y aunque el dólar oficial bajó en las últimas semanas, los precios no acompañan esa tendencia. Comerciantes del Gran Buenos Aires advierten que los grandes fabricantes aún tienen listas de aumentos “en la mano” y que podrían aplicarlas en los próximos días. “Esto es una pulseada y ellos son muy grandes”, dijo un almacenero consultado por Tiempo Argentino. En Rosario, ya se registraron subas de hasta 9% en productos básicos como quesos, fideos y artículos de limpieza.
Incluso en los rubros donde hubo rebajas puntuales, como el caso de la cervecería Quilmes que bajó 20% los precios de las gaseosas, los comerciantes no ven una tendencia sostenible. “Es más marketing que realidad”, comentó un comerciante barrial.
Quinientos días de gobierno libertario bastaron para dibujar un panorama sombrío. En nombre de la “libertad”, Milei ha desmantelado estructuras productivas, licuado salarios, empobrecido a jubilados, endeudado al país y debilitado su tejido social.
Lo que se vive no es sólo un ajuste económico: es un experimento ideológico que ya muestra sus consecuencias concretas. Si alguna vez la promesa fue la libertad, hoy la realidad es la angustia cotidiana. Frente a esta situación, el debate no puede limitarse a tecnicismos: es necesario recuperar la política como herramienta de reconstrucción nacional. Porque la caída libre de Argentina no es inevitable. Pero requiere de un freno urgente. Y sobre todo, de otro rumbo.
FUENTE. CELAG DATA