Con el respaldo del FMI, el gobierno de Javier Milei implementa un sistema de flotación administrada y levanta parcialmente el cepo cambiario. Aunque los mercados reaccionan positivamente, persisten dudas sobre la sostenibilidad del tipo de cambio y el impacto inflacionario.
El 14 de abril de 2025, el gobierno argentino anunció un cambio significativo en su política cambiaria, respaldado por un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que incluye un préstamo de 20.000 millones de dólares. Este nuevo régimen establece una banda de flotación para el dólar entre 1.000 y 1.400 pesos, con intervenciones del Banco Central (BCRA) para mantener la cotización dentro de esos límites, ampliándose mensualmente en un 1% .
La eliminación del «crawling peg» y del dólar blend, junto con la flexibilización del cepo, o sea de las restricciones para la compra de divisas, representan un paso hacia la normalización económica. El BCRA también redujo los plazos para el pago de importaciones y permitió la repatriación de inversiones sin aprobación previa bajo ciertas condiciones .
El mercado respondió positivamente: el peso se apreció, cotizando a 1.160 por dólar en el mercado mayorista, y las brechas cambiarias se redujeron. Además, el FMI desembolsó 12.000 millones de dólares para reforzar las reservas del BCRA, que aumentaron a 36.799 millones .
Sin embargo, persisten interrogantes sobre la sostenibilidad del nuevo esquema. Economistas advierten que el tipo de cambio actual podría ser insosteniblemente bajo, afectando la competitividad de sectores como el turismo y la industria. Además, la depreciación del tipo de cambio oficial podría trasladarse a los precios, exacerbando la inflación, que en marzo fue del 3,7% .
El acuerdo con el FMI impone metas exigentes: acumular 4.900 millones de dólares en reservas en los próximos dos meses y alcanzar 9.400 millones para fin de año. También se establece un objetivo de superávit fiscal primario del 1,3% del PIB, con una posible meta del 1,6% .
El presidente Milei celebró el nuevo régimen cambiario y reafirmó su compromiso con las reformas económicas, buscando posicionar a Argentina como un aliado estratégico de Estados Unidos en la región .
El gobierno apuesta todo al carry trade, o sea la repetida bicicleta financiera, como un estrategia de sostener un dólar barato a cambio de una alta rentabilidad de las colocaciones en pesos, tendiendo a que esos pesos no se vayan al dólar, por lo menos hasta las elecciones de octubre. Una estrategia que ha fracasado hasta ahora.
A pesar de los cambios, el desafío principal sigue siendo reducir la inflación sin recurrir a un tipo de cambio artificialmente bajo. La sostenibilidad del nuevo esquema dependerá de la capacidad del gobierno para acumular reservas, mantener la disciplina fiscal y mejorar la productividad. De lo contrario, Argentina podría enfrentar nuevamente presiones devaluatorias y desequilibrios macroeconómicos a corto plazo.