La primera jornada sin cepo cambiario reconfigura el tablero financiero argentino: el dólar oficial salta un 12% y oscila entre $1.000 y $1.400, mientras que los tipos financieros y el blue se desploman. El BCRA se reserva el derecho a intervenir sin esterilizar, en un marco de alta incertidumbre y expectativa de devaluación.
El lunes comenzó con una de las jornadas financieras más tensas del año. En su primera rueda tras la confirmación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la eliminación formal del cepo cambiario, el dólar oficial se disparó más de un 12%, abriendo en $1.250 en el Banco Nación y ubicándose en torno a los $1.230 al cierre de la jornada. El nuevo régimen de flotación con bandas entre $1.000 y $1.400 marcó el inicio de una etapa inédita desde los controles cambiarios impuestos en 2019.
En Banco Nación el dólar cerró $1180 para la compra y $1230 para la venta.
La medida fue recibida con un fuerte reacomodamiento del mercado: el dólar mayorista saltó hasta los $1.200, y los tipos de cambio financieros como el MEP y el CCL (Contado con Liquidación) también se desplomaron, achicando las brechas a apenas un 3,4%, algo impensado apenas semanas atrás.
El adiós al cepo y el salto al vacío
El nuevo esquema, que permite al dólar fluctuar dentro de una banda, supone un cambio drástico de reglas. Aunque el ministro de Economía, Luis Caputo, insistió en que no se trata de una «devaluación», sino de una «flotación», el impacto en los precios y en las expectativas del mercado fue inmediato. En simultáneo, el Banco Central (BCRA) comunicó que no intervendrá directamente en el mercado salvo que detecte una «volatilidad inusual», aunque se reserva la posibilidad de comprar o vender divisas sin esterilizar, es decir, sin retirar pesos de circulación.
Los exchanges reflejaron una gran dispersión de precios: desde $1.200 en Rippio hasta más de $1.308 en Belo. La paridad del dólar cripto USDT, referencia inmediata para los mercados, también osciló entre $1.239 y $1.275, reflejando la incertidumbre operativa de esta nueva etapa.
El mercado ajusta y la calle especula
En el mercado informal, el dólar blue se desplomó cerca de $100, registrando la mayor caída en un año y medio, aunque con precios dispares y operaciones reducidas ante la incertidumbre. El pánico bancario no se hizo esperar: homebankings colapsados, operaciones frenadas en cuevas y un clima de especulación reinante marcaron la jornada.
A pesar de la promesa de «normalización», la ciudad financiera se movió entre la expectativa y la cautela. Los operadores coinciden en que el peso podría devaluarse al menos un 15% adicional, con el tipo de cambio mayorista convergiendo hacia la zona de $1.300/$1.340, en línea con los valores financieros del viernes.
Contexto y riesgos: entre la ortodoxia y la fragilidad
Este reacomodamiento se da tras la reciente aprobación de una nueva revisión del programa con el FMI, que según fuentes oficiales incluiría un desembolso para reforzar reservas y dar respaldo a esta transición. Sin embargo, los analistas advierten que la efectividad del régimen dependerá en gran medida de la credibilidad del Banco Central, la evolución de la inflación y el comportamiento del sector exportador ante el nuevo tipo de cambio.
Aunque el Gobierno busca presentar el nuevo esquema como una medida de liberalización financiera y estabilización, los riesgos son altos: la economía arrastra una caída del consumo, una inflación acumulada en tres dígitos, y una fuerte recesión industrial. Si no hay una recuperación rápida de la confianza y de los flujos externos, la presión sobre las reservas podría volver con fuerza.
Una apuesta a todo o nada
La eliminación del cepo cambiario marca el inicio de una etapa de liberalización que, para muchos analistas, recuerda a las experiencias de 2016 o incluso de los años 90. Con una brecha cambiaria reducida pero una macroeconomía frágil, el Gobierno de Javier Milei lanza una apuesta de alto riesgo, confiando en que la flotación genere señales de confianza, atraiga capitales y discipline la inflación. El mercado, por ahora, responde con cautela, mientras mira a un mundo donde en los próximo meses solo se va a ver inflación con recesión. La sociedad, mientras tanto, ruega en vano que el experimento no se traduzca en una nueva tormenta.