El mercado está operando con un piso para el dólar de $ 1230 y el gobierno no tiene capacidad de fuego para frenarlo. Lejos de la victoria por 3 a 0, producto de la votación de los colaboracionistas y la contención de la protesta social, que se adjudica el gobierno, la marea hacia el dólar no se detiene. Probablemente no lo hará hasta que se conozcan los detalles de la negociación con el FMI, aunque se sepa que hubo un respaldo muy significativo de la gestión Trump para concretarla. Y por más que se haya filtrado que ascendería a U$D 20.000 millones, una cifra muy superior a la esperada, no queda en claro cuántos de ellos serán dólares frescos ni como sería la secuencia de su envío. Por lo pronto, alrededor de U$D 12.000 serían sólo registros contables para afrontar futuros vencimientos, por lo que la incógnita se posa en los otros U$D 8.000 millones.
El primer desembolso es clave para contener el mercado, ya que iría a quemarse en la demanda ansiosa e inmediata de los demandantes. Pero hay otro dato que resulta clave: el porcentaje de devaluación exigida por el organismo, sus plazos y el monto de las bandas cambiarias de flotación a partir de las cuales se habilitaría al gobierno a intervenir en el mercado. Si fueran respectivamente de $ 1400 y $ 1700, tendríamos de partida una devaluación del 35% que se trasladaría a precios en mayor o menor magnitud, pulverizando el único mérito que la sociedad le reconoce a Javier Milei: el pretendido –aunque falaz- control de la inflación.
Al gobierno no le preocupa mayormente la movilización social ni el accionar de una oposición caduca y sin imaginación, sino las presiones de los grandes operadores del mercado para repartirse los despojos de la economía argentina. De este modo, tiene muy en claro que, más allá del monto del préstamo en dólares frescos y su secuencia, no alcanzará para frenar la sangría. En efecto, U$D 8000 millones equivaldrían a 7 semanas de intervención en el mercado en los términos de la última semana. Milei y Caputo saben que no les alcanzará para llegar a las elecciones de octubre con la cotización del dólar actual, aunque pudieran utilizarlas para operar libremente en sobre el mercado. Por esta razón este viernes se instaló el rumor, de manera extraoficial, de que el gobierno estaría considerando adelantar las elecciones generales para el mes de julio.
La movida es riesgosa: en primer lugar porque anticiparía los comicios a una fecha anterior a la que hubiera correspondido a las PASO, a las que se esforzó por suspender para llegar mejor armado con las liquidaciones de las cosechas y regalías mineras. Pero un adelantamiento de estas características podría ser una bomba de tiempo: por un lado, porque blanquearía que esa nueva megadevaluación tendría lugar el día después de la elecciones, por lo que la corrida se profundizaría en los meses de abril y mayo para acceder a dólares baratos. Por otro, porque nadie que no estuviese urgido liquidaría sus cosechas a una cotización muy inferior a la que obtendría tras el acto electoral.
Por donde se la mire, la situación de debilidad del gobierno es conmovedora. A las presiones del mercado deben sumarse el deterioro de la imagen internacional de Javier Milei tras su discurso en Davos, la estafa de la shit coin $Libra, su traición a Zelenski y sus operaciones para construir una Justicia a su medida, violentando una vez más las disposiciones constitucionales. Queda en claro que en el país no hay seguridad jurídica, que la mayoría de las decisiones adoptadas podría ser revisada por una próxima administración, y que el cepo cambiario que no perderá su vigencia en el mediano plazo desalienta cualquier inversión productiva. Por ahora la incompetencia de la oposición evita una fuga aún más masiva de votos hacia otras alternativas, aunque la imagen de Milei y del gobierno se desplomen en las encuestas.
Milei ha llegado, o debería llegar, a la conclusión de que las reiteradas violaciones de la Constitución que avaló el Congreso y la Justicia no eran para apoyarlo, sino para beneficiar a los intereses que operan a través suyo. En efecto, el miércoles pasado Diputados votó no en favor del presidente sino del programa del FMI y de la administración Trump. Al fin y al cabo, el de presidente es un “cargo menor”, según expresó en su momento Héctor Magnetto.
Y las declaraciones desafortunadas de Luis Caputo con Antonio Laje confirmaron el plan de esos actores estelares, consistente en una “peruanización” de la Argentina, con altísimo nivel de desigualdad, primarización económica, precariedad laboral, e inestabilidad política. Con gobiernos frágiles e inestables que podrían ser reemplazados con facilidad, mientras que el master plan económico y financiero se mantendría imperturbable.
¿Es esto lo que nos aguarda para el día después de mañana?