El sector textil nacional expresó su preocupación por el impacto que podría generar la reducción de aranceles a la importación de indumentaria y calzado, medida anunciada recientemente por el Gobierno. Empresarios y representantes del sector advierten que la decisión compromete seriamente el empleo, la producción y el desarrollo de la industria en el país, y exigen que sea reconsiderada.
La Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) emitió un comunicado en el que expresó su «profunda preocupación» ante la rebaja de aranceles, señalando que sin una estrategia integral que impulse la competitividad del sector, la medida puede provocar consecuencias devastadoras para la industria local.
Según la decisión del Ministerio de Economía, los aranceles sobre la importación de ropa y calzado pasarán del 35% al 20%, mientras que los de telas se reducirán del 26% al 18% y los de hilados disminuirán a niveles entre el 12% y el 16%. La reducción de estos aranceles se da en un contexto de crisis para la industria textil, que ya enfrenta una baja en la demanda, cierres de fábricas y pérdida de empleos.
Un sector clave para el empleo y la economía regional
Con más de 540.000 trabajadores directos, la industria textil es una de las principales generadoras de empleo en varias provincias, como La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero, además de tener un fuerte impacto en Buenos Aires, CABA y Tucumán. Sin embargo, el sector enfrenta actualmente una utilización mínima de su capacidad instalada, y se estima que uno de cada tres empleos perdidos en el último año proviene del ámbito textil.
Desde FITA advierten que la reducción arancelaria se implementa sin haber avanzado en reformas clave para mejorar la competitividad, como la reducción de la presión fiscal, el acceso al financiamiento y la optimización de la infraestructura logística. «Con una carga impositiva cercana al 50%, competir con productos importados resulta prácticamente imposible», señalaron.
Riesgos de una apertura comercial sin planificación
Empresarios textiles enfatizan que experiencias internacionales han demostrado que una apertura comercial sin una estrategia de fortalecimiento de la producción local puede llevar al colapso del sector. «Priorizar la baja de aranceles sin aliviar primero los costos internos genera una competencia desigual y pone en peligro la estructura productiva nacional», destacaron.
En la misma línea, la Unión Industrial Argentina (UIA) advirtió días atrás sobre la necesidad de que cualquier política de integración comercial esté acompañada por medidas de competitividad interna. Desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) fueron aún más categóricos, calificando la medida como un «industricidio» que podría derivar en la quiebra de cientos de empresas y la pérdida masiva de puestos de trabajo.
Además, denunciaron que la apertura indiscriminada favorece la competencia desleal de productos importados, especialmente de origen asiático, que ingresan al país a precios irrisorios debido a la combinación de un dólar barato y condiciones laborales e impositivas más favorables en sus países de origen.
Pedido de diálogo y reconsideración
Frente a este panorama, desde FITA solicitaron al Gobierno que revise la medida y abrieron la posibilidad de trabajar conjuntamente en un plan de desarrollo que garantice condiciones de equidad y sustentabilidad para la industria nacional y sus trabajadores. «No pedimos beneficios sectoriales, sino la construcción de una estrategia que nos permita competir en igualdad de condiciones», afirmaron.
La industria textil se encuentra en una encrucijada. Mientras el Gobierno apuesta por una mayor apertura comercial, empresarios y trabajadores del sector advierten que, sin políticas complementarias, la medida podría convertirse en un golpe de nocaut para una de las principales industrias del país.