En un contexto político tenso, con las relaciones entre el presidente Javier Milei y su vicepresidenta Victoria Villarruel en un frágil equilibrio, la aparición de afiches con la imagen de Villarruel alrededor del Congreso generó una inmediata controversia.
Los carteles, firmados por el «Movimiento Nacional Justicialista», la muestran con poncho y sombrero, acompañada de la leyenda «Dios, Patria, Justicia Social. La agenda de la Patria». Desde el entorno de Villarruel no tardaron en desmarcarse: «Es la vieja política. Nosotros no usamos estas prácticas», afirmaron fuentes cercanas a la vicepresidenta.
Los afiches: símbolos, intenciones y sospechas
Los carteles, repletos de simbología, presentan a Villarruel junto a las Islas Malvinas pintadas de celeste y blanco, la Virgen de Luján, una escarapela nacional y las efigies de figuras históricas como José de San Martín, Juan Manuel de Rosas, Juan Domingo Perón y Mohamed Alí Seineldín, el líder carapintada condenado por los alzamientos militares de los años 80. La frase central, “Victoria Conducción”, sugiere una intencionalidad política que no pasó desapercibida en el ámbito parlamentario.
La elección del Congreso como epicentro de esta pegatina agrega una dimensión estratégica al episodio. No es solo el lugar donde Villarruel ejerce su rol de presidenta del Senado, sino también el corazón de las discusiones legislativas que definen el rumbo del gobierno de Milei.
Un contexto de distensión interrumpido
La aparición de los afiches se produce en un momento de relativa calma entre Milei y Villarruel, quienes venían protagonizando semanas de desencuentros. La relación entre ambos, que se remonta a su llegada conjunta a la Cámara de Diputados en 2021, ha estado marcada por una creciente desconfianza.
El punto más álgido ocurrió cuando Milei, en una entrevista con el periodista Esteban Trebucq, afirmó que Villarruel estaba “más cerca de la casta”, sugiriendo que su vicepresidenta se alineaba con sectores tradicionales de poder que el libertario históricamente ha criticado. Esta declaración profundizó la grieta entre ambos, llevando a especulaciones sobre una posible crisis institucional.
Sin embargo, en los últimos días, Villarruel dio muestras claras de intentar desescalar las tensiones. Cerró el Senado para evitar el tratamiento de proyectos conflictivos para el Ejecutivo, recibió al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y eliminó de sus redes sociales un polémico posteo contra Francia que había generado tensiones diplomáticas.
¿Una jugada para sembrar discordia?
En este marco, los afiches han sido interpretados como un intento de “enrarecer” el clima político y obstaculizar un eventual acercamiento entre los dos principales referentes del gobierno. Desde el entorno de Villarruel, aseguran que no tienen relación con la pegatina y sugieren que podría tratarse de una maniobra para generar conflictos internos.
«Buscan revivir las tensiones cuando estamos avanzando en el diálogo institucional», señalaron fuentes cercanas a la vicepresidenta. La hipótesis principal es que los responsables de los afiches buscarían impedir cualquier mejora en la relación entre Villarruel y Milei, clave para evitar que las fisuras en el binomio presidencial se transformen en una crisis de gobernabilidad.
El trasfondo político: la “vieja política” como recurso táctico
La utilización de afiches como herramienta de propaganda parece, en apariencia, anacrónica en la era de las redes sociales y la inteligencia artificial. Sin embargo, el impacto generado demuestra que sigue siendo un recurso efectivo para captar atención y generar controversia. En este caso, los carteles apelan a la narrativa de la “Patria”, un concepto que busca conectar emocionalmente con sectores del electorado tradicionalmente peronista.
Por otro lado, la simbología de los afiches, que incluye figuras históricas y militares, así como referencias religiosas y nacionales, parece buscar una construcción identitaria para Villarruel que resuene con sectores conservadores y nacionalistas.
Una relación que define el futuro del gobierno
El vínculo entre Milei y Villarruel será determinante para la estabilidad política del gobierno. Aunque sus tensiones internas no son nuevas, el reciente intento de distensión mostró que ambos reconocen la necesidad de mantener un diálogo institucional mínimo para evitar mayores fracturas.
La aparición de los afiches pone nuevamente a prueba esa tregua y revela que, más allá de los conflictos personales, existen intereses externos que buscan aprovechar las grietas para debilitar al Ejecutivo. Si Milei y Villarruel logran superar esta nueva controversia, podría consolidarse un camino de convivencia que permita al gobierno concentrarse en los desafíos económicos y sociales que enfrenta el país. Caso contrario, la historia podría dar paso a un nuevo capítulo de inestabilidad política en Argentina.