Brasil profundiza la devaluación del real y pone en jaque el modelo argentino.


El gobierno argentino observa con preocupación los movimientos del real brasileño, cuya devaluación se acelera y comienza a generar tensiones económicas en el ámbito local. En las últimas 48 horas, la moneda brasileña acumuló una caída del 2,7%, alcanzando su nivel más bajo en dos años y perforando la barrera simbólica de los seis reales por dólar. Desde comienzos de año, el real ya perdió un 17% de su valor.


Esta dinámica tiene implicancias directas para Argentina, cuyo principal socio comercial es Brasil. Un real más débil abarata las importaciones desde el país vecino, pero encarece las exportaciones argentinas hacia ese mercado. En términos prácticos, esto significa más bienes brasileños ingresando al país y menos productos argentinos colocándose en Brasil. Este desbalance comercial amenaza la acumulación de reservas del Banco Central, un pilar clave del modelo económico que impulsa Javier Milei, basado en un tipo de cambio semi fijo.

Impacto en la economía argentina: el desafío del “efecto caipirinha”

El turismo argentino hacia Brasil, conocido como el «efecto caipirinha», es uno de los efectos más visibles de esta situación. Las playas de Florianópolis y Río de Janeiro están colmadas de turistas argentinos, atraídos por una relación cambiaria favorable. Sin embargo, detrás de este fenómeno turístico se esconden problemas estructurales: el fortalecimiento del peso argentino frente al real crea un cóctel explosivo para la competitividad económica del país.

Economistas advierten que la exposición de Argentina a un shock externo, como una mayor devaluación en Brasil, podría forzar a la administración de Milei y a su equipo económico, liderado por Luis Caputo, a abandonar el régimen de tipo de cambio semi fijo y optar por una flotación libre. Este escenario recuerda la crisis de la Convertibilidad de 2001, cuando una fuerte devaluación del real en 1999 fue uno de los factores que precipitó el colapso del sistema implementado por Carlos Menem y Domingo Cavallo.

El contexto brasileño: Lula y el ajuste fiscal

La devaluación del real no ocurre en un vacío. Se da en la antesala de un ambicioso paquete de ajuste fiscal que el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva prepara para enfrentar el posible fortalecimiento global del dólar, impulsado por un eventual regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, anunció que el plan contempla un ahorro de 70.000 millones de dólares en dos años. Las medidas incluyen impuestos a los superricos, ajustes en las bases imponibles y revisiones de los beneficios salariales y las jubilaciones militares. Paralelamente, el Banco Central de Brasil ha incrementado las tasas de interés con el objetivo de moderar la depreciación del real y mantener la disciplina fiscal, siguiendo un enfoque ortodoxo de metas de inflación para evitar una espiral de precios.

Lecciones de la historia: el fantasma de la Convertibilidad

La situación actual guarda paralelismos con la crisis económica de fines de los años 90 en Argentina, aunque con diferencias significativas. En 1999, Brasil adoptó la libre flotación de su moneda, lo que provocó una devaluación inicial del 9%, que en apenas una semana escaló al 29%. Este cambio abrupto afectó las relaciones comerciales entre ambos países y agravó las tensiones internas de la Convertibilidad.

El investigador Julián Kan, en su trabajo “Integración regional y burguesía argentina: El impacto de la devaluación del real”, analiza cómo aquella crisis evidenció las asimetrías estructurales entre ambas economías. Sectores argentinos orientados al mercado interno y con baja capacidad exportadora quedaron especialmente expuestos. Según Kan, la falta de políticas compensatorias, como aranceles o ajustes cambiarios, condenó al sistema a implosionar.

Un presente cargado de interrogantes

Hoy, con un peso argentino que sigue un camino opuesto al del real, apreciándose frente a la mayoría de las monedas de la región, las comparaciones con el pasado resuenan con fuerza. El gran desafío para el gobierno de Milei será evitar que el atraso cambiario, intensificado por la devaluación brasileña, desencadene una crisis que ponga en jaque la estabilidad macroeconómica.

La historia enseña que la coexistencia de un régimen de tipo de cambio semi fijo con la devaluación drástica de un socio comercial clave, como Brasil, es un camino lleno de riesgos. ¿Podrá Argentina sortear este desafío y evitar el destino de la Convertibilidad? Las decisiones que tomen Brasil y el gobierno argentino en las próximas semanas serán determinantes para el futuro económico de la región.