La llegada de Lijo a la Corte revela un kirchnerismo extraviado

Las negociaciones entre Wado de pedro y Santiago Caputo le permitirá llegar a ala corte  a uno de los halcones del lawfare de los años macristas.  
Por Ari Lijalad

Un movimiento de la senadora catamarqueña Lucía Corpacci, que puso su firma para que avance el pliego del juez Ariel Lijo para la Corte Suprema, dejó al descubierto una trama de la cuál ya se advertían algunas pistas: que el peronismo está dispuesto a negociar con el gobierno de Javier Milei los lugares en el máximo tribunal del país, que esa negociación incluye votarle al menos a Lijo, paladín del lawfare, y que no ponderan que los candidatos del presidente tendrán como misión convalidar el plan de miseria planificada por algoritmo.

Que esa es la intención de Milei al proponer a Lijo es obvio: es para eso que lo impulsa para la Corte, un tribunal que resolverá sobre conflictos con las provincias, las jubilaciones, si rigen los derechos humanos e incluso si se puede dolarizar el país. Y Lijo, si llega a la Corte, se quedará por 20 años, los próximos 5 gobiernos.
Las razones de sectores del peronismo y de estrecha cercanía a CFK para convalidar este copamiento de la Corte son incomprensibles. Y no hay librepensadores: es la mesa chica de CFK la que negocia y hace gestos para acordar con el gobierno, acaso sin notar que esa manera de mostrarse idealistas y moralistas para luego tejer pactos en base a intereses personales sin medir las consecuencias para el país es parte -al menos importante- de su sangría de votos.
Si es un movimiento táctico para, como dejaron trascender, conseguir en ese toma y daca un lugar en la Corte, los números y la política indican que es una mera ilusión: nadie cree realmente que el kirchnerismo pueda poner un juez de la Corte.
Si creen, como dicen, que “con Lijo se puede hablar”, y la promesa de su promotor y otrora titiritero del lawfare Ricardo Lorenzetti, de que eso podrá amortiguar la persecución judicial a CFK, spolier: no va a pasar. Ese tipo de maniqueos judiciales llevan, para la mesa judicial del kirchnerismo, 10 años sin un éxito. Las consecuencias son que CFK está condenada. Tal vez deberían analizar que la mejor estrategia judicial es que gane las elecciones alguien con la convicción de desterrar el lawfare en lugar de poner la energía en acuerdos e internas.
Las señales de las figuras más cercanas a CFK respecto a Lijo son evidentes:
La senadora Lucía Corpacci, vicepresidenta del PJ, confirmó que firmó el dictamen para tratar el pliego de Lijo porque no consiguieron que fuera una mujer y “los que pueden venir son peores” pese a que no hay otras opciones sobre la mesa. Consultada por los antecedentes de Lijo en la persecución judicial dijo que eran terribles pero que eso no impedía que acompañara su llegada a la Corte
El senador José Mayans, también vicepresidente del PJ y hombre fuerte de las negociaciones en el Congreso, confirmó que la movida de Corpacci fue un “gesto” para el gobierno. “Para que haya un acuerdo, ellos pueden poner a uno y nosotros ponemos a otro. Le hicimos un gesto, el Gobierno tiene la última palabra», aseguró.
El senador Eduardo “Wado” De Pedro, hombre de la mesa chica judicial de CFK, reconoció las negociaciones para integrar la Corte nada más y nada menos que el día que se confirmó la condena contra CFK que deberá revisar…la Corte.
El senador Mariano Recalde admitió en agosto pasado que desde el peronismo estaban dispuestos a negociar a cambio de votar a Lijo para la Corte. Dijo que podían pactar un cargo en la Corte u otro espacio importante y “leyes para la gente” pero reconoció que finalmente no tendría garantías para esas leyes ya que las interpretará la Corte que diseñe Milei.
El senador Oscar Parrilli, de las personas más cercanas a CFK, siempre evitó pronunciarse en contra de Lijo pese a que fue quien le pinchó el teléfono del cuál luego se filtraron las conversaciones con la ex presidenta e incluso dijo: “Que Clarín y La Nación estén criticando a Lijo es como que le otorguen una medalla”.
Consultada en El Destape Radio, la senadora Corpacci ratificó que acompaña el pliego de Lijo a la Corte y puso como argumento que primero insistieron en que se propusiera a una mujer y como no consiguieron eso se comprometieron a darle el visto bueno. Alegó que se lo pidió el gobernador de Catamarca Raúl Jalil, pero todos saben que esa no es su terminal política. Corpacci es vicepresidenta del PJ en la lista de CFK, que incluso buscó en un momento que fuera la senadora quien presidiera el partido pero finalmente se inclinó por ella misma. ¿Pudo Corpacci tomar esta decisión sin el aval de CFK? Parece extraño.
¿Una jueza K en la Corte?
Desde el kirchnerismo plantean que podrían negociar la llegada de Lijo a cambio del otro cargo vacante en la Corte Suprema, tal como reconoció Mayans. Y que eso implique la llegada de una mujer de sus filas al máximo tribunal, incluso barajan el nombre de la senadora por Santa Fe María de los Ángeles Sacnun. Es una alquimia poco realista: en 2015, último año de su presidencia, CFK propuso primero a Roberto Carlés y luego a Domingo Sesín y Eugenio Sarrabayrouse para las vacantes que había en la Corte. Siendo presidenta, con amplio apoyo popular, sin problemas judiciales a la vista, no lo logró. ¿Por qué Milei le entregaría un cargo tan importante ahora que está en el llano y con una condena absurda que tiene que revisar esa misma Corte?
Milei no gana nada y todo el sistema de poder económico y judicial se opondría a que CFK coloque una jueza en la Corte. El gobierno ya demostró su habilidad para captar votos en el Congreso pero de difícil pensar que lo haga para entregar un lugar en la Corte a otros, en especial al kirchnerismo.
Es cierto que el jefe de Gabinete Guillermo Francos, consultado por Eduardo Feinmann, reconoció que esa negociación existe. Pero hay cuestiones de matemática. Aún si existiera acuerdo entre el kirchnerismo y el gobierno no dan los números. Los bloques peronistas juntan 33 senadores, La Libertad Avanza tiene 6. Para garantizar un juez de la Corte precisan 48, les faltan 9. ¿Alguien piensa que, por ejemplo, el PRO o la UCR votarían a una jueza de la Corte elegida por CFK? ¿Qué tiene para ofrecer el peronismo a cambio de esos votos?
El dato es claro: para llegar a la Corte se necesitan dos tercios de los votos presentes en la sesión del Senado que trate el pliego. Si quisieran meter a Sacnun entre el peronismo y La Libertad Avanza precisarían que en la sesión hubiera apenas 59 senadores. Con que los otros bloques se presenten ya no llegan.
La jugada de Milei
De vuelta al tema Lijo, todo depende del peronismo: tiene 33 senadores, por lo que es imposible que el resto de las fuerzas políticas junten los 48 necesarios, apenas llegarían los 39 y ni siquiera, ya que algún senador macrista será disciplinado con su jefe, Mauricio Macri, que en una insólita inversión de roles es el más crítico a la llegada de Lijo a la Corte. Lo cierto es que no hay Lijo en la Corte sin los votos del peronismo, hagan lo que hagan las demás fuerzas políticas. Si Lijo llega a la Corte será una responsabilidad de los senadores peronistas, que ahora tienen la oportunidad de no repetir el error que cometieron aportando sus votos para los cortesanos Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz en la era Macri.
Como ya advirtió este medio, la candidatura de Lijo a la Corte fue una jugada muy hábil de Milei. Con un movimiento puso en crisis tanto a Macri como al amplio espectro peronista y generó un escenario donde invirtieron sus roles: el ex presidente que llama a votar en contra del gobierno que apoya y peronistas que evitan definirse o dan señales de que optarán por acompañarlo.
En lo único que coinciden peronistas y macristas es que sus movimientos solo se explican por motivos personales. Los de Macri, un circunstancial aliado de Milei que pretende más injerencia en un gobierno que le manda a decir que es apenas un amigo del presidente con el que come milanesas de vez en cuando, porque el nombre de Lijo le toca la línea de flotación. Es el juez que puede meterlo preso o fundirlo por sus negociados con el Correo. Los movimientos del peronismo, teóricamente opositor, porque lo puede llevar a apoyar la llegada de Lijo al máximo tribunal del país en el marco de promesas de recomponer un dialogo roto con el Poder Judicial y con eso salvaguardar la libertad de CFK. Spolier otra vez: aún si Lijo llega a la Corte cualquier acuerdo se autodestruye una vez que logre ese objetivo.
La jugada no es toda de Milei y Santiago Caputo, quien se encarga realmente de las cuestiones judiciales. El cortesano Ricardo Lorenzetti supo endulzar la oreja del presidente con la misma miel que usó para los dirigentes peronistas: que, si designan a Lijo, un hombre que le responde, volverá a la presidencia de la Corte y tendrán allí un aliado. A Milei eso le interesa porque tiene una pica pública con el actual presidente de la Corte Rosatti, quien se manifestó en contra de varias de iniciativas presidenciales como la dolarización. A CFK todo indica que le interesa la promesa de que le frenen la persecución judicial en su contra, algo que sería extraño porque el diseño del lawfare fue justamente cuando Lorenzetti presidía la Corte en los años del macrismo y no se explica por qué ahora desandaría el camino que construyó.
La jugada de Lorenzetti, como informó El Destape, también tiene un objetivo personal: recuperar la presidencia de la Corte Suprema. La perdió primero con Rosenkrantz, eyectado de esa silla por inexperto en la diplomacia de tribunales donde se movía como el dueño de un estudio de abogados de la city porteña, y luego con Rosatti, su hábil coprovinciano que sueña, como alguna vez soñó el propio Lorenzetti, con ocupar el sillón de Rivadavia. Rosatti ya se autovotó hace unas semanas para quedarse 3 años más al frente de la Corte y, enseguida, Lorenzetti salió en los medios a plantear que si ingresan nuevos jueces hay que votar de nuevo las autoridades del tribunal.
«Con Lijo se puede hablar»
“Con Lijo se puede hablar”, repiten como mantra desde el peronismo. Es cierto: Lijo habla y con todos, tiene una fuerte ascendencia en Comodoro Py y lidera la Asociación de Jueces Federales (AJUFE), sello armado con las mismas siglas de su análogo brasilero donde se nuclean los que participaron del lawfare pero en portugués. Lijo habla y con todos y despliega su especialidad: el tiempismo en los expedientes. Algunos creen que como habla y con todos tienen alguna chance de que ese manoseo de las causas judiciales juegue a su favor. Lijo habla y con todos pero, como todos, es más permeable al más poderoso. Y es evidente que en este momento el más poderoso no es el peronismo ni CFK.
Lijo lleva 20 años de tropelías en Comodoro Py. Por su edad, si llega a la Corte tiene para 20 años más de tropelías pero en el máximo tribunal del país. Pero ya con las dos décadas de juez de primera instancia sobran motivos para argumentar y votar contra su postulación. Entre otros:
Fue quien aplicó la Doctrina Irurzun para detener a ex vicepresidente Amado Boudou, momento célebre ya que se ocupó junto a la entonces y actual ministra de Seguridad Patricia Bullrich de filtrar una foto del acusado en pijama.
Balcanizó la causa Ciccone para lograr una rápida condena contra Boudou mientras protegía a Jorge Brito y Raúl Moneta, y fue parte del operativo que culminó con el testimonio pago de Alejandro Vandenbroele con la que lograron la condena al ex vicepresidente a cambio de un hotel boutique pagado por el macrismo
El Destape reveló los llamados de Lijo con el director de Jurídicos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Juan Sebastián De Stéfano mientras armaban causas desde la casa de los espías
Intervino en la causa AMIA, en un tramo llamado “residual” donde tenía que investigar a Carlos Vladimiro Corach, empleados del juez Juan José Galeano y otros imputados. Ante la falta de avance Lijo fue apartado en 2016 y la investigación quedó a cargo del juez federal Sebastián Ramos.
Para los más kirchneristas dentro del peronismo, Lijo fue el responsable de pinchar el celular del senador Oscar Parrilli para que luego se filtraran las conversaciones con CFK desde la oficina de escuchas que diseñó junto a Lorenzetti y otros jueces de Comodoro Py. No se entiende la negativa de Parrilli de pronunciarse contra la candidatura de Lijo, menos que dijera que merecía una «cucarda» por las críticas que recibe de Clarín y La Nación, salvo que se reserve la sorpresa para la sesión donde tenga que pronunciarse definitivamente.
Lijo, de hecho, como habla y con todos, también le hizo un guiño a Clarín: fue quien avanzó contra Martin Sabbatella por la aplicación de oficio de la Ley de Medios audiovisuales contar el holding que comanda Héctor Magnetto.
Lijo por Correo
La situación de Macri en contra de Lijo es más clara. Predica contra la llegada de Lijo a la Corte Suprema, tanto él como todo su esquema de poder mediático y sus otrora operadores judiciales reconvertidos en ONGs cáscara vacía. Todo gira en torno a Correo Argentino, el centro de las preocupaciones judiciales de Macri por doble vía: la de su libertad y la de su CBU. Y Lijo puede ser clave para ambas.
Macri no está preocupado por la ética de Lijo, ni por los negocios que se le endilgan a su hermano Alfredo “Freddy” Lijo, ni por patrimonio familiar de los hermanos Lijo sobre el que muchos ponen la lupa. Macri tiene algo personal: Lijo tiene hace 7 años abierta una causa penal contra él, de cuando le quiso condonar la deuda del Correo a su familia cuando era Presidente. Nunca, en estos 7 años, Lijo lo llamó a indagatoria, primera instancia procesal mínima. Lo que debería ser un argumento del peronismo para no designar a Lijo (la demora en avanzar en esa causa) termina siendo uno de los motivos por los que Macri impugna su candidatura pero por el motivo inverso: que no lo sobreseyó ni le cerró el expediente como hicieron el resto de los jueces obedientes de Comodoro Py. En su lógica, Macri lee la actitud de Lijo de mantenerle la causa abierta como un mensaje mafioso.
El diario La Nación publicó que mientras era presidente Macri tuvo una reunión con su entonces jefe de los espías Gustavo Arribas, su ministro de Justicia Germán Garavano y con su operador judicial Daniel Angelici para desestimar las denuncias de enriquecimiento ilítico en contra del hermano de Lijo a cambio de impunidad en el caso Correo. En el mundillo judicial lo llaman «VaLijo», un juego de palabras que apunta directo contra su hermano «Freddy», que cargó con varias denuncias por dinero que no llegaba a justificar. Siempre según La Nación, a la hora de hablar sobre cómo se comportaría Lijo respecto a Macri, Angelici afirmó: “Yo lo conozco, tengo muy buena relación. Siempre jugó bien”. Parece que le cumplió a medias: no lo investigó pero tampoco le cerró la causa Correo.
Para Macri eso es inaceptable.
Para entender la magnitud de las preocupaciones de Macri con el Correo y, por ende, con Lijo, hay que revisar las 3 vías judiciales sobre el caso.
La causa en el fuero Comercial, que es donde se tiene que resolver la multimillonaria deuda de los Macri con el Estado, al que le deben 296 millones de pesos/dólares desde el 2001. Este caso está pendiente de resolución en la Corte, por eso a Macri le interesa que Lijo no integre ese tribunal. Es el que puede fundir a los Macri, ya que acumularon esa deuda más los intereses de 23 años desde que se inició el caso.
La causa en el fuero Penal, donde Macri está imputado porque intentó autocondonarse 70.000 millones de pesos de la deuda del caso que tramita en el fuero Comercial. Este caso comenzó hace más de 7 años, en 2017. Estuvo siempre en manos de Lijo y hay dos maneras de verlo. Una que protegió a Macri porque ni siquiera lo llamó a indagatoria en todo este tiempo. Otra, la que tiene Macri, es que Lijo no lo sobreseyó y tiene la causa abierta para apretarlo, por eso lo quiere bajar de la Corte y si puede incluso de su juzgado en Comodoro Py. En esta causa Macri podría ir preso.
Varias causas en el fuero Contencioso Administrativo en las que los Macri dicen que el Estado les debe miles de millones de pesos a ellos. Allí presentaron un escrito para hacer un arreglo extrajudicial permitido por un artículo de la Ley Bases, que no se hubiera sancionado sin los votos del PRO. La decisión depende de Milei, por eso Macri tampoco le interesa romper esa alianza.
El PRO tiene 6 senadores, por lo que aún con disciplina partidaria no tiene chance de frenar la candidatura de Lijo. Y sería extraño que fueran parte de la llegada de una jueza kirchnerista a la Corte.
EL DESTAPE