Empresarios del sector textil advierten sobre un año negativo, con una caída estimada del 20% en la actividad interanual y un uso promedio de capacidad instalada de apenas el 44% entre enero y septiembre.
Además, alertan sobre los riesgos que implica la flexibilización de las importaciones, ya que podría absorber cualquier mejora en el poder adquisitivo prevista para el próximo año
Luciano Galfione, presidente de la Fundación ProTejer, señaló: “La pequeña recuperación del consumo puede desviarse hacia las importaciones debido a la falta de regulación en temas como valores criterio. Esto deja a la producción nacional en clara desventaja”.
El sector enfrenta graves desafíos, como la apreciación cambiaria y la reducción de aranceles a las importaciones, lo que complica aún más la competitividad de los productores locales. Según Galfione, aunque no se oponen a la apertura económica o a la búsqueda de eficiencia estatal, estas medidas deben aplicarse con cautela y bajo una estrategia temporal que considere las dificultades estructurales de la industria.
Actualmente, 6 de cada 10 máquinas están fuera de operación en las fábricas textiles, un retroceso significativo tras tres años de inversiones récord por más de 1.400 millones de dólares.
Impacto de la carga impositiva y los costos comerciales
Un análisis de ProTejer revela que solo el 8% del precio final de una prenda en un shopping corresponde a la industria, mientras que el 50% se destina a impuestos, el 30% a alquileres y costos financieros, y el 12% restante a logística, marketing y ganancias. “El problema de Argentina no es producir, sino comerciar”, afirmó Galfione, quien agregó que incluso con una apertura total a las importaciones, los precios no disminuirán debido a los altos costos asociados.
Además, se destacó que una prenda importada se vende en Argentina hasta siete veces más cara que en Brasil, lo que refleja un sistema comercial e impositivo ineficiente.
Perspectivas y advertencias para 2025
Jorge Sorabilla, secretario de ProTejer y director de TN&Plantex, sostuvo que este año la rentabilidad ha sido muy baja o negativa, y aunque se espera un rebote económico en 2025, existe el riesgo de que los beneficios sean aprovechados por importadores de productos terminados, lo que sería perjudicial para la industria local.
Sorabilla insistió en que el problema de la industria textil no radica en su capacidad de producción, sino en las elevadas cargas impositivas y la falta de incentivos para competir en mercados externos debido a la apreciación cambiaria. También criticó la ausencia de un plan de desarrollo para el sector.
“Si no se reducen los impuestos, la industria nacional no podrá competir”, concluyó.
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