En octubre del año 2000, el gobierno argentino fue beneficiario del conocido «blindaje» por parte del FMI, tras el pago de una comisión de casi 6 millones de dólares al presidente De la Rúa.
Ezequiel Beer
Sin embargo, meses después, el propio FMI suspendió el giro gradual de los fondos bajo la influencia del gobierno republicano de George W. Bush. Posteriormente, el gobierno de la Alianza cayó.
Hoy, en la Argentina, ante el triunfo de un nuevo presidente republicano en los Estados Unidos, como Donald Trump, existe una expectativa de recibir unos 15.000 millones de dólares por parte del FMI. Pero también persiste una particularidad: el actual ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, es el mismo que durante la presidencia de Mauricio Macri gestionó el préstamo de más de 45.000 millones de dólares, cuyo destino aún hoy es desconocido. Resulta sugestivo pensar que el FMI o, indirectamente, los Estados Unidos podrían girar recursos extraordinarios al país, considerando los antecedentes financieros del actual ministro.
Argentina tiene una larguísima historia de cesaciones de pago o «defaults». A corto plazo, y en función del acuerdo con el FMI logrado por el exministro Martín Guzmán durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, los montos a vencer en los próximos meses ya alertan al mundo financiero internacional sobre la capacidad de pago local.
Mientras tanto, el 73% de los argentinos vive en la pobreza, el 50% de los niños es pobre y casi un millón de ellos come de manera irregular. En este contexto, aunque la inflación está bajando, los bonos y las acciones suben, el dólar blue alcanza un piso histórico, y se presume un equilibrio fiscal. Sin embargo, se observa un auge de argentinos migrando a Chile y Brasil, lo que podría comprometer la balanza de pagos. Al mismo tiempo, el déficit de reservas supera los 5.000 millones de dólares.
Por otro lado, las calles de Buenos Aires reflejan pobreza, marginalidad, violencia y tristeza, al punto de que algunos visitantes del interior del país la han bautizado como «el gran neuropsiquiátrico argentino». Pero, como dicen muchos sectores políticos y mediáticos: «Todavía hay que esperar y darle tiempo al gobierno».
Ezequiel Beer
Geógrafo, UBA