Algunas reflexiones, a mano alzada, de la segunda marcha universitaria.

Aunque la espuma de la marcha de ayer todavía no baja del todo, siempre es complicado reflexionar sobre los acontecimientos inmediatos porque uno corre el riesgo de apresurarse y meter la pata en el análisis.
por Anselmo Torres

Pero, al mismo tiempo, es bueno sacar algunas conclusiones con las emociones a flor de piel, siempre siendo conscientes de las limitaciones que eso implica.

Lo primero que hay que destacar es que la marcha fue, de nuevo, multitudinaria. ¿Importa compararla con la anterior? Sí y no. Sí, en el sentido de que es lo que se ve y con lo que te miden. No, porque cada marcha tiene su contexto, su historia y sus razones. Las dos marchas no son lo mismo, aunque les encontremos continuidad, que la tienen, pero también muchas diferencias. Y por eso no tiene tanto sentido compararlas directamente.
Que esta marcha haya sido multitudinaria no significa que haya sido igual o mayor que la anterior, al menos en Buenos Aires. Pero tiene un aspecto positivo: el gobierno de Milei tiene su mayor base de legitimidad, votos y adhesiones en el interior del país, mucho más que en Capital o el Gran Buenos Aires. Y ahí, creo yo, la marcha fue más masiva que la anterior, o al menos tuvo más relevancia mediática, como en Córdoba, Rosario, y otros lugares.
La batalla cultural por la defensa de las universidades y de lo público en general está en pleno fuego cruzado, y no está claro para qué lado va a decantar. Nos gusta pensar que el gobierno está en sus últimos estertores, pero la verdad es que no lo veo tan claro, por más que me duela admitirlo, y juro que quisiera estar totalmente equivocado.
No quiero caer en la ingenuidad ni en el pensamiento mágico de creer que estamos ganando esta batalla, pero algo de eso hay. Las batallas culturales nunca terminan del todo, y además es difícil decir quién gana o quién pierde, porque lo que se generan son fenómenos, movimientos, acontecimientos, que son solo eso, acontecimientos. La historia es más larga, y la política es un juego con historia, donde todo cuesta. Esa historia nos da una leve ventaja estratégica, pero nunca es definitiva, por eso es clave mirar la película completa e incluso más allá de la curva, para tratar de ver qué se viene.
Mirar más allá de la curva es algo que suelen hacer algunos estadistas, y todo indica que este gobierno no se nutre precisamente de ellos. Por eso, somos nosotros quienes debemos tener esa capacidad para mantener la ventaja estratégica.
El primer paso es tener un buen diagnóstico de dónde estamos parados después de estas dos marchas, sin autoengaños ni falsas modestias. A partir de ahí, hay que diseñar un plan de acción consistente y continuo, no intermitente, para no reaccionar de manera espasmódica solo cuando el conflicto se vuelva insostenible.
Quizás con el paso de los días tengamos más claro qué ganamos y qué perdimos con cada acción que llevamos a cabo. Con una reflexión más tranquila, después de haber escuchado todas las voces y visto las consecuencias que generó la marcha, podremos diseñar un plan de acción que sea realmente consistente.
,Rector de la Universidad de Río Negro: