En tiempos de cinismo y en los cuales parece ser una moda regodearse en el sufrimiento del otro, la palabra del Papa nos recuerda dónde estamos parados quienes participamos en política porque creemos que es la herramienta adecuada para terminar con las injusticias sociales.
Eduardo Valdés*
Un gas pimienta del que usan en la policía de Patricia Bullrich, sale en Mercado Libre 361 mil pesos, mientras que una jubilación mínima cuesta 270 mil. Diez cartuchos de bala de goma, equivalen a una jubilación mínima. Esos datos son los que representan la crueldad de este gobierno libertario.
Por eso les molesta la oración del papa Francisco sobre la justicia social, que pone de manifiesto las decisiones inhumanas de un ajuste que nos llevará a la destrucción social.
Conozco el efecto del gas pimienta. Lo he padecido, como tantos manifestantes, como esa niña que nos dolió a todos por defender a los jubilados, quienes esperaban que sus representantes validaran un aumento de 15 mil pesos. Ese monto es menor a los 20 mil pesos que Milei gastó para cada uno de los comensales que festejaron el veto de la reforma jubilatoria.
Me parece muy sanadora la palabra de Francisco en estos momentos. Queremos paz, no queremos esa violencia, queremos convivir y poder peticionar derechos, por lo tanto, no se puede vetar la justicia social. No estamos hablando de personas que viven en la opulencia, estamos hablando de cuestiones indispensables que hacen a la vida de nuestro pueblo.
Quien se mete con los jubilados encuentra que después no le va bien. El propio Mauricio Macri tuvo la victoria en las legislativas de 2017, hizo la reforma previsional y después no ganó más una elección, y eso sucedió porque conculcaron los derechos de la tercera edad.
Es para reflexionar Presidente, el domingo pasado se produjo un apagón mediático cuando usted estaba exponiendo sobre el presupuesto en el Congreso. Fue la forma que adoptó la protesta que tuvieron incluso los votantes de la Libertad Avanza. Sepa que son millones las personas que padecen esta situación porque nadie lo eligió a Javier Milei para vivir peor.
El sumo pontífice no es el único en denunciar la violencia desmedida en las movilizaciones. El fiscal Franco Picardi, emitió un extenso dictamen en el que impulsa la investigación de los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad, al mando de Patricia Bullrich, el día de la movilización contra Ley Bases. El documento enumera detenciones arbitrarias, lesiones provocadas a manifestantes, trabajadores de prensa y hasta personal de salud que se encontraba en las inmediaciones del Congreso. Señala las golpizas, los malos tratos y los interrogatorios ilegales en comisarías y cárceles federales, además de ataques dirigidos con especial agresividad a la prensa que buscaba mostrar los abusos. Francisco llamó la atención sobre algo que es visible de cerca y también de lejos: la agresión permanente del gobierno nacional a los sectores más débiles de la población, como jubilados, estudiantes y hasta una niña menor de edad en situación de calle.
En tiempos de cinismo y en los cuales parece ser una moda regodearse en el sufrimiento del otro, la palabra del Papa nos recuerda dónde estamos parados quienes participamos en política porque creemos que es la herramienta adecuada para terminar con las injusticias sociales. Escucharlo siempre es aprender, pero en este contexto, su intervención cobra un significado especial. Por lo tanto, al país de la deshumanización, de los mensajes degradantes y violentos, de las prácticas anónimas y agresivas contra quien piensa distinto, le opondremos la fuerza del amor por el otro, de la convivencia en la diferencia y de la empatía por los que sufren.
*Diputado nacional de Unión por la Patria