A medida que se acerca un nuevo año electoral, la Provincia de Buenos Aires se convierte en el epicentro de una intensa disputa interna dentro del peronismo, donde los intendentes juegan un papel crucial.
La tensión entre el gobernador Axel Kicillof y el diputado Máximo Kirchner se agudiza, y los alineamientos políticos de los jefes comunales son clave para entender la dinámica del partido.
Por otro lado, Kicillof continúa consolidando su base de apoyo en distritos claves. Intendentes como Julio Alak, quien recuperó La Plata para el peronismo, y Fernando Moreira de San Martín, son ejemplos de líderes que han optado por alinearse con el gobernador. Sin embargo, la situación es compleja; muchos intendentes intentan mantener un equilibrio delicado entre ambos bandos para no dinamitar puentes con ninguno.
La Cámpora, liderada por Máximo Kirchner, ha logrado establecerse en 12 municipios y ostenta la presidencia del PJ provincial. Sin embargo, los intentos de Máximo por consolidar su poder no han estado exentos de tensiones. Los intendentes que responden aún al armado de Martín Insaurralde, un aliado clave en Lomas de Zamora, han enfrentado desafíos significativos en su relación con Kicillof tras sus ambiciones políticas fallidas.
En este contexto de reconfiguración constante, los intendentes deben navegar entre lealtades y estrategias políticas. A medida que se acercan las elecciones de 2025 y la discusión sobre quién tendrá el control sobre las listas se intensifica, el futuro del peronismo bonaerense parece depender cada vez más de estos alineamientos fluctuantes. La lucha por la «lapicera», símbolo del poder político en la confección de listas electorales, promete ser una batalla decisiva en los próximos meses.
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