Si el fascismo de la primera mitad del Siglo XX era funcional al período de expansión del capitalismo y de la furiosa disputa entre las principales potencias (Alemania e Italia por un lado, Francia y Gran Bretaña por el otro) por hegemonizar ese periodo de desarrollo imperial.
Este revival fascista es casi un manotazo degradado, un experimento de un sistema en terapia intensiva que agotó las recetas neoliberales para estabilizar la economía y desemboca en dos agujeros negros: una hiper financiarizacion que dejó hace tiempo de acumular desde la estructura productiva y se concentra en el Mercado de derivados (una gran burbuja de burbujas) y de otro una disolución de los Sistemas democráticos, que pueden dar lugar a experimentos tipo Milei, una aventura que sabe lo que quiere y viene a romper, pero cuyo programa se reduce a borrar el Estado y «Viva la libertad carajo». Agujeros negros, pero reveladores de que la crisis del modelo neoliberal exige un nuevo modelo y de eso por ahora no hay.
Estrictamente el puñado de hipermillonarios tipo Lewis, Galperin y Elon Musk se va escindiendo de la Gran Burguesía que agotó el neoliberalismo en lo económico y el sistema más o menos democrático en lo político y fuga desesperado a experimentar con el fascismo. No tiene ya para ofrecer bienestar a una población innecesaria. Innecesaria porque la supertecnologia precisa cada vez menos mano de obra humana y el negocio ya no reside tanto en ampliar el Mercado humano como desregular, desestatalizar y desfronterizar.
La profundidad de la crisis del capitalismo solo muestra desorden, destrucción y el aventurerismo del puñado de súper ricos que viven el sueño de un postcapitalismo a como sea, es decir a sangré y fuego.