Argentina, si bien es acreedora en términos ambientales por su balance positivo de emisiones y capturas de CO2, también es deudora en cuanto a sus obligaciones con los mercados de bonos financieros y organismos crediticios como el FMI. Su territorio alberga importantes reservas de energía verde y convencional, como el gas, cruciales para la transición energética de otros países. Además, es fuente de proteínas vegetales y animales, y cuenta con abundantes recursos minerales y hídricos.
Las oportunidades de desarrollo de Argentina radican en la creación de un modelo productivo que, con el apoyo de la ciencia y la tecnología, impulse actividades productivas basadas en estas reservas naturales sin repetir los errores de los países desarrollados, principales responsables de las actuales crisis ambientales y sociales. Desarrollos biotecnológicos argentinos como el trigo HB4, más resistente al estrés hídrico y con menor demanda de fertilizantes, pueden guiar el camino hacia una mayor soberanía tecnológica y seguridad alimentaria.
Sin embargo, el actual gobierno de Milei, con su enfoque ultraliberal, representa una amenaza para el desarrollo sostenible. Su política podría convertir a Argentina en un territorio propicio para las peores prácticas financieras y extractivas.
Es necesario que una ciudadanía activa y bien informada exija que la política, no el mercado, defina un horizonte auspicioso y construya un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible. La articulación regional con otros países de América Latina podría potenciar aún más este modelo. Los ingredientes están presentes, ¿llegará la decisión a tiempo?
Fernando Peirano