El valor del juego

¿Qué pasa cuando el juego pierde su faceta recreativa, lúdica e improductiva? ¿Y cuando se incorpora en la lógica de mercantilización de la vida como un encastre más? Uno por uno, los problemas de la cultura de la apuesta.

Por María Bielli


Son cada vez más las familias que no saben cómo lidiar con adolescentes endeudados por su adicción a las apuestas en línea. En los recreos, en las aulas: la ludopatía en niños y jóvenes viene siendo una problemática que, silenciosamente, se volvió cada vez más frecuente en personas más chicas.

Se trata de un negocio multimillonario que recorre el mundo y se mueve al compás de las regulaciones que van imponiendo –muy de atrás– los países. Son flujos de capital que se insertan en las economías locales generando nuevos consumos culturales y ganancias exponenciales. En ese sentido, lo que nos interesa es analizar cómo se inscribe en una lógica que hoy atraviesa a las juventudes en múltiples aristas que hacen a su vida cotidiana, a sus expectativas o proyecciones a futuro y a la fragilidad en la que estas se encuentran.

La pandemia aceleró un proceso de digitalización de la vida que acentuó la ruptura de los lazos sociales y profundizó la desigualdad económica. En paralelo al hecho de que la mayor parte de las actividades en las que los jóvenes se vinculan se trasladaron al entorno virtual, las condiciones materiales actuales son cada vez más precarias, acortando el horizonte de posibilidades al puro presente. ¿Qué valor representa en este contexto pasar cinco años estudiando una carrera? ¿Qué opciones tienen los jóvenes para proyectar su independencia económica?

La alternativa que se les ofrece a muchos adolescentes es encontrar un curso que les permita ganar dinero en el menor tiempo posible. La garantía del éxito tiene que imponerse en términos inmediatos. Y este está definido por la capacidad de consumo, es decir, de hacer plata. A su vez, estos son los rasgos que expresan popularidad en las redes sociales. En un contexto como este, no es casual que aparezca el problema de las apuestas on line en niños y adolescentes: es un síntoma de época acorde a los aspectos que se premian en el espacio digital.

Distintos especialistas hablan de un proceso de monetización del ocio, que es también otra manera de referirse a la manera en la que la lógica del mercado permea en todos los aspectos de la vida. Se piensa a las personas en términos de usuarios, de consumidores, y se propone un vínculo con sus actividades en función de la obtención de ganancias. Si bien es un proceso que está atravesando la sociedad en general, cuando sucede en las infancias y juventudes es especialmente preocupante. ¿Cuáles son las consecuencias de que niñas, niños y adolescentes entiendan al juego como un medio para obtener una ganancia? ¿Qué pasa cuando en ese rango etario no hay un afuera del mundo del consumo?

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El juego debería ser el espacio donde se goza de no hacer nada. Para muchas personas, ya no se trata de sentarse a mirar un partido para disfrutar del deporte o para alentar a su club, si no de especular sobre el resultado al que le puso más plata en el sitio en el que apostó. Pareciera así no quedar espacio ajeno a la lógica del rendimiento económico.

Esto conduce a muchos jóvenes a involucrarse de manera nociva con esto. Al estar difusas las fronteras entre lo recreativo y lo especulativo, es bastante fácil perder el control de lo que ocurre. Existe, además, un despliegue de herramientas de marketing digital que hacen incluso más difícil la regulación de la situación: publicidad engañosa, “recompensas intermitentes” y una serie de mecanismos incorporados de la psicología que se montan sobre las apuestas on line rompiendo la barrera del “no”.

Otro de los elementos que complejizan aún más la situación es la enorme cantidad de recursos que estas agencias ponen en captar figura públicas para su promoción. Influencers, periodistas e incluso deportistas con millones de seguidores alientan a incorporarse en el juego.

Frente a esto, hay mucho por hacer. Tenemos que generar consenso respecto del límite que esta lógica tiene que tener para que deje de afectar la salud de los jóvenes. Hay que trabajar fuertemente para modificar el comportamiento que se instala desde los formadores de opinión y que impulsa a las apuestas. Hay que reemplazarla por otra que hable del cuidado, la cautela, con un mensaje que sea acorde al riesgo que puede generarse y que señale la necesidad de la precaución y la responsabilidad.

Nuestro aporte, en el proyecto de ley presentado en la Legislatura Porteña, busca abordar la problemática a partir de tres ejes: la regulación, la prevención y la asistencia. Tiene que haber mecanismos que requieran autenticar los datos biométricos, mayor control en las publicidades y multas más altas para los incumplimientos de las agencias –como el control de la prohibición del juego a menores de 18 años–.

Consideramos fundamental crear campañas de concientización que les den a los establecimientos educativos, a los clubes y los lugares por los que estos chicos transitan mayores herramientas para dialogar con ellos y para problematizar su relación con el juego y con el dinero. Y también alentar el encuentro, crear espacios de socialización que permitan hablar de lo que les pasa, que les proponga y les dé la posibilidad de imaginar otras formas de entretenimiento y de ocio. Es fundamental poder acompañar a las familias a abordar el vínculo con lo digital y a atravesar situaciones de adicción.

Mientras tanto, la tarea de más largo plazo es poder interrumpir la lógica de la inmediatez en la que las juventudes se insertan hoy en el mundo. Lograr reconstruir esos horizontes de futuro que les permitan planificar su vida, darle lugar a sus proyectos y las herramientas necesarias para poder concretarlos.

 

Socióloga. Legisladora Porteña. Especialista en educación.

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