La evolución del rubro tuvo las marcas del gobierno de Macri y de la pandemia. La recuperación sigue mostrando como gran deuda una elevada tasa de informalidad laboral. Los ejemplos exitosos y el peligro de la apertura indicriminada.
En Argentina, la cadena textil e indumentaria se caracteriza por una marcada dualidad estructural que es importante señalar. Por un lado, la fabricación de hilados y tejidos se destaca por una mayor proporción de empresas medianas y grandes que realizan una fuerte inversión en capital y tecnología avanzada, lo que resulta en una fuerza laboral más productiva. En contraste, el sector de la confección, que se apoya en una mano de obra intensiva, feminizada y con menor grado de formalización, se desarrolla principalmente en pequeños talleres. La necesidad de una inversión inicial relativamente baja genera una atomización de las empresas del sector, lo que complica significativamente los mecanismos de supervisión. Este aspecto es ampliamente reconocido como uno de los principales contribuyentes a la persistente falta de formalidad en el empleo dentro del sector.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, la industria textil sufrió un duro golpe, con el cierre de más de mil empresas, lo que significó una reducción del 12% en las fábricas textiles y casi un 20% en indumentaria. Esto se reflejó directamente en la pérdida de alrededor de 30 mil puestos de trabajo formales que representaban alrededor de un cuarto de la fuerza laboral registrada de la cadena textil e indumentaria. Aunque para el segundo trimestre de 2023, los números del sector textil mostraron una recuperación con un aumento del 13% en el empleo formal respecto a 2019, aún no se alcanzan los niveles de 2015. En tanto, el sector de la confección no logró recuperarse de la caída y mantiene los mismos niveles de empleo registrados que se observaban al finalizar la gestión macrista.
El análisis de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de INDEC, actualizados hasta el segundo trimestre de 2023, revela un aumento en la informalidad laboral dentro de la cadena textil-indumentaria argentina. Comparando las administraciones de Mauricio Macri y Alberto Fernández, se observa un incremento de 8 puntos porcentuales en la informalidad dentro del sector textil, afectando casi al 35% de los trabajadores asalariados. Este porcentaje está en línea con el promedio industrial, donde uno de cada tres asalariados se encuentra en situación de informalidad, aunque el incremento general en la industria fue de 3 puntos porcentuales. Por otro lado, en el sector de la confección, aunque el aumento acompañó la variación promedio de la industria, el nivel alcanzó un preocupante 80% durante el mandato de Alberto Fernández, frente al 77% en la época de Macri. Cabe señalar que dadas las características del sector de la confección el universo que se considera es de todos los trabajadores y no sólo los asalariados.
Ante esta situación, tanto las cámaras empresariales del sector como la gestión de Fernández han trabajado mancomunadamente en soluciones, como la creación de polos de confección textil. Ejemplos exitosos como el polo textil de Catamarca, que generó más de 170 empleos de calidad, muestran el potencial de estas iniciativas. Sin embargo, continúan existiendo numerosos desafíos y se requieren esfuerzos continuos para mejorar la situación. A esto se suma la incertidumbre sobre el impacto de una posible apertura de importaciones propuesta por el presidente electo Javier Milei, lo que podría complicar aún más el panorama para el empleo en la industria textil argentina.
Por Denisse Carpat *
* Economista de Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y Paridad en la Macro
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