«Las calles son nuestro espacio de lucha»

Una de las consignas principales de la marcha –con réplicas en todo el país– es «por el aborto seguro y gratuito, por la ESI y por vidas dignas«. «Sobran las razones para movilizarnos y apostamos a la unidad de acción, amplia y diversa, para enfrentar a las derechas, al ajuste y el FMI«: así, con la otra consigna central, comienza el documento leído por Liliana Daunes sobre el escenario (ver aparte). «Construimos consignas que son la afirmación de las vidas que deseamos contra unas derechas que ponen como blanco de ataque al movimiento feminista y LGTBQI+, al derecho al aborto, la salud y la educación pública y la educación sexual integral, los derechos humanos y los bienes comunes», plantea el texto. «Tomamos las calles porque sabemos que son nuestro espacio de lucha, por lo que hemos conseguido y por lo que nos queda por lograr, porque no daremos ni un paso atrás». Tras el discurso hay un pañuelazo.

La marcha fue cocinada en asambleas por Ni Una Menos, agrupaciones de la izquierda y el peronismo –algo fuera de lo común–, sindicatos, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito (sede CABA), las centrales sindicales, movimientos sociales y centros de estudiantes. Todos sectores presentes en la concentración, a la que se suman también autoconvocades. El proceso asambleario surgió tras los resultados de las PASO, «frente a la sensación de angustia incertidumbre generalizada en la militancia», cuenta a Página/12 la socióloga Luci Cavallero, de Ni Una Menos.

Los feminismos consensuaron que era necesario salir a las calles el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal, Seguro y Gratuito «desbordando la efeméride», cargándola de otros y nuevos sentidos. Así, la jornada se convirtió en la respuesta política del movimiento al triunfo electoral de un candidato que amenaza con cerrar el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, plebiscitar el aborto legal, poner fin a la ESI y eliminar otras políticas destinadas a las mujeres y el colectivo LGBTIQ+. La angustia, la incertidumbre –también el miedo– se perciben en la calle pero también la necesidad de expresarse, de unirse, luchar. De mostrar fuerza. Como resume Marlene Wayar, referente fundamental del activismo travesti y trans: «Lo importante es poner el cuerpo, y que la foto de arriba vea que desde el Congreso hasta más allá de la 9 de julio hay cuerpos de mujeres y disidencias sosteniendo la lucha».

La movilización ocurre, además, en un contexto en que, según distintos analistas, las mujeres influyen mucho en las proyecciones para octubre. Un dato que también se hizo presente «en las discusiones» del feminismo, cuenta Cavallero. «Buscamos generar puentes con otros sectores de la sociedad que eligen opciones de derecha o de ultraderecha», explica.

La marcha del 28S

 

Tan contundente como el testimonio de Candela es esto que escribe una joven con un fibrón negro en una cartulina extendida sobre la avenida Rivadavia, donde quienes quieren pueden expresarse: «Aborté en el 2006. No me hicieron ecografías ni ningún control. Los primeros oxaprost no funcionaron. Nadie me guió. Me sentí muy sola y vulnerable. Que ninguna piba se sienta así, nunca más«.

En esa avenida se ven las banderas de la izquierda (MST, MAS, Partido Obrero, entre otras). Sobre Yrigoyen se instalan las agrupaciones que se posicionan dentro del peronismo (La Cámpora, Nuevo Encuentro, Unidos y Organizados). La izquierda avanzó por Avenida de Mayo encabezada por una bandera que decía «Por el aborto, por la ESI y por la vida, contra las derechas, el ajuste y el FMI». Junto a representantes de distintos espacios, la sostenían Myriam Bregman y Romina del Plá. Detrás iba la bandera verde de la Campaña, trasladada por sus referentas históricas.

«Salimos porque vemos peligrar nuestros derechos en este momento. No solamente los nuestros, de las mujeres, sino también los de los trabajadores, de la educación y salud públicas. Un tilingo y un oportunista de derecha quiere adueñarse de toda la lucha del pueblo. No lo vamos a permitir», expresa Nina Brugo. «Conquistamos en la calle muchas leyes. Salimos de nuevo para mantener los logros». «Estoy muy emocionada de salir a la calle a defender un derecho (al aborto) que conquistamos después de 30 años, ahora nuevamente amenazado», dice, por su parte, Alicia Schejter. «Más que nunca hay que estar en la calle defendiendo nuestros derechos. Todo está amenazado de una manera que nunca vi», completa. Para ella, este jueves soleado el feminismo vuelve a mostrar «su cara rebelde». Están, también, Martha Calveyra y Elsa Schvartzman.

«Olé olé, olé olá, es otra cosa, mucho mejor, la libertad no es un muñeco de Tik Tok», corean los integrantes de una agrupación llamada Aguafiestas de los neofascismos, y agitan, junto a la incesante batucada de Las Rojas, una manifestación feminista más apaciguada que otras –los hay, pero no abundan los cánticos, los bailes festivos, el color, el glitter: quizás sea un reflejo del ánimo social–. Más adelante, en sus sillas de ruedas, están las Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñas y Elia Espen, quienes se unen a la columna en la intersección de San José y Avenida de Mayo.

Están presentes la vocera presidencial Gabriela Cerruti; la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz y su par de la cartera de Mujeres, Géneros y Diversidad, Ayelén Mazzina; la candidata a jefa de Gobierno de CABA Vanina Biasi (Frente de Izquierda). Mamá Cultiva, voceros del Malón de la Paz, ATE, La Garganta Poderosa, el Frente Darío Santillán también se suman a la marcha, entre muchas otras organizaciones. Hay varios carteles dedicados a Milei –«Milei no es mi ley»; «los fachos arden al calor de la lucha feminista», con una foto suya; una foto de su cara rodeada por cintas de «peligro»; «Ni Bullrich ni Milei»–. Otros aluden a la defensa de lo conquistado, como los que sostienen los trabajadores del Ministerio de las Mujeres –«defendemos la educación sexual integral», «más libertad son más políticas de género y diversidad»–. Pegadas en las paredes y en los puestos de diarios se ven las leyendas que hace unos días circulan por las redes sociales. «Cuando vamos a votar recordemos a Norma Plá», se lee en una fotocopia que un hombre pega en un árbol. Los vendedores ofrecen pañuelos verdes, violetas, naranjas, a más o menos 300 pesos. También remeras del «Nunca Más» y con la cara de Cristina Fernández.

«En el día de hoy han aparecido dos escuelas en la ciudad de Buenos Aires, con inscripciones, diciendo ‘ESI es pedofilia’ o ‘ideología de género’. Hay obviamente un ataque de sectores que así como atacan baldosas de la memoria están dejando mensajes en las escuelas en contra de la ESI», cujenta a este diario Mariana Scayola, secretaria general de Ademys. Jey Fort Flanagan, también docente, agita una bandera LGBT+. Su guardapolvo está escrito: «Cobardes y traidores a la Patria».

Como siempre, la marcha cruza a distintas generaciones. «Viví toda la dictadura. Siendo ya vieja, me siento con ganas de hacer cosas y divulgar las cosas que suceden y que son injustas para los viejos en este momento, para que no nos saquen ningún derecho», dice Elsa Pérez (75), que lleva un cartel de La Revolución de las Viejas. A Athiara Kelly le preocupa el «avance» de Milei en La Matanza, donde la joven vive y milita, en la agrupación Felipe Vallese. Tras las PASO hace «rastrillaje territorial»: va puerta por puerta a comunicarse con los vecinos, para dar «la batalla cultural«. «Libertad es que nuestras abuelas se puedan jubilar y que nosotras podamos tener el derecho a decidir. Que sigamos teniendo un Ministerio de Mujeres. La salida es con el peronismo presente en los barrios. A este discurso de la derecha que nos quiere oprimir tanto a mujeres como disidencias no hay que darle espacio», sintetiza. En el aire «vuela» una muñeca de Evita. Sus amigas llevan fotos con las caras de desaparecidos.

 

El documento

 

 

«¡Ningún retroceso contra nuestros derechos!», planteó el documento, en el cual la defensa del derecho al aborto estuvo en primer lugar, Las «compañeras mexicanas» que también lo conquistaron y las de Brasil «que lo están peleando» fueron mencionadas. Se exigió el acceso pleno a la interrupción voluntaria del embarazo y «a todos los métodos anticonceptivos», la aplicación de la ESI «laica, feminista y no binaria en las escuelas», la separación de la Iglesia del Estado.

En el pasaje «contra las derechas, el ajuste y el FMI», las manifestantes se posicionaron en contra del pago de la deuda «ilegítima y fraudulenta» y el extractivismo, y a favor de los derechos de pueblos originarios y en solidaridad con el Tercer Malón y el pueblo jujeño. Reclamaron un aumento salarial «indexado por inflación» para trabajadores formalizados y no formalizados. «Basta de precarización laboral, no a la devaluación impuesta por el FMI, no a la dolarización», sentenciaron. Denunciaron, también, el recorte a comedores populares, cuestionaron el negocio inmobiliario y advirtieron que la derecha busca cerrar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades. Reclamaron «más presupuesto para la implementación de políticas de género efectivas».
Entre las propuestas y deseos estuvieron, además: reconocimiento a las tareas de cuidados, para las trabajadoras comunitarias, aplicación de la ley de cupo laboral travesti-trans, plan de emergencia contra las violencias y acceso a la salud integral «para todes».

Finalmente, en nombre de la «libertad», el documento puso el foco en el negacionismo y los ataques fascistas, como el sufrido por la vicepresidenta. Pidió justicia por el asesinato de Facundo Molares; las liberaciones de Milagro Sala, la presa mapuche Jéssica Bonnefoi Carmen Villalba; la absolución de Laura Villalba; la aparición con vida de Tehuel Lichita; y justicia por Lilian y María Carmen, asesinadas por el ejército de Paraguay. Repudió los abusos sexuales a las infancias, el fin de la prescripción a estos delitos; pidió por la «democratización del poder judicial» para poner fin a la «justicia clasista machista patriarcal»; la sanción de la Ley Olimpia y que se deje de criminalizar la protesta.