«PUEDE QUE NO CAMBIE» – POR JORGE ALEMÁN

Mientras el «No se puede cambiar» agota todas las posibilidades y realiza en la Historia el crimen perfecto, el «Puede que no cambie» permanece aún abierto a la contingencia de un salto histórico que transforme y perfore el entramado potente del capitalismo con la tecnología.

Por Jorge Alemán*

 

SOLIMÁN LÓPEZ, “THE RUNNER”.


Todas las transformaciones tecnológicas de los últimos tiempos se han constituido en máquinas de guerra de las derechas. Los actuales dispositivos tecnológicos mantienen una relación estructural con el capitalismo financiero. Se ofrecen como instrumentos neutrales pero esto sólo constituye un simulacro. La cualidad fundamental de los dispositivos tecnológicos es que por un lado destruyen la relación con la verdad, la verdad en tanto experiencia del sujeto de la que se pueda dar testimonio. A esto se le añade que ya  no existe un espacio exterior a los mismos. En el «rizoma» tecnológico la aceleración de las transformaciones permanentes va progresivamente, al modo de las adicciones, anulando la voluntad humana. Por ejemplo la Inteligencia Artificial, a pesar de que se auto engendra a partir de  letras, sin embargo las mismas  no pertenecen al orden simbólico. Si bien la IA simula operar con significantes, los mismos han sido formateados como letras que saturan el espacio, de tal modo que no haya  lugar ni para el sujeto ni para el campo contingente de su enunciación. De este modo la tesis lacaniana: el significante representa al sujeto para otro significante, es anulada por la tecnología de la IA. El sujeto está expulsado de esa estructura.

Es una prueba más de que definitivamente la Tecnología nunca es un mero instrumento. Somos nosotros los instrumentados por ella. Lo que significa que en su ejercicio puede tener lugar un goce pulsional sin el sujeto que se haga responsable sobre cómo esta concernido por ello

Es lo que denominamos clásicamente el «individuo». El individuo es un Ente donde no existe la posibilidad de que tenga lugar el sujeto de la palabra.

Esto no es nada nuevo y fue anticipado por los pensadores de principios del siglo XX. Especialmente por Heidegger, que supo captar a la época de la Técnica como una voluntad de Poder donde las decisiones políticas ya no iban a conducir a un nuevo destino histórico.

No obstante, en la época Técnica del capitalismo no se puede formular que es imposible cambiar y que no hay alternativas. Es más preciso formular, manteniendo siempre abierto este enunciado: «Puede que no cambie».

Mientras el No se puede cambiar agota todas las posibilidades y realiza en la Historia el crimen perfecto, el «Puede que no cambie» permanece aún abierto a la contingencia de un salto histórico que transforme y perfore el entramado potente del capitalismo con la tecnología.