Argentina: a través del espejo

 

Además de los efectivos dislocados en la sede central del Comando, en Florida, para supervisar la región Washington resucitó la obsoleta IV Flota con asiento en el mar Caribe, a la que dotará de portaaviones y submarinos, entre otras naves, copiando el equipamiento de sus otras agrupaciones navales que custodian los intereses norteamericanos dislocados en el Mediterráneo, el Golfo Pérsico, el Mar de China, el Báltico o el Atlántico Norte. La IV Flota está destinada a custodiar los intereses norteamericanos… en América Latina.

Es curioso, pero la sigla OTAN se descifra como Organización del Tratado del Atlántico Norte. ¡Norte, generala, Norte! Claro está que Laura no tiene la obligación de asumir esta definición y mucho menos de reparar en la irrealidad de su aplicación en nuestro Mar Austral. Un espacio estratégico donde ya el bloque anglosajón ha sentado sus reales.

En las islas Malvinas, pese a las incesantes denuncias de nuestro gobierno en la ONU y otros organismos internacionales, los ocupantes ingleses facilitaron a la OTAN las instalaciones de la base de Mount Pleaseant para aviones, equipamiento y armamento que puede ser nuclear, así como un puerto de aguas profundas para submarinos e incluso portaaviones atómicos. Las Malvinas fueron convertidas en la mayor base militar de la OTAN en el Atlántico Sur.

Hace 74 años, en abril de 1949, el presidente Harry Truman encabezaba en Washington la firma del tratado que creaba la Alianza Atlántica, en defensa del “mundo libre” y contra la “agresión comunista”. En realidad, se cumplía así la demanda del viejo defensor del imperio inglés, Winston Churchill quien, en 1946, en el Westminster College de Fulton, estado de Missouri, había reclamado la creación de la “cortina de hierro” para aislar a la Unión Soviética y al incipiente campo socialista de Europa Oriental.

Había fracasado su intento de rearmar el ejército nazi para volver a lanzarlo contra la URSS y quedaba desestimado su reclamo de ocupación de los Balcanes, para reafirmar el dominio inglés sobre el Mediterráneo y los países árabes. Se desmoronaba el imperio ante los poderosos movimientos de liberación nacional en la India, en África y en Oceanía, quedándole sólo el dominio de estratégicas islas como nuestras Malvinas.

Churchill no tuvo más remedio que aceptar la hegemonía de Washington, reconociendo que los EE.UU. se encontraban “en el pináculo del poder”. Advirtió en Fulton que se presentaba “una oportunidad clara y brillante para nuestros países respectivos. Negarse a admitirla, o dejarla marchitarse, nos haría incurrir durante mucho tiempo en los reproches de la posteridad”… y convocaba a “que los pueblos de lengua inglesa se unan con urgencia para impedir a los rusos toda tentativa de codicia o aventura”.

Bueno, la OTAN se construyó sobre esa premisa. Aunque lo del “Atlántico Norte” nunca dejó de ser un eufemismo amablemente aceptado por sus miembros. Lejos de conformarse con esa región, desde su misma creación participó en las agresiones imperiales en Corea, en Vietnam, en Palestina, en Irak, en Siria, en Libia y, por supuesto, en nuestras Malvinas.

En territorio europeo, ignorando la existencia misma de la ONU, en 1999 la OTAN bombardeó y destruyó salvajemente Yugoslavia asesinando decenas de miles de víctimas. Y es que los Balcanes ha sido siempre el bocado preferido del viejo león inglés. Claro que la sangrienta invasión se presentó como una “defensa de la democracia” y para “salvar” a pueblos que vivían en paz y sosiego en uno de los países más florecientes de Europa…

Otra vez la realidad revertida por los espejos.

Hoy, la OTAN mantiene en la práctica la “cortina de hierro” proclamada por Churchill, rodeando de bases y armas nucleares a Rusia, desplegando aviones y navíos espías a lo largo de todas sus fronteras y amenazando groseramente a aquellos países europeos, como Turquía, Hungría o Serbia, que no se pliegan a su política de sanciones a ultranza contra Moscú y sus aliados. El ministro del interior de Turquía, Süleyman Soylu, le reclamó a Washington que “saque sus sucias manos” de su país que, aunque miembro de la OTAN, mantiene una política de independencia y fuertes lazos económicos con Rusia y China.

La convocatoria a los “pueblos de habla inglesa”, hecha por quien comenzó su vida política combatiendo a los boers sudafricanos que buscaban su independencia, ha terminado por transformar la OTAN en una belicosa arma de amedrentamiento esgrimida a su antojo por el bloque anglosajón, abiertamente fuera del Atlántico Norte. Sus barcos se despliegan en las costas de los países árabes y ofenden el pabellón turco. Su secretario general, el noruego Jens Stoltenberg, anuncia maniobras en los mares de China para “defender” el falso gobierno de Taiwán y arman bloques agresivos como el AUKUS (Australia, Reino Unido, EE.UU.). Sus aviones espías sobrevuelan Irán y el Ártico ruso. Estambul debe esforzarse para impedir la penetración de flotas de la OTAN en el Mar Negro a través de los estrechos de los Dardanelos. Miles de “consejeros” de la OTAN “aconsejan” a las tropas del régimen de Kíev en los frentes del Donbass.

Estos “consejeros” son los mismos que “aconsejaron” con bases o contingentes de ocupación en Nicaragua, Panamá, Cuba, Guatemala, Honduras, Paraguay, Colombia y algún que otro paísito del “patio trasero” que olvidó la verdadera esencia de la doctrina Monroe: “América para los americanos”…

Laura, generala de la OTAN, recorre sus posesiones suramericanas para remarcar la hegemonía del bloque anglosajón sobre cualquier región del globo terráqueo.

Claro que, de momento, esa agresiva política de intromisión en nuestros territorios sólo es evidencia de su creciente debilidad. Desde su creación, la OTAN no ha ganado ninguna guerra ni apagado ningún conflicto. Sus mayores logros son la destrucción de países y luego la huida. Tan furtiva y malvada como la misma intromisión. Afganistán es un ejemplo elocuente.

EL mundo está cambiando a ojos vistas. Como es de rigor histórico, los imperios desaparecen tragados por sus propios “dominados” “periféricos”. En este caso, sus armas de dominación, otrora todopoderosas, se tornan impotentes para frenar las nuevas alianzas de un mundo multipolar que ya no reconoce hegemonías ni metrópolis.

La Argentina debe tomar muy en cuenta que este nuevo orden multipolar es la única garantía para lograr la anhelada reivindicación de sus derechos sobre las islas Malvinas. O un trato justo que le permita superar sus penurias económicas provocadas por delincuentes foráneos y locales.

Desde las maniobras militares conjuntas de Rusia, China, India, Irán, Turquía, Sudáfrica, entre otros, hasta el crecimiento exponencial de nuevas alianzas como los BRICS o la OCSh. Desde las nuevas diplomacias de los países emergentes hasta la acción conjunta en la OPEP+, que terminó por derrumbar el monopolio unipolar sobre los recursos energéticos mundiales. Desde su interacción en el “G-20” hasta el funcionamiento del Nuevo Banco de Desarrollo BRICS y la Unión Interbancaria de la OCSh. Son todas evidencias de la vigencia, de la consolidación de la nueva realidad multipolar a la que nuestro país necesita atender e incorporarse como objetivo primordial estratégico de su política exterior.

Lula en Beijing proclamó la asociación estratégica del Brasil con China para contribuir a “equilibrar la geopolítica mundial” y advirtió que “nadie va a prohibir” que ambos países actúen en conjunto para lograr ese objetivo, así como el fortalecimiento de sus alianzas con el mundo multipolar. De inmediato y con el mismo objetivo, recibió en Brasilia al experimentado canciller ruso Serguéi Lavrov, cuya gira latinoamericana incluye Cuba, Venezuela y Nicaragua y, eventualmente, México. Contra ese nuevo eje mundial apuntan los esfuerzos neutralizadores de Washington y de los grandes monopolios económicos.

Los BRICS, grupo fundado en 2009 por Brasil, India, China y Rusia son uno de los promotores de esta nueva realidad mundial. Ellos lideran las demandas de reestructuración de los organismos financieros internacionales, avanzan en la construcción de sistemas comerciales basados en divisas nacionales, se pronuncian por profundas reformas en la ONU que aumenten la calidad de la representación de los países “periféricos” en los niveles de decisión de la Organización. La lista de casi 20 países, incluida la Argentina, que solicitan su inclusión en los BRICS, cuyo mecanismo será determinado en la próxima cumbre del Grupo, en agosto en Sudáfrica, demuestra claramente cuál es la tendencia dominante en el plano internacional.

En el país de los espejos, el anciano habitante de la Casa Blanca sigue empeñado en convocar intrascendentes “cumbres de la democracia” en un continuo intento por ignorar la real realidad. Washington y sus vasallos de Bruselas porfían en desconocerla y despliegan un peligroso juego que puede conducir a la destrucción planetaria.

Mantienen una alarmante alharaca mediática para ocultar sus movimientos, como si esa desenfrenada actividad marketinera pudiera revertir la realidad y disimular sus verdaderas ambiciones hegemónicas. El Club Valdái, principal “think tank” geopolítico ruso, preparó el siguiente gráfico con la dislocación de armas nucleares en el continente europeo. Esa es la real realidad…

Ahora, siguiendo con la línea argumental de Lewis Carroll, debo anunciar fantásticas novedades en el país de los espejos…

La generala “treintamil” estrellas Hebe Bonafini, jefa del Comando Celestial (Martín García dixit) de los pueblos suramericanos, en breve cumplirá una nueva visita de inspección en las costas norteamericanas, en especial en Norfolk y en Seattle, bases de los buques de guerra que asuelan nuestros países, para definir su posible desguace y sancionar a los funcionarios que no cumplan con sus órdenes de paz y no injerencia. Además, coordinar la custodia de esas costas por aviones y navíos suramericanos que obliguen la observancia de la obediencia debida.

En la continuidad de la realidad de los espejos, se reunirá con el Viejo Joe, con el inestable Tony Blinken y con el general Lloyd Austin, titular del Pentágono, natural de la racista Alabama y con mucho menos estrellas que la implacable Hebe, para reafirmar el recíproco interés de Suramérica en los recursos energéticos de la cuenca permiana, instaurar el libre paso para todas las mercancías de nuestro países e imponer una irrestricta apertura democrática para los más de 50 millones de latinos, afroamericanos y otros desubicados migrantes que pretenden vivir el “sueño americano”…

Nuestra bravía generala, en esta revertida realidad, revisará las solicitudes de Washington ante el FMI, el Banco Mundial y otros organismos financieros internacionales, incluidos Black Rock y otros fondos buitres, para refinanciar su deuda de más de 31 billones de dólares. Como alerta el “New York Times”, los Estados Unidos “tarde o temprano, tendrán que pedir préstamos más cuantiosos para pagar sus deberes o dejar de cumplir con sus obligaciones financieras, lo cual podría incluir el incumplimiento de pago de su propia deuda”.

Veremos si los espejos acceden a otorgar a Washington nuevos plazos, con el compromiso de nuevos aumentos de tarifas, más ajustes, más liberalización del mercado laboral y, sobre todo, menos compra de hidrocarburos y fertilizantes rusos, y de chips chinos…

¡Ahí te va, Washington, tu punto crítico!

Hernando Kleimans* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia.

Este artículo fue publicado por la agencia Telam