«El lawfare empieza a través de los medios de comunicación, que descalifican y meten sospecha de un delito. Se hacen esos sumarios grandísimos y para condenar basta el volumen de ese sumario, aunque no se encuentra el delito», durante una entrevista televisiva grabada antes de su reciente internación.

Y señaló que «así condenaron a Lula» da Silva, actual presidente de Brasil, y recordó que con la exmandataria Dilma Rousseff «no pudieron». «Una mujer de manos limpias, excelente mujer», indicó. 

«Con el olor del delito, a veces el humo te lleva al fuego del delito. Otras veces es un humo que se pierde porque no tiene fundamentos. El lawfare usa el humo del delito como realidad y empiezan con los medios de comunicación a dejar a la persona en offside», marcó el Sumo Pontífice.

Y expresó que «un juez siempre crea jurisdicción, pero tiene que ser armónico con el derecho», aunque advirtió que «cuando te encontrás un juez que crea jurisdicción opuesta al derecho, es un chantapufi».

«Hay que alzar la voz, hay que decir cuando existe una irregularidad. Los políticos tienen esa misión de desenmascarar una justicia que no es justa», exhortó.

Y afirmó que «los resultados del lawfare se ven en Argentina».

El avance de la ultraderecha y la aparición de los «salvadores sin historia»

En otro fragmento de la entrevista, el religioso argentino se refirió al avance de la ultraderecha en el mundo y a la aparición de los candidatos outsiders o antisistema.

«La ultraderecha se recompone, es curioso, se recompone siempre. Porque es centrípeta, no es centrífuga, no crea hacia afuera posibilidades de reforma. La derecha siempre es centípetra. El antídoto para enfrentarla es la justicia social. Si vos querés discutir con un político o pensador de ultraderecha, hablá de justicia social, hablá en horizontal», indicó.

Al hablar de la aparición de esos candidatos outsiders que se jactan de tomar distancia de la «casta política», recordó lo que sucedió en Alemania al final de la República de Weimar.

«En Alemania presentaron un político nuevo, que hablaba lindo, que sedujo a la gente, que se llamaba Adolfo. Y todo el mundo dijo, bueno, probemos con este, que nadie lo conoce, no conocemos sus raíces, no conocemos sus convicciones. Y todos votaron a Adolfito, y así terminamos», señaló.

«Yo le tengo miedo a los salvadores sin historia. Cuando viene un salvador sin historia, sospechá. Nosotros tenemos un salvador con historia, que se encarnó, se hizo hombre, creció como chico y después lo mataron en la cruz. Mostrame tu carta de identidad histórica, mostrame tu pertenencia. Lo mismo que se le hace a cualquier comerciante cuando abre su negocio, al que le pide que muestre sus papeles», remarcó.

Por último, llamó a los políticos argentinos a juntarse «para hacer algo por la patria» y apuntó contra el «internismo propio de los argentinos».

«Nos encantan las internas a nosotros, sobre cualquier cosa. El internismo nuestro es dañoso, a tal punto que a veces ese internismo es más fuerte que las pertenencias clave», remató.

“El internismo destruye la filiación política. Vos sos radical, socialista, peronista o lo que sea, pero tenés una filiación política. En cambio, hay una interna y eso resquebraja la filiación política. Y lentamente se hacen diversos sectores adentro del partido que no tienen fuerza política de convocatoria. Entonces pasa lo de Alemania”, advirtió.