Si algo caracterizaba a Vázquez, desde siempre, fue su frontalidad a la hora de decir las cosas. Esa cualidad fue la que lo llevó a estudiar Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba y dedicarse al periodismo, donde se destacó ni bien ingresó al diario La Opinión en plena dictadura, para inmediatamente pasar a Somos como redactor especial y luego secretario de Internacionales. Su valentía y mirada crítica sobre las atrocidades que los genocidas cometían lo llevaron inevitablemente hacia el único espacio en el que por ese entonces se podía desenmascarar al poder: la revista Humor. Primero como columnista y luego como jefe de la sección Política, Vázquez denunció a la dictadura con convicción ideológica pero siempre acompañado de información fidedigna, dando a conocer por primera vez -en 1982- que Alfredo Astiz estaba relacionado con la desaparición de las monjas francesas y de la adolescente argentina de ascendencia sueca Dagmar Hagelin.

En paralelo a su trabajo en la gráfica, Vázquez también se destacó en esa apertura democrática en radio y TV. El periodista fue parte de la recordada Radio Belgrano, la emisora que en aquellos años se convirtió en una usina creativa, de ideas progresistas, que acompañó la revolución cultural, social y política que significó el fin de la dictadura. En la AM 950 condujo durante dos años el emblemático ciclo Nuevos aires, junto a Hugo Paredero, Diego Bonadeo y Sandra Russo. También en la denominada “Radio Belgrado” estuvo al frente de El árbol y el bosque, donde compartió micrófono con Gustavo López, en un programa que luego deambuló por Radio Splendid, Argentina y Buenos Aires. A lo largo de su carrera, en el éter también condujo diversos ciclos periodísticos en Del Plata, AM 570 y Radio Nacional, la emisora pública de la que ocupó el cargo de vicedirector.

Aquellos años en los que el retorno democrático condicionaba todo, Vázquez tuvo un papel preponderante, iluminando el oscuro pasado pero también pensando el futuro del país. De hecho, su voz fue una de las más recordadas exigiendo que el Juicio a las Juntas Militares se transmitiera en vivo y con sonido al momento de su realización, por considerarlo de vital importancia para lo que vendría. En el viejo ATC se puso al frente de ciclos como Ver claro (1985) y El país que debemos cambiar (1986), propuestas en las que siempre abrió el debate de ideas sobre la Argentina que había que construir. Ya en la primera década del siglo XXI, en el canal estatal también estuvo al frente de Sin castigoVidas hechas vida e Historia presente.

Además de sus artículos periodísticos, como periodista de investigación publicó distintos libros, como La Última: origen, apogeo y caída de la dictadura militar (Eudeba, 1985), El osario de la rebeldía. Campo de Mayo: de Roca a los Kirchner (Planeta, 2015), Aduana. Corrupción y contrabando (Planeta, 2018).