El eurocentrismo como modelo en crisis

Franz Hinkelammert estuvo por primera vez en América latina en el año 1960, es un alemán de 93 años que vive en costa rica, regreso a Alemania pero no pudo despegarse de su experiencia en América y volvió para quedarse.  Algo hay en la historia de nuestro continente, respecto a los parámetros conceptuales, que lo diferencia frente a la vieja Europa.

 


Hinkelammert como estudioso del tema lo percibió    que esa América que no encajaba en los cánones científicos europeos para juzgar sus hechos políticos-sociales. Dicho con otras palabras, las categorías eurocéntricas para a analizar los acontecimientos sudamericanos no servían y no sirven, por  esta razón los movimientos emancipatorios resultaron extraños a la luz de las categorías europeas, extraños en el mejor de los casos- ni hablemos en la intencionalidad de negarlos o desfigurarlos para separar a los intelectuales de cualquier experiencia autocentrada.

La cuestión medular radica en que, bajo el supuesto eurocéntrico, la historia de la humanidad o de la civilización comienza en Grecia, bajo este principio, todos de alguna manera cuando hablamos de democracia  o  republica estamos haciendo referencia a un sistema  que tuvo su origen en Grecia. Ya  sabemos que la democracia de ese entonces  era la democracia de unos pocos, pues  descansaba sobre las espaldas de miles de esclavos que sustentaban el bienestar de los integrantes del senado y la nobleza. Sintetizando, el hombre se “civilizo” en Grecia, volvió al oscurantismo en la edad media y volvió a  ver luz a partir del renacimiento. Tales son los parámetros generales que nos quedan de toda la información académica y de la cultura impuesta por la influencia de la expansión del desarrollo del sistema capitalista basado en la capacidad humana de auto-realizarse y auto-reproducirse. Así quedaron en el olvido  otras civilizaciones que precedieron y que aún persisten como alternativa a esta  etapa que aún no ha culminado  y que si no se detiene se prevé que será  el fin de esa experiencia “civilizatoria”

Lo señalado precedentemente, respeto al eurocentrismo, genera un tipo de categorías y pre-conceptos que pone al sujeto (al hombre) como centro que ilumina al mundo y que condena a todo aquellos que no encaja pensamiento con lo preestablecido de “como debería ser” y  que condena a  todo aquellos que no encaje con lo que dicta su “conciencia”. Tal es el resultado de la civilización europea, un sujeto –individual o social- que es artífice del mundo. Aquí radica la diferencia fundamental con las civilizaciones que precedieron y que han sobrevivido a la expansión colonial “civilizadora”   de occidente.

Lo interesante de todo esto es que recién ahora está saliendo a la luz lo que precedió a la constitución del hombre  como sujeto y dueño de la naturaleza. Las culturas milenarias  africanas, orientales y las nuestras (las andinas) que  preexistieron han sido ignoradas, no solo por falta de información sino mas  bien porque el testimonio de experiencia cultural que han legado quitan protagonismo al hombre de la modernidad que da inicio definitivo al sistema que hoy conocemos desde el desarrollo industrial de Europa, siglos xv y xvi que ha llegado hasta nuestros días poniendo en riesgo al sobrevivencia del planeta.

La diferencia  fundamental se basa en que las civilizaciones prehispánicas tenían un sistema-mundo en la cual la comunidad no estaba separada de la naturaleza (el concepto de hombre es eurocéntrico), ella es parte  de la misma y no toma posición de la naturaleza a su servicio, pues ella, la comunidad, se siente parte de la misma por tal razón la llama “la madre naturaleza”, pues  venimos de ella. Con esta concepción se considerar a la humanidad como el resultado del metabolismo de la naturaleza que en su diversidad dio origen a la humanidad.

Este nuevo mirar, esta nueva concepción cambia radicalmente la actitud con lo exterior,  no hay rareza, no hay extrañeza de los textos de Camus, el hombre es parte y está en armonía, por eso el termino hermano, pues somos todos hijos de la misma madre, la tierra. Aquí radica la alternativa de hacer una nueva  experiencia  volviendo a considerar y reedificar estas culturas para superar el individualismo eurocéntrico y darle a la humanidad una posibilidad de sobrevivencia ante la debacle ecológica que se expande por todo el planeta.

Durante la conquista de América, más  allá del pillaje cometido, base fundamental para el desarrollo industrial europeo (principalmente de Francia y los países nórdicos –España no aprovecho el botín-). Bien sabían los invasores que para someter a un pueblo primero hay que derrotarlo militarmente (al menos en ese entonces, hoy es más sutil) y luego destruir su infraestructura política y cultural, esto último es lo más importante y lo menos conocido, cuestión que no ha sido debidamente considerada por aquellos que reivindican los pueblos originarios, pues se quedan solo en una demanda folclórica que los intereses hegemónicos aprovechan y manipulan resaltando la identidad de estos pueblos como demanda de soberanía para la constitución de un gobierno “indigenista” y  así propagar la  balcanización de la región.

En el altiplano en los cimientos de las iglesias españolas se encontraron cientos de cráneos pertenecientes a los  sectores formados y guías culturales de esa civilización. Solo quedaron aquellos que pudieron ser sometidos y los que colaboraron con el invasor, conocido es el proverbio ingles que reza “es muy difícil gobernar una colonia sin la colaboración de los nativos”,  así transcurrieron siglos,  solo trasciende la experiencia de los jesuitas en nuestra selva misionera. Tal fue su desarrollo que dio origen a muchas teorías político-religiosas, algunas para distorsionar y someter esa experiencia al servicio de parámetros occidentales entre ellos la teoría socialista o comunista, pero ese es tema para otro artículo.

Lo que ahora quiero considerar es que la experiencia de los jesuitas fue desaprobada por  no ajustarse al sistema colonial de extracción de riquezas de la región. La  experiencia  se basó principalmente en una organización comunal en la cual todos tenían un rol determinado que hacia al funcionamiento optimizar los recursos que se producían como así también los servicios necesarios para mantener en funcionamiento los recursos humanos y materiales.

El rasgo distintivo de esta organización era que no tenía un sentido extractivista y acumulativo y el excedente de productos, que deliberadamente se reservaba, era para todos aquellos que tuvieran algún tipo de incapacidad que no les permitía auto-sustentarse, claro esta que este tipo de organización no encajaba con el sentido acaparador de riquezas, de ese entonces, ya que cualquier recurso era válido para el inicio de lo que mas adelante seria el modo capitalista de expansión del siglo XIX y XX, en donde la primacía del mercado como teoría económica  se impone como discurso económico en todo el planeta. Esto lleva a que las alternativas a las propuestas neoliberales y al modelo de vida que representan, no pueden buscarse en otros modelos o teorías en el campo de la economía ya que la economía misma como disciplina científica asume, en lo fundamental, la cosmovisión liberal.

Oscar Alvarado