Grabois: “Hay que volver a poner en el centro de la lucha de nuestros movimientos al ser humano”

El dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Frente Patria Grande (FPG) y la UTEP analizó la realidad política nacional, planteó alternativas electorales, su posible postulación como candidato y la necesidad de poner al ser humano en el centro del proyecto político emancipatorio.


–¿Cómo analizás las condiciones políticas en este año electoral?

–El primer elemento a tener en cuenta del año electoral es que hay que cambiar el chip, no podemos seguir defenestrándonos entre nosotros y al gobierno de la coalición, ya cada uno ha sentado su posición en relación a las diferencias que existen entre los distintos cuadrantes que integramos esta inédita forma de hacer política en Argentina que es la política de coalición donde la delimitación que existe entre campos es muy amplia. Hay una delimitación con la extrema derecha continental, con el bolsonarismo latinoamericano, que deriva en alianzas que eran impensables hace un tiempo. Por ejemplo, mucho que ver con Sergio Massa y su forma de pensar la política internacional y la economía no tenemos y, sin embargo, sigue siendo un actor válido dentro de la coalición. Sería un crimen que durante este año electoral no se exprese vertiente que tiene una perspectiva de transformación, recuperar lo perdido en el macrismo, retomar la senda que marcó Cristina y profundizarla los aspectos en los que no se habían logrado los mejores resultados.

–¿Cómo se logra esa representación?

–A través de una renovación generacional de los que fueron kirchneristas y de los que no nos autopercibimos kirchneristas pero aprendimos a reivindicar a Cristina, sus aciertos en términos de posiciones político ideológicas y sus realizaciones concretas, y lo hacemos sinceramente, no desde una posición de oportunismo. Digamos que somos una renovación generacional pero dentro de esa tradición política en Argentina sería un crimen que no estemos expresados. Particularmente cuando Cristina; por la situación de exclusión, proscripción y persecución que sufre; tomó una decisión que para mí es muy profunda desde el punto de vista de la filosofía política contemporánea y es una impugnación al orden político institucional. Podés ganar las elecciones pero entre los que te persiguen, los que te traicionan y los poderes fácticos no podés gobernar. A diferencia de muchos otros lo valoro y lo considero un acierto.

–¿Qué candidatos impulsan?

–En este contexto promovemos, no particularmente a Wado, por ahí lo he mencionado con especial énfasis porque me parece un cuadro de los más formados que hay en Argentina, leal, consecuente y con las características necesarias para poder ganar la elección pero también está Axel y otros actores de las provincias de nuestra Patria que pueden cumplir ese rol y quien habla también, en la medida que el sector del kirchnerismo tradicional cometa el error de definir de una manera posibilista el marco de alianzas y hacer un acuerdo para ir con Massa en primera vuelta, en ese caso nosotros, desde el Frente Patria Grande y el marco de alianza que podamos construir, vamos a ir a disputar las presidenciables y yo voy a encabezar la lista. Es una decisión que tenemos absolutamente tomada, no vamos a acompañar en primera vuelta una candidatura ni de Massa, ni de Alberto. Vamos a disputarla sea dentro del Frente de Todos, sea por fuera o sea sin la participación en la campaña porque si no están expresadas todas las vertientes de la coalición deja de ser una coalición para terminar siendo un frente hegemonizado por un sector que, por lo menos en términos de votos, representa la minoría.

–¿Cómo dar la batalla de ideas con los sectores conservadores de la derecha?

–Hay dos planos, primero la interpelación a la juventud que se siente atraída por el planteo libertario, creo que eso es más un déficit de las alternativas revolucionarias que un mérito de los libertarios. Ellos estaban haciendo un planteo de impugnación al sistema político, a la casta, al modo de funcionamiento del Estado que la verdad en algunos puntos comparto, sobre todo en la insistencia de una casta política parasitaria, es para mí un dato de la realidad. Pero con un diagnóstico parcialmente correcto llegaron a una conclusión completamente falsa que es la dictadura del capital y nosotros tenemos que plantear una solución alternativa que es una democracia popular, comunitaria, participativa, desburocratizada con un Estado activo, presente, que nivele para arriba y que sea eficiente, que trabaje bien y cumpla los objetivos que se plantea. Tiene que ser menos burocrático, no tratar de subordinar la realidad a los mecanismos del Estados sino adaptar esos mecanismos a las necesidades del pueblo.

–¿Qué análisis hacés de la situación política en Perú y América Latina?

–Creo que hace mucho que estamos en esa situación gramsciana, hay algo que no termina de nacer y no termina de morir y en el medio aparecen los monstruos y también las ventanas de oportunidad. Que se haya planteado en la CELAC con tanta fuerza la posibilidad de unificación monetaria con Brasil es una hermosa sorpresa, es algo que todos los latinoamericanistas venimos planteando y hasta ahora no se había esbozado en el Cono Sur, si lo había impulsado Hugo Chávez. Ojalá no quede en palabras. Hay una situación de equilibrio, creo que en términos generales está virando hacia lo popular, que tampoco termina de articular un proyecto civilizatorio de las actuales condiciones opresivas del sistema pero que se delimita de la derecha deshumanizada y busca mayores niveles de igualdad y justicia social que para estos tiempos que corren no es poca cosa. En torno a la situación en particular de Perú, esperamos que en dos semanas salga nuestra misión de solidaridad internacional y derechos humanos. El Presidente asume con instituciones corruptas que lo boicotean desde el primer día, no lo dejaron gobernar. Castillo planteó una reforma constitucional y no logró hacer las convocatorias por el boicot del propio Congreso. Fue empujado a una situación límite en la que tomó malas decisiones, aprovecharon eso para hacer un golpe blando y hoy cogobiernan las fuerzas armadas y la vicepresidenta Dina Boluarte que ya se llevó más de 50 vidas y entró con tanques a la Universidad.

–¿Qué balance hacés de la acción que realizaron en Lago Escondido?

–Creemos que la lucha por Lago Escondido al igual que el proyecto Artigas son semillas que se van sembrando en la conciencia de nuestro pueblo que no tienen un resultado inmediato aunque sí a mediano plazo. En el caso del proyecto Artigas logramos el procesamiento de los Etchevehere corruptos, seguimos disputando en la trinchera judicial la recuperación de las tierras. Ninguno de nuestros compañeros está siquiera procesado por la supuesta usurpación. Hemos logrado que el gobierno de Entre Ríos tome conciencia en la necesidad de darle tierras a quienes la trabajan y se ha ampliado la oferta de lotes productivos. En el caso de Lago Escondido, nuestro balance de la acción es excelente, creemos que tenemos posibilidades de lograr que se abra un camino público y que se inicie, después de doce años, la famosa acción de lesividad, que es la impugnación de la compra original de las tierras en zona de seguridad. Eso es un atentado a la soberanía nacional y a la seguridad latinoamericana. Lewis tiene un triángulo geopolítico que empieza en Lago Escondido, zona de seguridad frontera con Chile, paso al Pacífico, acceso a recursos importantísimos como espejos de aguas, ríos, una hidroeléctrica propia y una suerte de papeles flojitos que le dan “la propiedad” sobre una parte importante de La Pampa de Ludden, un territorio que ocupa tres veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires, principal humedal de El Bolsón, de Mallín Ahogado. Generaría una catástrofe ambiental si avanza con su proyecto de hacer un country para mega ricos, creo que estamos aportando para que se frene.

–¿Cómo se construye un proyecto político liberador desde el subsuelo de la Patria?

–El instrumento fundamental de transformación social es el movimiento popular. Los movimientos sociales, sindicales, la organización de los trabajadores y trabajadoras, de los humildes, de los pueblos originarios, pequeños productores agrícolas. En ese núcleo está la base, en los de más abajo. Es ese el sujeto de transformación colectivo pero a la vez son personas con nombre y apellido. Creo que uno de los déficit de los movimientos sociales es confundir los fines con los medios, la organización es un medio y el fin es la construcción del poder popular y la transformación de la realidad. Cuando hay un fetichismo de la organización, que es la autoconstrucción, se pierde de vista que el fin último son las personas, como el imperativo categórico kantiano. Las personas siempre son un fin en sí mismo, no un medio para los fines de otros o para una agenda ideológica. Hay que volver a poner en el centro de la lucha de nuestros movimientos al ser humano. Eso implica fortalecer lo que está organizado, la economía popular, los barrios populares, la ruralidad nuestra, pero entendiendo que la mayor parte de la clase está fuera de lo organizado y políticas como el Salario Universal tienen que ser defendidas por la UTEP, nuestro sindicato. El centro, el corazón del proyecto de emancipación, de liberación, es la construcción de poder popular, es lo que puede resistir a los malos gobiernos y acompañar a los buenos.

 

Cuando se combina el buen gobierno con el poder popular es una fórmula que va para adelante. La fuerza política, en términos de la política liberal, burguesa, que requiere figuras con atractivo electoral pero que al mismo tiempo no sean huecas y que expresen sectores sociales. La combinación entre la fuerza política que son los predicadores, los que dan la batalla de ideas, los que tienen que ocupar los lugares de enunciación, sobre todo legislativos, la construcción del poder popular entendido en un sentido amplio y el buen gobierno que es la planificación quinquenal, la eficiencia y eficacia en la ejecución, todo enmarcado en una visión humanista donde nunca las persona son medios para los fines de otros sino que son fines en sí mismas es la fórmula de transformación revolucionaria que hoy tiene la sociedad.