Fuentes Seguras. El sentido de una designación. Por Gabriel Fernández *

La designación del ex CEO de Syngenta, Antonio Aracre, es una acción audaz relacionada con la política exterior multipolar del Gobierno argentino. También, pretende limitar la influencia del Grupo Clarín sobre el resto del empresariado, y raspar la base de sustentación de Juntos por el Cambio.

 


HABÍA UNA VEZ. Hace muchos muchos años, en 1758, el biólogo suizo Johann Rudolf Geigy Gemuseus creó la empresa Geigy en Basilea. Generación tras generación sus hijos y nietos se dedicaron a la realización y comercialización de tinturas. Los bisnietos resolvieron elaborar una variedad de productos químicos de buena calidad, y así colocaron a la firma como líder en el rubro. En el primer tramo del siglo XX se acopló a otras compañías que también contaban con trayectoria: Ciba y Sandoz. Luego, todas generaron Novartis, sobre 1997.

La empresa Syngenta fue creada en Suiza, ni bien comenzó el siglo XXI. Surgió de la fusión entre Novartis, y la británico sueca AstraZeneca. Su objetivo estaba claro: producir y comercializar químicos para la agricultura. Tuvo un rápido desarrollo: desde su casa central en Basilea promovió la instalación de sedes en Chicago, Tel Aviv, Shangai y se fue imponiendo como una importante red global de agronegocios.

Pero el salto hacia la cúspide se observó en 2017, cuando la firma China Chemical National Corporation (ChemChina) de origen inocultable, puso sobre la mesa 43 billones de dólares y la absorbió de un saque.

Está claro para todos: ChemChina es orientada por el Estado de la República Popular. La operación marcó un record. Fue la principal adquisición del gigante asiático en su historia.

La evolución económica se aceleró y los contadores de la mega corporación fueron congregando bastante tarea; su facturación alcanza, por estas horas, a los 70 mil millones de dólares. ¿En base a qué? Semillas para hortalizas y flores, insecticidas, fungicidas, herbicidas, nutrientes y sistemas de cultivo. La firma ha integrado otros rubros, como la fabricación de neumáticos, y su estructura general está configurada por cuatro gigantes: Syngenta Crop Protection, Syngenta Seeds, Adama y Syngenta Group China.

Desde el 2020, la compañía ha adquirido la totalidad de las acciones de COFCO International (empresa que lidera el comercio internacional en la Argentina, entre tantas otras naciones), Floranova (de origen británico), The Cropio Group (nacida en ¡Ucrania!) y Valagro (cuya matriz surgió en Italia). Ahora todas ellas están bajo la batuta de Syngenta, es decir, de ChemChina.

La parte romántica del negocio es orientada por Syngenta Flowers, que se encarga de generar coloridas variantes enfocando su plantación en macetas. Esta zona cuasi lateral de la gran firma ya ha absorbido a las grandes productoras de flores de los Estados Unidos, entre otras regiones. Así que, en cierta medida, las plantas que hacen grato su balcón, lector, provienen de ChemChina, a la cual nada se le escapa.

Es muy probable que Johann Rudolf Geigy Gemuseus no imaginara este decurso.

LA VISIÓN ESTRATÉGICAAntonio Aracre fue CEO de Syngenta en la Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia durante los últimos 12 años. Perteneció a la compañía toda su vida –36 años en el plantel, de canillita a campeón- y renunció el pasado 31 de diciembre mientras se proponía “soñar con nuevos desafíos”. El cierre fue a toda orquesta: “Me voy feliz de dejar esta empresa como la número uno del mercado y con la mayor tasa de crecimiento en la industria además de un óptimo nivel de rentabilidad; pero sobre todo con el orgullo de haber desarrollado un equipo profesional sólido y motivado”.

Por entonces deslizó ante Forbes opiniones que lo situaron como muy interesado en la situación económico política nacional. “Desde lo industrial y empresarial preocupa qué va a pasar con los ingresos y cómo se va a administrar el comercio exterior. Hay que hacer algo en materia cambiaria para volver más sustentable el fluir de las reservas y el sistema económico argentino”.

Asimismo, fijó varias posturas: “Una devaluación tradicional no la veo ideológicamente con el gobierno actual y desandando lo ideológico no lo veo como algo productivo en una economía tan dolarizada: devaluar un 50% significa que a los 40 días no ganás ni competitividad ni productividad por el tipo de cambio”, y afirmó que “el gobierno debería estudiar un desdoblamiento, una devaluación gradual, donde dejar dentro del tipo de cambio oficial a la parte de la economía que quiere proteger del encarecimiento de los precios -salud, alimentos o insumos industriales críticos- y dejar flotando en el dólar financiero todo lo demás que tenga que ver con los viajes al exterior y los bienes suntuarios”.

Aunque no se le brindó reverberancia, se metió en un asunto conflictivo y, en cierto punto, determinante. Vicentin“Es para hacer un estudio de comunicación política y prensa. Fue una empresa que le falló al productor. Nosotros operamos en el mercado, también nos dejaron colgados con una buena cantidad. Y como a nosotros, también a muchos productores. Cuando el Gobierno salió a rescatar eso, hubiera sido una buena noticia para el campo si se hubiese comunicado precisamente como un rescate”.

Y a partir de ahí, brindó el eje que atraviesa el interlineado de este artículo. “La visión estratégica de largo plazo del Gobierno al negociar con China” representa un “proyecto clave de integración vertical en la cadena de valor, donde conectamos a los productores argentinos con los importadores en China, lo que significará que les transmitiremos todas las ventajas para mejorar su competitividad”. Bajo su jefatura, Syngenta había anticipado un fuerte plan de inversiones en el país.

PELATE EL CULO. Enseguida fue designado jefe de Asesores del presidente Alberto Fernández. Asumirá el 1 de febrero.

Sus primeras declaraciones por twitt se refirieron a la necesidad de “modernizar” la legislación laboral. Recibió un justo empellón de los sindicatos, no exento de agudas observaciones del camionero cegetista Pablo Moyano. Esto llevó a Aracre a precisar que “Mi intención fue proponer un debate pensando en que los muchos millones de argentinos que hoy tienen un trabajo informal y precario puedan acceder a uno que les garantice una obra social, jubilación y paritarias SIN que se modifiquen los derechos adquiridos del resto”.

En línea con el perfil que cultivó en toda su carrera como “empresario progresista” puso de relieve que es de los pocos CEOs que admiten su homosexualidad, y manifestó “Cuando nací mi viejo trabajaba 14 horas por día en un taxi y mi vieja cosía de noche para ayudar con los estudios de mis hermanas y míos. Este país me dio todo y me acerco a la política para que los pibes recuperen la esperanza de la movilidad social ascendente que tuve yo”.

El retruque de Moyano tuvo su gracia: “Salí a la calle hermano, pelate el culo como se lo pelan los trabajadores camioneros dejando a su familia días y días para llevarse un mango más a su hogar”. Es valioso para la sociedad en su conjunto que el movimiento obrero señale un borde, advierta que no retrocederá.

LAS PREGUNTAS Y LAS CLAVES. Este periodista, que comparte la postura gremial, piensa sin embargo que la cuestión de fondo se asienta en los antecedentes narrados. El debate que surge es filoso y amerita un abordaje en profundidad: este Gobierno, adherente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta lanzada por China, propulsor en acuerdo con el Dragón de la integración a los BRICS, cuenta con esa nación como segundo socio comercial –después de Brasil– y, se observó pocos días atrás, la misma es un apreciable proveedor de swaps.

El proceso multipolar no implica una revolución social; es un avance en la distribución del poder global. Beneficia a los pueblos de un modo indirecto, para nada lineal.

Es razonable suponer que la integración de Aracre a la gestión esté relacionada con el vínculo creciente entre la Argentina y China. Antes de lanzar definiciones abruptas es preciso indagar el sentido profundo del concepto en desarrollo. ¿Es beneficioso para nuestro país el despliegue de esa relación? En principio, quien escribe piensa que .

Pero hay otros interrogantes que no admiten respuestas sencillas: ¿Es correcto insertar en el Estado mismo un representante de una enorme empresa de origen extranjero? (La réplica “ya renunció” es hostil al sentido común). En ligazón: ¿Aracre encarnará al Estado Nacional y lo beneficiará por su conocimiento previo del gigante comercial, o será un delegado chino en nuestro gobierno? ¿No bastaba con convertirlo en un hombre de consulta, externo?

La movida, audaz, tiende a resolver un interrogante que hace rato planteamos en estas páginas. ¿Por qué el Grupo Clarín emerge cual orientador general del bloque de poder? ¿Cómo es posible que en una estructura económica compleja como la Argentina una sola compañía defina la postura empresarial ante el Gobierno, el Poder Judicial y el Congreso? La reciente decisión parece ser una apuesta a fondo que, aunque presentada como una posibilidad de “diálogo con la oposición” en realidad deja de lado a Juntos por el Cambio, la sitúa como fuerza menor sin representatividad en “su” área –el poder económico- y ofrece a numerosos espacios agroindustriales e industriales la posibilidad de respaldar al Estado.

UNA RESPUESTA AUDAZ. La franqueza debe comandar el análisis. Se sabe –y se lamenta, y se condena- que los procesos de crecimiento nacional popular industrial de nuestro país han carecido del necesario respaldo empresarial. Se entiende, además, que toda la región está atrapada por la paradoja que implica el diseño estatal de senderos prolíficos que resultan truncos por la acción de sus beneficiarios. En una de nuestras Fuentes más leídas y recomendadas, titulada COFCO 中粮. China en la Argentina, este cronista se preguntó:

“Si lo que se desea es respetar en estas instancias los poderes establecidos y evitar meter mano en la propiedad privada, ciertas vinculaciones están a mano. ¿Es imposible el despliegue de acuerdos provisorios de mutua satisfacción? El Estado Chino controla la principal acopiadora y exportadora del país”. La integración de Aracre al Gobierno es, probablemente, una respuesta de hecho a la inquietud aquí manifestada dos años atrás.

Existe otro asunto sobre el cual indagar. ¿Y la soja? Un productor mediano, con ideario nacional de rasgos históricos y propuestas de neto corte industrial, lo puntuó claramente para que aquí sea reproducido: “La soja es una planta, como otras. ¡Qué tanto lío con la soja si la trajo el mismísimo general Perón en 1974! Si deja ganancias para el país ¿por qué no producirla en cantidad? Acá el problema no es la soja sino el control estatal sobre los beneficios del comercio exterior”.

Las objeciones conocidas resultan contrastantes. Mientras algunos identifican a Aracre con los monopolios contaminantes, otros señalan que no podrá torcer el brazo de Héctor Magnetto en el liderazgo del confuso empresariado argentino. El primer punto es un debate abierto con el ambientalismo, pues la Argentina no parece en condiciones de abandonar su presencia en los agronegocios sin derrumbarse económicamente; el segundo se asienta en un perfil comunicacional: Aracre, aunque menos difundido que el CEO de Clarín (mafia, se lo calificó) no es un cuatro de copas sino la máxima referencia sur americana de la principal compañía del sector. 

Tal vez por esas razones, el diario La Nación no sabe cómo entrarle a este insólito dilema.

EXPORTACIÓN Y MERCADO INTERNO. Sin embargo, vale tomar con una pinza delicada la palabra “estratégica” ubicada como subtítulo párrafos atrás. Pues la inclinación hacia el desarrollo de las exportaciones –tendencia neta de la economía nacional en el siglo presente- bien puede contribuir a resolver el acopio de reservas y a insuflar vitalidad al Estado, en tanto no se transforme en el único vector de largo plazo. El riesgo aparece cuando lo que podría evaluarse como un rumbo exitoso para afrontar la deuda externa, los recursos del Banco Central y el sostenimiento de parte de la estructura pública, adviene en cerrado camino exportador.

La Argentina necesita sostener y desplegar el concepto de industrialización; el mismo sólo es posible si se aprovechan los ingresos disponibles para, una vez resuelta la emergencia, ampliar la circulación y la compra puertas adentro, fomentando un mercado interno vigoroso. ¿Es posible combinar exportación e industria? De la respuesta a ese interrogante depende la salida del empate ruinoso que mantuvo trabado el crecimiento nacional por décadas. Resulta probable que el Gobierno de Alberto Fernández, que recibió un país en recesión y endeudado, esté intentando esa solución.

Un debate de esta naturaleza sólo es posible si se lo encara analíticamente; es decir, si se desplaza el maelstrom de adjetivos que relevan fundamentos y consideran que basta con un título para especificar la definición. Lo cierto es que la economía argentina, en estos tres años, ha crecido. Eso no implica claridad sobre el devenir, pero es un punto de partida apreciable para re lanzar el Proyecto Nacional. Quizás la próxima administración del Frente de Todos disfrute esa base y la usufructúe en más de un sentido. Aunque no lo reconozca verbalmente.

ELEMENTOS. Este primer texto del 2023 concluye y su autor echa mano al envase de cartón que contiene la histórica yerba mate; vierte parte de su contenido en el cuenco de madera, ubica la bombilla de acero inoxidable y toma el termo (que combina vidrio, plástico y metal) lleno de agua caliente por la acción del gas; ceba, y empieza a pensar.

Para concretar esa sana actividad, repasa el relevamiento de Zurban Córdoba sobre el escenario pre electoral: dice que el Frente de Todos supera por cuatro puntos a Juntos por el Cambio.

Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal