Oliverio Girondo, el primer vanguardista de la poesía argentina

Diciembre es el mes del centenario de la publicación de su primer libro, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, una obra que escribió mientras viajaba por el mundo.

 


«Yo, al menos, en mi simpatía por lo contradictorio -sinónimo de vida- no renuncio ni a mi derecho de renunciar, y tiro mis Veinte poemas, como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto”. Oliverio Girondo

Durante 1920 y 1921 el poeta Oliverio Girondo viajó por España, Francia, Italia, el norte de África y Brasil mientras escribía su primer libro, Veinte poemas para ser leídos en un tranvía.

La obra fue impresa inicialmente en facsímil en diciembre de 1922, en Francia, con ilustraciones del propio autor y dedicado al grupo de La Púa, espacio de discusión que alternaba sus encuentros entre Buenos Aires y París. Años más tarde la obra fue publicada en nuestro país por la revista Martín Fierro y junto a Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges.

“Un libro -y sobre todo un libro de poemas- debe justificarse por sí mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen”, señalaba Oliverio en las líneas iniciales dedicadas a Evar Méndez, director y fundador de la revista Martín Fierro.

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Estos primeros poemas reflejan la vida urbana y las diferencias entre las distintas ciudades que recorrió. Predomina la descripción de imágenes sensoriales en un recorrido imaginario en tranvía que permite unir ciudades como Río de Janeiro, Venecia, Sevilla, Buenos Aires, Brest, Mar del Plata y París, entre otras, invitando al lector a viajar junto al poeta para disfrutar de los diversos paisajes y personajes.

“Los temas que afrontan su obra van modificándose con el tiempo. Desde esa primera poesía vitalista de Veinte poemas para ser leídos en un tranvía, todas esas imágenes que surgen de los viajes, del deslumbramiento y a la vez la ruptura lingüística que propone con la poesía tradicional se van modificando con el correr del tiempo pero al revés de otros autores, acrecientan su vanguardismo”, señaló el escritor Carlos Bernatek. “Digamos que Espantapájaros y En la masmédula, acrecientan su lenguaje propio por ahí un cripticismo mayor en la interpretación, en el uso de las palabras, en el uso del caligrama que le fueron muy frecuentes en sus obras en general».

Octavio José Oliverio Girondo nació el 17 de agosto de 1891 en la ciudad de Buenos Aires. Fue el menor de cinco hermanos de la adinerada familia de Juan Girondo Aramburu y Josefa Uriburu Arenales. Desde muy joven viajó frecuentemente al continente europeo, donde estudió en un colegio inglés del condado de Surrey.

Cursó sus estudios secundarios en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza y en el Colegio Nacional Sud. En 1909 inició sus estudios de Derecho, con la condición de que sus padres le permitieran viajar asiduamente a Europa para poder nutrirse de las nuevas corrientes artísticas.

Entre 1915 y 1916 coescribió con su amigo René Zapata Quesada las obras teatrales La madrastra y La comedia de todos los días mientras se recibía de abogado, profesión que jamás ejerció.

Girondo frecuentaba las principales tertulias literarias de Buenos Aires, como la del Hotel París, donde se reunían los colaboradores de la revista Caras y Caretas, y en la que conoció al poeta Baldomero Fernández Moreno. En uno de sus viajes europeos conoció en Milán al pintor argentino Emilio Pettoruti. En 1919 fundó con Ricardo Güiraldes y Evar Méndez la editorial Proa.

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En 1923 se publicó su segundo libro de poemas, Calcomanías, dedicado a España. Tres años más tarde, Girondo participó del Primer Salón de Escritores organizado por Guillermo Korn desde la revista Valoraciones de La Plata. Allí exhibió seis acuarelas que son reproducidas junto a las obras de otros escritores como Güiraldes, Borges, Marechal, Cayetano Córdova Iturburu y Ricardo Molinari.

En 1932 se publicó Espantapájaros, un libro heterogéneo que contiene un caligrama, prosas poéticas y poemas en verso. Para promocionarlo, el poeta había organizado una caravana por Buenos Aires con la réplica en papel maché del muñeco que el pintor José Bonomi dibujó para la portada del libro. El evento incluía el incendio de la figura en el patio de la Sociedad Argentina de Escritores, que fue suspendido por sugerencia de su novia. Sus poemas se caracterizaban por la búsqueda incesante de nuevos ángulos desde donde abordar la realidad. En 1937 lanzó el poemario Plenilunio y ese mismo año Interlunio, su única obra escrita en prosa de ficción con once aguafuertes ilustradas por Lino Enea Spilimbergo.

Sus últimas obras fueron Persuasión de los días (1942), Campo nuestro (1946), En la masmédula (1953) con una segunda edición extendida que apareció en 1956 que sumó una decena de nuevos poemas. Tres años más tarde, publicaría con el escritor Enrique Molina una traducción de Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.

En 1943 se casó con la también escritora Norah Lange, con quien estuvo durante diecisiete años de su vida. En 1961, Girondo sufrió un accidente automovilístico que lo dejó inválido. En 1962 grabó un disco en el que leyó veintitrés poemas de En la masmédula para una antología sonora dirigida por Arturo Cuadrado y Carlos Mazzanti.

Además de poeta. Girondo fue también un apasionado por la gastronomía, bailarín de tango, coleccionista de piezas de arte, libros y objetos, y un gran dibujante. Falleció el 24 de enero de 1967 y dejó un legado enorme que hoy es parte del tesoro de la cultura nacional.

 

Escrito por Noticias Argentinas