Ucrania es sólo el principio- Por Konstantin Sivkov

Las consecuencias geopolíticas de la operación especial cambiarán toda la imagen del mundo

(Traducido al inglés y prologado por el Teniente Coronel Charles K. Bartles, de la Reserva del Ejército de Estados Unidos).  Traducción al español  NN
[Prólogo del Teniente Coronel Bartles:
El artículo de Konstantin Sivkov que presentamos a continuación -«Ucrania es sólo el principio: Las consecuencias geopolíticas de la operación especial cambiarán toda la imagen del mundo»- se publicó en la edición del 28 de marzo de 2022 del Voyenno-Promyshlennyy Kuryer. Hasta su cierre en marzo de este año, era un destacado semanario conservador  centrado en temas militares y de defensa.
Sivkov es un oficial naval retirado y graduado de la Academia de Estado Mayor que sirvió en el Centro de Investigación Militar-Estratégica del Estado Mayor desde 1995 hasta 2007. También es doctor en Ciencias Militares y miembro de la Academia Rusa de Ciencias de Misiles y Artillería, y ha publicado más de 200 artículos sobre los procesos de la lucha armada, la naturaleza de las guerras modernas y los conflictos armados, y el desarrollo organizativo de las Fuerzas Armadas. Además, es cofundador y primer vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, una organización científica no gubernamental independiente especializada en el análisis militar.
Es importante señalar que Sivkov procede de la influyente comunidad científico-militar, que incluye elementos del Estado Mayor, la Academia Rusa de Ciencias Militares, partes del mundo académico y centros de estudio (think tanks) rusos. Esta comunidad no sólo se ocupa de investigar y desarrollar tecnologías de utilidad militar; también desempeña un papel en el desarrollo de la estrategia, las operaciones y las tácticas militares rusas, así como en la comprensión y el desarrollo de recomendaciones políticas sobre cuestiones geopolíticas. En consecuencia, dados los antecedentes de Sivkov, sus estrechos vínculos con el gobierno y las severas sanciones que rigen en Rusia para quienes critican a su conducción militar o difunden «noticias falsas» (fake news), podemos dar por seguro que el preciso artículo de Sivkov refleja la visión del círculo íntimo del Kremlin en lo que se presenta como una explicación «global» de las ramificaciones de la invasión rusa de 2022 de Ucrania en el contexto de una «guerra global» contra Occidente dirigida por Estados Unidos.
Sivkov comienza exponiendo el argumento de que a Rusia se le opone una coalición de Estados clientes, en su mayoría occidentales, dirigida por Estados Unidos. Esta interpretación coincide ciertamente con otros comentarios de los dirigentes rusos, ya que consideran que sólo unos pocos Estados -como Rusia, China y Estados Unidos- son verdaderamente soberanos. Sostienen además que los Estados más pequeños y/o débiles deben caer inevitablemente en la órbita de una potencia mayor. Sivkov agrega que esta coalición no sólo se opone a Rusia; de hecho, afirma, está en guerra contra ella desde hace mucho tiempo, aunque sea una guerra «híbrida», de medios económicos e informativos, que todavía no ha llegado a ser una guerra «de disparos». Por lo tanto, el Kremlin no ve la invasión de Ucrania en 2022 como un conflicto local entre dos naciones, sino como un frente dentro de una guerra mayor, entre Rusia y Occidente, en la cual Ucrania sólo es un segundón en la guerra por procuración contra Rusia que viene llevando Occidente. Este es el pensamiento que hay detrás de cínicas declaraciones rusas como ‘la OTAN luchará hasta el último ucraniano muerto’.
Quizá lo más destacado del artículo de Sivkov sea la explicación del conflicto entre Occidente, el papel de Ucrania en él y las consecuencias para el éxito o el fracaso de la actual campaña rusa. En general, el Kremlin considera que su conflicto con Occidente se produce entre dos visiones del mundo que compiten entre sí. La visión occidental (desde el punto de vista del Kremlin) es la del globalismo con Estados nación más débiles, élites globales y valores universales. El Kremlin propone una visión muy diferente, con un sistema multipolar (no dominado por Estados Unidos) que hace hincapié en el poder estatal, las élites nacionales y los valores tradicionales. Estas posiciones se excluyen mutuamente: el éxito de una significa el fracaso de la otra. Sivkov explica que lo que ocurra en Ucrania contribuirá en gran medida a reforzar una de estas narrativas y a debilitar la otra. Además, el éxito de esta campaña no sólo se traducirá en la imposición de la voluntad de Rusia en Ucrania, sino que también impulsará su narrativa en el mundo. Por lo tanto, la campaña ucraniana es de suma importancia para el Kremlin y no se dejará disuadir fácilmente de sus objetivos en Ucrania ni por la presión internacional ni por la nacional. Quizá el aspecto más inquietante del artículo es que el Kremlin no cree que el conflicto vaya a detenerse una vez resuelta la situación de Ucrania. Por el contrario, considera que Ucrania es sólo el comienzo de un conflicto posiblemente mucho mayor entre Rusia y Occidente.]

*_Ucrania es sólo el principio_*

*LAS CONSECUENCIAS GEOPOLÍTICAS DE LA OPERACIÓN MILITAR ESPECIAL CAMBIARÁN TODA LA IMAGEN DEL MUNDO*
por Konstantin Sivkov
La nota original está disponible en ruso en Konstantin Sivkov, “Украина—только начало: Геополитическим последствием спецоперации станет изменение” [Ukraine is just the beginning: The geopolitical consequences of the special operation will change the entire view of the world], Voyenno-Promyshlennyy Kuryer, 28 March 2022, https://vpk-news.ru/articles/66370.]
_La operación militar especial (OME) de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en Ucrania sigue en desarrollo [N. del traductor al castellano: El ensayo se publicó alrededor de un mes después del inicio de la OME]. Se están produciendo graves cambios en la naturaleza del uso operativo del grupo de fuerzas rusas, lo que indica un cambio cualitativo en el curso de la lucha armada. En estas condiciones, surge la pregunta: ¿qué ocurrirá a continuación, dejará Occidente de presionar a Rusia e iniciará las negociaciones, como esperan muchos rusos, o viceversa, la presión se hará aún más feroz, surgirán nuevos conflictos armados?_
*La Operación Especial, ¿Tercera Guerra Mundial o Guerra del Tercer Mundo?*
Para responder a estas preguntas, hay que recurrir a un análisis político-militar de la situación, centrándose en sus aspectos clave, que permiten identificar con precisión las relaciones entre Rusia y el Occidente unido.
En primer lugar, cabe destacar que Occidente actúa como un sistema único. Esto se expresa en el hecho de que existe una coherencia tanto en las acciones como en el tiempo de todos los países de la OTAN liderados por Estados Unidos, así como de sus aliados en el Océano Pacífico -Japón y Australia- para ejercer un complejo de medidas de presión sobre la Federación Rusa. Esto da la base para afirmar que a Rusia se le opone una coalición de estados, incluyendo un centro de poder global -Estados Unidos- y una serie de centros regionales -Japón, Alemania y Francia-. Por lo tanto, existe un enfrentamiento abierto de la coalición a la cabeza de un centro global de poder contra otro centro global, cuyos socios no son tan numerosos: Belarús es ahora abiertamente un aliado de Rusia, pero tiende a expandirse.
En segundo lugar, el conjunto de medidas con las que Occidente eligió enfrentar a Rusia puede considerarse una guerra económica abierta. La UE ha impuesto casi toda la gama de sanciones más graves que puede aplicar. Así lo anunció abiertamente Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo. Es decir, hay una presión, propia del estado de guerra, sobre todos los recursos posibles de los países participantes. Hasta ahora, Rusia no ha respondido realmente, excluyendo acciones simétricas e ineficaces. Sin embargo, las sanciones occidentales ya han infligido graves pérdidas económicas a la UE y a Estados Unidos, que amenazan con convertirse en problemas sociales en el futuro. No obstante, continúa la expansión de la presión de las sanciones en zonas secundarias. Esto atestigua la extrema determinación de la coalición occidental, que es también uno de los signos de la guerra.
En tercer lugar, Occidente está llevando a cabo una política exterior extremadamente activa hacia los países que tienen una posición relativamente neutral para conseguir que se unan a su coalición o al menos evitar que apoyen la política rusa. Se están haciendo esfuerzos especialmente grandes en dirección a China para lograr una ruptura en la emergente alianza ruso-china.
En cuarto lugar, la lucha de la coalición occidental contra Rusia en la esfera de la información tiene todas las características de un período de guerra: la acritud, el desprecio de toda norma moral, la influencia masiva, el uso de falsificaciones a corto plazo que tienen importancia operativa o táctica, pero que no están diseñadas para tener consecuencias a largo plazo. Además, la unidad del plan de información en todos los medios de comunicación de los Estados Unidos y los países de la OTAN.
En quinto lugar, la prestación a Ucrania, que está llevando a cabo un enfrentamiento armado con Rusia, de asistencia militar a gran escala, teniendo en cuenta sólo las restricciones de importancia crítica [N. del T.: claramente, aquí Sivkov se refiere a la negativa persistente de la OTAN en entregarle armas nucleares al régimen de Kiev]. De hecho, Occidente no puede ofrecer más armas que las que se suministran actualmente a Ucrania: sólo sistemas de armas portátiles de pequeño tamaño. No tiene sentido suministrar elementos más grandes y complejos, ya que serán rápidamente identificados y destruidos, y los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania simplemente no tienen tiempo para dominarlos: el tamaño del territorio del país y el ritmo de avance de las tropas rusas y las unidades policiales de la LPR [República Popular de Luhansk] y la DPR [República Popular de Donetsk] no lo permiten. Al mismo tiempo, es imposible prestar asistencia militar a Ucrania mediante la intervención directa de los ejércitos de los países de la OTAN en el enfrentamiento armado ruso-ucraniano debido al altísimo riesgo de que el conflicto se convierta en nuclear o, al menos, se traduzca en grandes pérdidas de las tropas de la alianza. Incluso la introducción de una zona de exclusión aérea puede provocar pérdidas inaceptables de aviones de la OTAN y de Estados Unidos debido a las peculiaridades de la situación operativa-estratégica y a las condiciones militar-geográficas. Además, incluso con la evidente baja eficacia de la actual gama de armas, éstas siguen acumulándose, lo que indica el deseo de Occidente de impedir la completa derrota de las Fuerzas Armadas de Ucrania y del actual gobierno nazi ucraniano a cualquier precio. Así, la naturaleza de las acciones de la coalición occidental corresponde plenamente a un período de guerra.
En sexto lugar, hay que señalar cuáles son los objetivos decisivos de las partes. La coalición occidental persigue el objetivo de derrotar a Rusia induciendo en el país un golpe de estado para eliminar el actual gobierno encabezado por el presidente Putin -la eliminación física no está descartada- para establecer sobre Rusia  un control indiviso de las élites globales y occidentales. Por parte de Rusia, el objetivo de la campaña es poner fin a los intentos de Occidente y de otros actores mundiales de expandirse en el espacio postsoviético. La eliminación del régimen nazi en Ucrania, que es la fuente más inmediata de amenaza militar e ideológica en este contexto, es sólo una parte de la tarea estratégica. La resolución con que establecieron ambos bandos del conflicto los objetivos del enfrentamiento es un signo importante del conflicto interestadual entre ellos.
En séptimo lugar, y más allá del resultado del enfrentamiento entre la coalición occidental y Rusia, se producirá una remodelación radical del sistema de relaciones regionales, e incluso de la imagen geopolítica del mundo, lo que también es un signo de guerra, y de guerra a gran escala además.
Por último, no se puede dejar de mencionar la actividad sin precedentes de la «quinta columna», que comenzó a actuar casi abiertamente, condenando y saboteando las acciones del presidente y de las Fuerzas Armadas rusas. Baste recordar la huida de Rusia bajo diversos pretextos de varias «estrellas» y «destacados empresarios», así como el «Diálogo de expertos sobre la reducción de riesgos entre la OTAN y Rusia: un llamamiento conjunto para un alto el fuego y la reducción de riesgos», fechado los días 2 y 3 de marzo de este año, en el que el primer párrafo afirmaba explícitamente: «Todas las partes deben acordar inmediata e incondicionalmente un alto el fuego, adoptar medidas coordinadas para desescalar la situación y negociar un acuerdo político.» [Sivkov hace referencia a https://www.europeanleadershipnetwork.org/group-statement/the-expert-dialogue-on-nato-russia-risk-reduction-a-joint-appeal-for-a-ceasefire-and-risk-reduction/] En las condiciones actuales, esto es en realidad una exigencia de rendición de Rusia ante Ucrania y ante el Occidente unido que está detrás suyo.
Por lo tanto, podemos decir con seguridad que Rusia está actualmente en guerra con el Occidente unido. Se trata de una guerra de naturaleza diferente a las que tuvieron lugar en el siglo XX. No puede ser declarada porque en esencia Occidente la ha encarado como una clásica guerra híbrida: Rusia en Ucrania, está llevando a cabo una operación militar especial y aún no ha comenzado a actuar como si estuviera en una guerra híbrida. Después de todo, hasta el gas sigue fluyendo hacia Europa, incluso a través del GTS [gasoducto] de Ucrania. Pero si observamos la escala de esta guerra híbrida con Occidente encontramos todos los sellos de una guerra mundial: coaliciones opuestas, lideradas por centros de poder globales, han entrado directamente en una confrontación militar, aún cuando sólo en las esferas económica e informativa; lo decisivo de sus objetivos; el recurso a todos los medios posibles de confrontación; la negativa a cumplir con las normas legales en tiempos de paz para sustituirlas por el principio de conveniencia militar a un escala prácticamente global; el intento de atraer al conflicto a la mayoría de los países del mundo según el criterio de «si no estás con nosotros, entonces estás contra nosotros»… Todo eso es decir que estamos hablando del comienzo de la tercera guerra mundial, que sigue teniendo lugar en una forma híbrida refinada: la coalición occidental lleva a cabo la confrontación armada utilizando a sus apoderados, las Fuerzas Armadas de Ucrania, en un TOM [teatro de operaciones militares] limitado al territorio ucraniano, pero lleva a cabo una guerra económica y otra de información global a gran escala contra nuestro país.
Se nos podría objetar que es demasiado pronto para hablar de una guerra mundial. Pues bien, comparemos la situación mundial actual con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Ésta comenzó el 1 de septiembre de 1939, con el ataque de la Alemania nazi a Polonia. Francia y Gran Bretaña declararon inmediatamente la guerra a los alemanes, obligados por un acuerdo con Polonia. Sin embargo, habiendo declarado la guerra, no movieron un dedo para atacar a Alemania desde el oeste, donde Hitler no tenía tropas listas para el combate. Polonia luchó sola, sin ninguna ayuda de sus aliados occidentales, ni siquiera en forma de suministro de armas. Lo único que hicieron los británicos y los franceses fue iniciar un bloqueo económico de Alemania. ¿A qué nos recuerda eso? De hecho, la situación en el otoño de 1939 es estructuralmente idéntica a la actual: los tres principales centros geopolíticos de la época entraron oficialmente en la guerra -Alemania, por un lado, y Gran Bretaña y Francia, por otro-, y las batallas tuvieron lugar sólo en Polonia, donde la Wehrmacht contó con la oposición de las Fuerzas Armadas polacas, que pueden considerarse como representantes de las potencias occidentales. Sólo diferían los intereses: en aquel momento, Francia y Gran Bretaña estaban interesadas en la derrota de Polonia para que su apoderado de mayor nivel -Hitler- pudiera atacar a la URSS; es por eso que hoy, para el Occidente unido, la derrota de la Ucrania nazi significaría una fuerte derrota estratégica. Así pues, el 24 de febrero de 2022, los historiadores militares del futuro bien podrían reconocer la fecha del inicio de la Tercera Guerra Mundial.
*¿Y ahora qué se viene?*
Sobre la base de esta comprensión de la esencia del momento histórico actual, es posible predecir el desarrollo de la situación geopolítica mundial y la dirección de los esfuerzos estratégicos de las partes en conflicto. Hay que decir que si consideramos el aspecto puramente militar de la operación especial en Ucrania, la derrota de las Fuerzas Armadas de Ucrania y de todo el gobierno nazi está predeterminada en un plazo bastante corto. Hay muchos indicios de ello. Entre ellos están los cambios en la forma de emplear la aviación rusa; la aparición de prisioneros de guerra de bastante alto rango que han depuesto las armas voluntariamente; las acciones de las élites occidentales que carecen por completo de sentido desde el punto de vista militar y económico, como el suministro de sistemas de defensa aérea S-300 a Kiev desde Eslovenia o las exigencias para que Turquía regale sistemas de defensa aérea S-400 a los ucranianos; los discursos francamente decadentes de los dirigentes de Ucrania y una serie de otros. En estas condiciones, _*sólo la traición política puede impedir la derrota completa del régimen nazi ucraniano, si la «quinta columna» logra un cese de las hostilidades antes de que las Fuerzas Armadas de Ucrania sean totalmente derrotadas y obligadas a una rendición completa e incondicional*_ (el resaltado es del traductor al castellano).
Sin embargo, independientemente del resultado de la operación especial en Ucrania, la guerra de la coalición occidental contra Rusia será cada vez más intensa: las élites occidentales y mundiales no pueden detenerse sin derrotar a Rusia o sufrir una derrota final en esta guerra. Al fin y al cabo, lo que está en juego es la forma del mundo futuro, del que sólo hay dos variantes. Una es la proclamada proclamó por Klaus Schwab, portavoz de los globalistas. En ella no hay lugar para los Estados y las élites nacionales: el mundo está controlado por las empresas transnacionales y, de hecho, está privatizado por ellas. Una alternativa a ella es el concepto de un mundo multipolar proclamado por nuestro presidente [Vladimir Putin, N. del T. al castellano] el año pasado en el foro de Davos y en posteriores cumbres internacionales clave, donde los Estados siguen siendo los sujetos de la política mundial y no hay lugar para el poder global de las corporaciones transnacionales y las correspondientes élites.
Estas dos opciones se excluyen mutuamente. La victoria de una de ellas significa el inevitable colapso, la muerte -al menos política y económica- y la desaparición histórica de los portadores y beneficiarios de la opción alternativa. Por lo tanto, la lucha tiene un carácter extremadamente duro, cuando se utilizan todos los medios que se pueden emplear sin arriesgar su propia muerte inmediata. Para las élites occidentales y mundiales, la tarea central en este camino es la derrota y el sometimiento de Rusia, ya que hasta ahora es el único líder que ha proclamado una agenda mundial alternativa al globalismo. _*Rusia tiene un potencial nuclear capaz de destruir físicamente a las élites globales y a todo el mundo occidental. Sin la unificación de los potenciales nucleares ruso y estadounidense bajo el control de los globalistas, es imposible poner de rodillas a China*_ (el resaltado es del traductor al castellano). Por lo tanto, la derrota de Rusia -iniciando allí una revolución en los próximos años (dos o tres)- es una tarea vital para los globalistas y las actuales élites occidentales.
La derrota de la Ucrania nazi significará el colapso de toda la estrategia construida por Occidente y los globalistas durante los últimos veinte años. Las consecuencias de esta derrota podrían ser catastróficas para los globalistas y pueden tener una escala geopolítica. Señales de ello se manifiestan ya hoy en el incipiente acercamiento de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí a Rusia, la dura posición de China en la cuestión ucraniana, la exigencia de Venezuela de reconocer a Maduro como presidente legítimo del país como condición para iniciar negociaciones con Estados Unidos sobre el suministro de petróleo, y otra serie de manifestaciones similares que indican una pérdida de autoridad de Estados Unidos y Occidente en el orden mundial general. El resultado de la derrota de la Ucrania nazi será una fuerte caída de la influencia en el mundo de Estados Unidos y, en general, de Occidente, que tendrá las más graves consecuencias para la economía. En estas condiciones, la venganza por la derrota ucraniana puede convertirse en el principal _leitmotiv_ de la geopolítica estadounidense y europea.
A su vez, la terminación de la operación especial con la preservación del régimen actual, incluso con una serie de garantías de diversos tratados, significará una derrota militar para Rusia. Y las consecuencias de esto serán muy graves, principalmente en la situación sociopolítica interna. Tal paso tendrá un impacto negativo en la posición internacional y el status de nuestro país.
Por lo tanto, aumentará la escalada de la tensión en el mundo, especialmente la militar, y podemos esperar la siguiente etapa del período inicial de la Tercera Guerra Mundial o de la Guerra del Tercer Mundo. Es muy probable que su contenido principal, basado en el esperado equilibrio de poder global tras los resultados de la operación especial en Ucrania, sea la división final de los estados del mundo en coaliciones opuestas, la confrontación económica e informativa, y como la creación de zonas de confrontación armada entre formaciones irregulares y fuerzas armadas regulares de países que sean dependientes de los principales centros de poder. En cada una de las coaliciones se identificará claramente un núcleo, que incluirá a los centros de poder líderes con sus aliados más cercanos, que persiguen estrictamente una política común y participan activamente en la lucha, y la periferia (países que apoyan esta coalición pero que sólo participan en sus acciones de forma limitada). El núcleo de la coalición occidental será Estados Unidos y Gran Bretaña, y probablemente Francia, Alemania y Turquía. La periferia estará formada por el resto de los países de la UE, orientados hacia la civilización occidental o los estados de América Latina, Oriente Medio y África que dependen de ellos. El núcleo de una coalición alternativa podría ser Rusia, Bielorrusia y China, y probablemente Corea del Norte e Irán. La periferia puede estar formada por el resto de los países de la OTSC, así como por los países de las regiones mencionadas anteriormente, orientados hacia Rusia y China, en particular Siria.
En el marco de esta etapa, la coalición occidental centrará sus principales esfuerzos en resolver el problema de la derrota final de Rusia iniciando un cambio inconstitucional de poder en Moscú para, en consecuencia, tomar allí el control. A tal fin continuará una guerra económica e informativa sin límites; estará combinada con intentos de crear focos de conflictos armados internos y externos, e incluso guerras locales en el territorio de nuestro país o cerca de sus fronteras. Las posibles zonas en las que la coalición occidental puede intentar iniciar conflictos militares en Rusia pueden ser: las zonas adyacentes a Ucrania, el Cáucaso Norte, las regiones deprimidas, así como las regiones de la Federación Rusa con una importante población islámica. Las posibles zonas de conflictos militares externos a los que podría verse arrastrado nuestro país podrían ser Ucrania (donde Occidente intentará desplegar y apoyar al movimiento de partidarios de Stepan Bandera), los países de Asia Central con regímenes inestables o reivindicaciones territoriales de sus vecinos, así como los fronterizos con Afganistán. Bajo ciertas condiciones, la más importante de las cuales puede ser la finalización de la operación especial sin lograr los objetivos previstos, no se puede descartar que Estados Unidos intente empujar a Japón hacia una solución militar del problema de los territorios del norte [Se refiere al conflicto por la soberanía de las islas Sajalín, que el Imperio de los Zares tomó de China y posteriormente fueron ocupadas en parte por Japón entre la revolución de 1917 y la Segunda Guerra Mundial, N. del T.]
Lo más probable es que Rusia se vea obligada a tomar medidas económicas radicales contra la UE, hasta el cierre total de los suministros de energía y otras materias primas, mientras resuelve simultáneamente las tareas de defensa de las amenazas que plantea la coalición occidental, prestando especial atención a las militares. China, sometida al debilitamiento de la posición de Estados Unidos en el mundo y a la disminución de la integridad y el potencial económico del bloque de la OTAN, que será el resultado de las sanciones a Rusia, puede optar por darle una solución de fuerza al problema de Taiwán. En este contexto, cabe esperar un fuerte aumento de la tensión militar en torno a Irán. _*En América Latina y África también es probable que se intensifiquen conflictos entre los países que se encuentran en la periferia de las coaliciones opuestas*_ (resaltado del traductor al castellano).
¿Cuánto durará este período de la Tercera Guerra Mundial? Puede oscilar entre uno y tres años. Terminará con la formación de las coaliciones opuestas y la aparición de claras zonas de confrontación armada, donde se crearán las condiciones para el inicio de la confrontación armada directa entre los ejércitos y las armadas de las principales potencias mundiales. El inicio de este nuevo período pondrá al mundo al borde de la guerra nuclear.
Y se puede suponer con una alta probabilidad, que con la aparición de un precedente de conflicto todas las partes en conflicto tomarán medidas para evitar una mayor escalada. Al mismo tiempo, la etapa actual de la Tercera Guerra Mundial puede terminar si Estados Unidos, el principal centro de poder del mundo, se retirase de la coalición occidental. Esto es posible como resultado de un creciente conflicto interno que está creciendo en la sociedad estadounidense, expresado en la confrontación entre las élites nacionales y globalistas. Es posible que entre en una fase aguda después de las elecciones de otoño, cuando Estados Unidos se sumerja en la resolución de sus problemas internos, lo que puede conducir a una disminución de la tensión internacional y al inicio de una desescalada del enfrentamiento entre Rusia y la coalición occidental. (esta previsión de Sivkov, quizás una expresión de deseos, no parece estar cumpliéndose; sí, en cambio, empiezan a haber rupturas en torno a la «lealtad» de los diversos componentes de la UE, empezando por Alemania, nota del traductor al castellano.)
[EL TRADUCTOR AL CASTELLANO RESUME, PARA USO DE LOS LECTORES LATINOAMERICANOS, LAS TRES CUESTIONES QUE LE PARECEN SUSTANCIALES EN ESTE ENSAYO INTERPRETATIVO DE UNA REALIDAD MILITAR EN CURSO:]
En relación a la situación de Rusia Sivkov enfatiza que a su juicio _*sólo la traición política puede impedir la derrota completa del régimen nazi ucraniano, si la «quinta columna» logra un cese de las hostilidades antes de que las Fuerzas Armadas de Ucrania sean totalmente derrotadas y obligadas a una rendición completa e incondicional*_. Creemos que esto de «quinta columna» es un elegante modo de sustraer del análisis la cuestión de la lucha de clases en la Federación Rusa, y del mundo en general.
Pero no hay «quinta columna» capaz de derrumbar una nación dispuesta a alzarse contra la opresión si no tiene las otras cuatro. En el aparente origen del término estaría una declaración de Francisco Franco (o del general Mola, subordinado suyo, en el sentido de que en 1936 tenía cuatro columnas marchando sobre Madrid y una quinta que operaría desde adentro, en actividades de resistencia y boicot.
Si generalizamos el concepto, podemos decir que para que el sabotaje tenga éxito necesita ante todo una población desanimada, un campo defensor desorganizado, una economía descontrolada y en manos ajenas al interés general, y una derrota cultural general de aquellos a los que ataca. Es decir, en el caso de la defensa nacional de un país necesita una previa victoria de la contrarrevolución y la consecuente segregación de los elementos más vacilantes de las clases dominantes, que se pasarían al bando enemigo mientras las clases explotadas y oprimidas no atinan a encontrar líderes capaces de aglutinarlas y convocarlas a alzar la apuesta revolucionaria.
Esperemos que la dirigencia rusa entienda que lejos de haber sido una desgracia, como parece seguir creyéndolo, este legado de pensamiento marxista de la realidad social contiene la llave de las pasadas victorias de su país en la guerra contra el Occidente imperialista y el secreto de su futura y eventual victoria. Que se deje de hablar de élites de una buena vez y denomine a cada una de las clases dominantes según su posición en la estructura productiva. No imagina quizás en cuánto habrá precisado su comprensión de la realidad si retorna a sus mejores fuentes, al nacionalismo internacionalista del proletariado soviético y su Ejército Rojo.
La segunda, y quizás uno de los más agudos planteos de Sivkov, es la siguiente: _*Rusia tiene un potencial nuclear capaz de destruir físicamente a las élites globales y a todo el mundo occidental. Sin la unificación de los potenciales nucleares ruso y estadounidense bajo el control de los globalistas, es imposible poner de rodillas a China*_. Dicho sea de otro modo, el sentido de toda la guerra que se libra en Ucrania es dejarle manos libres para emprender un ataque nuclear contra China (si fuera necesario) a Estados Unidos, la Unión Europea y las potencias asociadas, desde Japón hasta el Reino Unido pasando por Corea del Sur y Australia.
Aquí se responde la pregunta (en la versión en inglés una alusión) a si estamos en la Tercera Guerra Mundial o la Guerra del Tercer Mundo: la Tercera Guerra Mundial ES la Guerra del Tercer Mundo, y viceversa. Para las masas expoliadas del Sur Global Rusia y la China son lo que Ucrania es para los regímenes imperialistas de la autodefinida «comunidad internacional» occidental.
Por último, y como una especial advertencia a América Latina y el Caribe, más valiosa por cuanto no ha sido redactada con ese público en mente, es esta afirmación de Sivkov: _*En América Latina y África también es probable que se intensifiquen conflictos entre los países que se encuentran en la periferia de las coaliciones opuestas*_. Es decir, NUNCA FUE MÁS URGENTE LA UNIDAD LATINOAMERICANA QUE AHORA. No vamos a poder salir de la Tercera Guerra Mundial sin conflictos fratricidas de dimensiones jamás vistas con anterioridad si nos mantenemos separados. La hostilidad colombo-venezolana va a ser juego de niños.
Y ya que llegamos hasta aquí, permitásenle al traductor al castellano -como única remuneración por su tarea- comentar el léxico empleado por el Teniente Coronel Bartles en su texto introductorio (no las hacemos por ningún otro motivo que para mostrar hasta qué punto este militar estadounidense expresa con la mayor precisión el punto de vista globalista de la OTAN):
Bartles define al grupo que rodea a Putin como «conservador»; ése es el término elegido por el estáblishment imperialista contemporáneo para todas las fuerzas que se resisten a sus intenciones «modernizadoras» (y colonialistas) en cualquier parte del mundo. En Estados Unidos corresponde también, por lo tanto, a cualquier fuerza que se oponga a su «destino manifiesto». Para esa mirada de la realidad, Mauricio Macri es «modernizador» y el peronismo es «conservador». Equivale a lo que en los siglos XIX o XX se denominaba «bárbaro» o «feudal»: el Mahdi que quería mantener la independencia de Sudán, por ejemplo, o nuestros gauchos y caudillos federales.
Este traductor tampoco puede dejar de hacer algunos comentarios sobre el uso del adjetivo «cínico» por parte de un teniente coronel del ejército estadounidense. Sólo necesita recordar aquí que entre otras muchísimas cosas ese ejército asesinó millones de iraquíes después de que su comandante en jefe Colin Powell argumentara ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, empuñando un honesto frasquito probablemente vacío, que Irak tenía armas de destrucción masiva (ninguna investigación posterior proporcionó un solo dato que refrendara semejante pretexto). Tampoco quiere dejar de mencionar la oscura pero oportuna explosión del Maine en provocadora presencia en la Bahía de la Habana en 1898 (que fue convertida en pretexto para la guerra contra España y punto de partida definitivo de la marcha de Washington hacia la conquista del planeta entero). Para coronar el festival de cinismo este traductor al castellano desea decir también que Estados Unidos inició su propia independencia disfrazando de indígenas estadounidenses a una banda de facinerosos de clase alta bostoniana que arrojaron al agua un cargamento de té con tal de no pagar los impuestos que Su Majestad Británica exigía de ellos, sus leales súbditos.]