PASO a paso. Por Eric Calcagno

Mucho escuchamos hablar de las célebres PASO en estos tiempos, esas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias con las que no se sabe bien qué hacer. Votadas en 2009, son similares a las jornadas de elección en cuanto a la obligatoriedad de la ciudadanía, aunque la originalidad radica en que es posible elegir entre varias listas de un mismo partido. De este modo quedan conformadas las listas para las elecciones definitivas.

Como sucede con toda ley, el tiempo ha señalado los alcances y los límites de las PASO. Quienes prefieren establecer una lista única, esto es sin competencia interna, ofrecerán a los electores una sola nómina. Quienes propician la competencia dispondrán de diferentes listas, dentro de la corriente de opinión dominante en su partido.

Cabe aquí una primera reflexión, que es que las agrupaciones que proponen varias listas en las PASO comienzan la campaña electoral antes que los de la lista única. Los de una sola lista parecen partir con atraso en la contienda electoral, con la agenda ya establecida por sus competidores. Así el PRO ha utilizado contra el peronismo una ley ideada por el peronismo. ¡Vaya!

De este modo han surgido diferentes propuestas. Eliminar las PASO implica volver a las internas partidarias, o imponer listas con nombres más o menos consensuados o impuestos. No parece la mejor de las soluciones. Una opción posible es que las primarias sean obligatorias sólo para las personas afiliadas a un partido político, sobre la base del padrón de afiliados cruzado con el padrón nacional, habilitados a ejercer ese derecho únicamente en su interna partidaria.

No es necesario convocar al conjunto de la ciudadanía para decidir lo que  corresponde a los militantes de los partidos, que además son asociaciones reconocidas por la Constitución como esenciales a la vida democrática, y recuperarán así mayor protagonismo: cada cual podrá mostrarse como es.

También han surgido ideas en cuanto a la eliminación de las elecciones de medio término. Es una idea que lanzó Gabriela Michetti en 2017, por entonces vicepresidenta durante el gobierno de Mauricio Macri. Fundamentaba esa posición la supuesta imposibilidad de aplicar determinadas acciones, achicar el gasto político, y por supuesto la opinión popular, siempre compleja para la derecha liberal. Muchos dijimos por entonces que eso era “menos democracia”. Por último, y al momento de escribir estas líneas, parece que existen iniciativas para convertir la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en unicameral. Y hasta sugieren la reducción de la representación municipal.

En el fondo, estas apreciaciones adolecen de graves errores. Uno de ellos es creer que los problemas políticos tienen soluciones técnicas: eliminar turnos electorales, reducir la representación popular, tanto por población (Diputados) como por territorio (Senadores) e incluso a nivel municipal no resolverán los problemas económicos, sociales e institucionales. El otro error, definitivo, es considerar que es posible resolver mediante una cuestión de cantidad –achicar la representación- lo que es un asunto de calidad: gobernar para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.

 

Eric Calcagno

Sociólogo. Ex embajador argentino en Francia. Senador Nacional (MC).  Diputado Nacional (MC)