Andrés Asiain: «La estabilización de los precios es hoy una necesidad económica de cualquier proyecto político»

El docente de Universidad de Avellaneda y titular del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, Andrés Asiain, dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre su propuesta económica para enfrentar la inflación. «Debemos ir a un congelamiento total por tres meses, que permita parar la inercia actual», aseguró. ¿Cómo se hace?

 


AGENCIA PACO URONDO: Vienen planteando la necesidad de un “plan de estabilización heterodoxo”. ¿Cómo sería?

Andrés Asiain: En los niveles que está, la inflación es peligrosa, estamos al borde de un escenario de desestabilización económica. Estamos en el umbral de los tres dígitos y ya es considerada una muy alta inflación y eso empieza a poner en riesgo el funcionamiento normal de la economía en todas las cuestiones. En todos los niveles. A nivel empresario, cualquier decisión de inversión o de producción se vuelve muy difícil de tomar porque la inestabilidad de los precios hace que haya una incertidumbre total sobre cuál va a ser el costo salarial, energético, el costo de venta final.

Por su parte, la mayoría del pueblo trabajador o que tiene un nivel de ingresos fijos empieza a correr de atrás a la inflación todo el tiempo. Ni hablar que con una inflación así se puede generar una devaluación brusca, un escenario de desestabilización muy elevado al estilo de un Rodrigazo.

APU: Hay que parar la mano ya mismo.

AA: Para nosotros la estabilización de los precios pasa a ser una necesidad económica, ya no es una bandera de la ortodoxia sino que ya es una bandera de cualquier proyecto político económico que en Argentina tiene que tener una estabilidad de precios porque sino queda afuera del debate económico de las urgencias reales de nuestra sociedad.

La derecha y los sectores ultraliberales ya están apostando por una dolarización y nosotros desde el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz planteamos que no hace falta ir a un escenario de dolarización. La dolarización o el cambio fijo son políticas de estabilidad de precios cuando se viene de una híperinflación, que en ese caso puede llegar a ser incluso válida porque tenés un proceso de dolarización de todos los precios, hasta un alfajor está dolarizado porque no hay una referencia.

Para nosotros, en Argentina todavía hay un sistema de precios internos más allá de la incertidumbre. El sector empresario utiliza el sistema del costo más un margen, que es la formación de precios internos. En este contexto, la dolarización no funcionaría para resolver la inflación, además de todos los problemas que te genera al perder soberanía monetaria. Por eso, nosotros planteamos que tiene que haber un plan de estabilización heterodoxo y ahí hacemos hincapié en los elementos inerciales de la inflación que para nosotros es la clave para entender lo que pasa hoy en la Argentina. La inercia es como cuando el tren acelera y una vez que lo hizo ya no tiene que pisar el acelerador para seguir andando sino que ya se mueve por su propio impulso. Esa inercia se reproduce con la indexación de hecho de mucha parte de la economía. Estamos hablando de que la inflación del mes pasado se traslada hacia adelante en las decisiones de alquileres, costos financieros, pautas salariales y los empresarios que tienen paritarias todo los días porque aumentan los precios cuando quieren; toda esa suba de costos lo van trasladando a precios.

APU: ¿La propuesta es alguna lógica de acuerdo de precios y salarios?

AA: Implica una lógica de precios y salarios pero no descansa solo en eso. Planteamos que para romper la inercia realmente hay que hacer un congelamiento total de todos los precios por tres meses: dólar, tarifas, alquileres. Congelar todo por tres meses y en ese tiempo lograr un descenso artificial de la inflación que después hay que acompañar con una serie de herramientas de política para que esa estabilidad lograda se proyecte inercialmente hacia delante. Nosotros decimos usar la inercia que hoy existe en el sentido contrario: generar una estabilidad de precios y proyectarla hacia adelante. Ese congelamiento debería ser parte de un programa más amplio. En el caso del salario, el congelamiento podría ir acompañado de aumentos de suma fija para mejorar el piso. De esa manera, podrías bajar la nominalidad. Desde ahí tenés que desplegar otras herramientas, que capaz hoy se usan, pero mal, se desaprovechan.

APU: Hacés foco en la dinámica interna de la inflación, no en la externa, en la generación de divisas.

AA: Nosotros planteamos que este es un programa que le daría algún sentido al plan de emergencia de Massa.

APU: ¿Podría ser compatible con el programa de Massa?

AA: El programa de Massa debe ser una transición para el lanzamiento de un programa de este tipo, una transición que se basa en administrar una corrida cambiaria y conseguir algunos dólares para hacer un colchón de reservas que permita dar cierto margen en la política económica como para lanzar un programa de este tipo. Obviamente, vos lanzás un plan de estabilización de tres meses de congelamiento de precios, dólar, tarifas y se te escapa el dólar y el programa no sirve para nada. Este programa que impulsó Silvina Batakis, que ya estaba sellado con el FMI, y que ahora está implementando Massa, es un programa ortodoxo de ajuste fiscal, de concesiones a la agroexportación y de ir a agacharse internacionalmente a ver si alguien nos tira un mango. Todo en nombre de que no tenemos dólares y hay una corrida y hay que calmarla, porque si no calmamos la corrida no se puede administrar nada. Ese sería nuestro diagnóstico del Plan Massa. Puede ser válido en este contexto, pero todo eso debe ponerse en función de un programa de estabilización heterodoxa porque sino esa agachada va a servir para tres meses de estabilidad y después vamos a tener una nueva corrida y vendimos todas las banderas del Frente de Todos y no conseguimos nada.


«Es errado hacer un ajuste en sectores como vivienda u obra pública, que movilizan pesos y generan actividad económica»


APU. Para tu plan heterodoxo, el aumento de tarifas que ahora se va a implementar podría ser como un techo: las tarifas se elevan hasta un punto y luego se congelan.

AA. Si. El aumento de tarifas se puede traducir en una celebración de la inflación, entonces, en cuatro meses las tarifas van a estar atrasadas de nuevo. Es lo que decías. Si no hay un plan más amplio, todo termina en ningún lado, porque mañana volvés a tener el mismo problema. Para nosotros, el tema del déficit fiscal es un tema secundario que no tiene mucho impacto en precios, al contrario, puede generar una aceleración inflacionaria mientras se hace un ajuste fiscal. Es un resultado opuesto al que predice la teoría ortodoxa monetarista.

Además, creemos que es errado hacer un ajuste en sectores como vivienda u obra pública, que son sectores que movilizan pesos y que generan actividad económica y derrame del empleo. Habría que ver de tocar sectores que insumen dólares, como el automotriz o el electrónico. Es absurdo mantener un AHORA 12 para financiar la compra de electrodomésticos o un auto que es todo dólar, porque son ensambladoras locales. Por eso, es urgente que el Frente de Todos tenga un proyecto de futuro y no simplemente un intento de vamos a una derrota administrada, con un programa ortodoxo. Porque además eso puede provocar más desestabilización económica.

APU: ¿Cómo ves el debate económico al interior del Frente de Todos?

AA: Se apostó al plan Guzmán que para nosotros era derrotista. Era la idea de que había que posponer cualquier idea de lineamiento de política económica a una negociación con los acreedores porque solo de esa manera se iba a generar cierta estabilidad. Así se renunció a una iniciativa para mejorar y potenciar a la base electoral del FDT.

Era un plan para nosotros que iba a menos, que se agudiza a medida que ese programa no consiguió juntar dólares en los dos primeros dos años que hubo fuertes superávit comerciales. Hay una discusión interna muy fuerte sobre por qué se nos escaparon todos los dólares. En el primer año se fue a una negociación amigable con los mercados y eso implicó que seguimos pagando intereses de deuda y las empresas privadas pagando intereses de deuda privada; se siguió pagando incluso deuda comercial, un montón de cosas que nos implicó no poder acumular reservas. Hicimos una reestructuración oportunista con el sector privado que implicó patear todo dentro de seis años, con una idea de oportunismo político. Eso fue la negociación con el sector privado, se vio en el precio de los bonos, que se mantuvieron a nivel default, porque piensan que no vamos a pagar. Con el FMI pasó lo mismo. El gobierno optó por ceder en términos de acumulación de reservas para negociar amigablemente sin suspender pagos y terminaste negociando con mucha debilidad.

APU: ¿No ves como positivo el crecimiento económico o de empleo durante la gestión de Guzmán?

AA: Argentina tiene una dinámica desde el último gobierno de Cristina en adelante que básicamente está en un momento límite de la obtención de dólares para sostener la actividad. Por eso, nuestra crítica central a Guzmán es que no acumuló dólares durante los dos primeros años. Entonces, hicieron una reactivación a todo vapor en un momento no electoral fumándose todos los dólares y dejaron a la economía sin nafta para detener el crecimiento de acá en adelante. Ahora vamos a vivir una política de ajuste hasta las elecciones con caída de la actividad. Primó la lógica de la interna política, Guzmán y Kulfas, para sostenerse en sus puestos, le vendían al Presidente que iba la economía a todo vapor y a un sendero de crecimiento hacia adelante. Lo único que se logró fue agrandar internas que después no tenían capacidad de administrar. Primó la lógica interna sobre las necesidades de un proyecto político. La visión para nosotros en términos de resolución de restricción externa no fue nada original, simplemente apostaron a minería e hidrocarburos, producción primaria o los sectores más tradicionales para ver si conseguían más dólares. No hubo un cambio de concepción que renueve un poco nuestra inserción internacional. Por el lado de la demanda interna y los sectores productivos se siguió apostando a los mismos sectores como el lobby automotriz. No se hizo nada en política de vivienda, deportiva, cultural. Tuviste una reactivación rápida efectiva que generó reactivación de empleo que habría que ver cuán importante fue, porque se multiplicaron por dos los programas sociales. Esas son personas que figuran como empleados.

APU: ¿Pero el empleado registrado privado no está en su nivel máximo?

AA: Máximo en relación a la crisis del 2018/2019 puede ser. Pero el desempleo tan bajo tiene que ver con el peso de los programas sociales. Ese análisis es más complejo.

APU: El Plan de estabilización heterodoxo que proponen choca con lo acordado con el FMI. ¿Es así?

AA: Los objetivos que se firmaron son difíciles de cumplir pero no tienen nada que ver con el programa de estabilización, son difíciles de cumplir con o sin ese programa. El objetivo de reservas es imposible de cumplir y el fiscal implica un ajuste que va a derrumbar la actividad económica pero como coincide con una falta de dólares acuciante, en realidad en cierta forma se justifica en términos de que si no parás la actividad te vas a un escenario de desestabilización por falta de reservas. Por eso decimos le metieron pata a una reactivación que después no tenía futuro.

APU. Un problema que apareció tuvo que ver con las importaciones de energía, que crecieron por la guerra, que no estaba previsto, digamos.

AA: En parte si pero también hubo récord en los precios internacionales de nuestras materias primas. No hubo una liquidación de dólares como se esperaba también. Pero el crecimiento en las importaciones ya venía acelerando de la mano de la reactivación, ni que hablar del 2020 que hay un incremento de las importaciones en un contexto de pandemia. Un movimiento muy extraño de las importaciones que también habla de que había sectores que estaban usando la importación como una forma de comprar cosas a un dólar barato y capitalizarse con un dólar subsidiado. Me parece que ahí hubo también errores en la administración cambiaria y financiera también.

Desde el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz teníamos una crítica diferente a la que tenía el kirchnerismo porque la crítica de ellos confiaba en el Plan Guzmán: decían que iba a iniciar un sendero de crecimiento, entonces vamos a pelear para que sea más equitativo en la distribución del ingreso. Nosotros decíamos no, que ese no era el tema, que en tres meses vamos a estar colgados del travesaño aguantando los trapos para que no se nos escape el dólar. El problema no es distributivo porque si no juntamos dólares, es una reactivación sin nafta. Entonces, en eso creemos que hubo una falta de lectura del kirchnerismo que en su tensión con Alberto Fernández veían que este programa se iba cortando solo y en esa tensión política se agudizan las críticas al plan económico de Alberto Fernández en materia distributiva. Y terminamos después con un kirchnerismo apoyando a Massa, que es diez veces peor en términos ortodoxos y ajuste que el plan Guzmán.