ISABEL II CERRÓ LA ERA COLONIAL Y CARLOS III ABRE UNA DE INCERTIDUMBRES

El fallecimiento de la reina Isabel II, jefa de Estado del Reino Unido y de los países de la Commonwealth, a los 96 años de edad en su castillo escocés de Balmoral. Su primogénito de 73 años asumió de inmediato su mandato como rey con el nombre de Carlos III, al tiempo que se inició la Operación Puente de Londres con una serie de actos que concluirán 10 días después con su funeral.

Así se cierra la era colonial y se abre un tiempo de incertidumbres sobre el futuro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, divorciada de la Unión Europea, que en medio de una grave crisis económica y social deberá afrontar el reto de preservar las cenizas del Imperio británico, mientras los movimientos republicanos ganan protagonismo en muchos países de la Commonwealth y territorios de ultramar.

Isabel, Lilibet para los que la querían, celebraba su cumpleaños cada 21 de abril; Isabel II, para los británicos Su Alteza Real, festejaba su cumpleaños el segundo sábado de junio ya que la tradición la obligaba a coincidir con el desfile del Trooping the Colour. Una persona, dos cumpleaños.

Isabel Alejandra María fue la primogénita del entonces príncipe Alberto y su esposa Isabel. La beba nació por cesárea en 1926 y creció tranquila en la residencia de White Lodge. Ya como reina habitaría en el Palacio de Buckingham con sus 775 habitaciones y pasaría los fines de semana entre el castillo de Windsor, el de Balmoral, el de Holyroodhouse en Escocia o su casa en Irlanda, el castillo de Hillsborough.

La reina Isabel II, que convirtió en la reina británica más antigua superando a su tatarabuela la reina Victoria, que tenía el récord a los 81 años, dejó ocho nietos, dos por cada hijo, y 12 bisnietos, que se dirigían a ella como “Gan-Gan” (quizá de great-granmother, bisabuela en inglés), pero no todos cuentan con un título real. William, el hijo de Carlos y Lady Di, segundo en la línea de sucesión al trono es el nieto con más responsabilidades oficiales.

Con 73 años, Carlos III tendrá obviamente un reinado más corto que el de su madre, que rompió todos los records de duración, participando como conductora de ambulancias en la Segunda Guerra Mundial, observando la caída y desintegración del mayor imperio del siglo XIX y XX sobre el que reinaba.

El pueblo británico, en su mayoría, la admiraba, respetaba o le era indiferente. Casi todos los británicos actuales se criaron con Isabel como reina. Su última acción de “gobierno” fue recibir a la nueva primera ministra conservadora Elizabeth Truss, quien fue ejecutiva de la trasnacional Shell y aspira ser la nueva “dama de hierro”, al estilo de Margaret Thatcher. Dos días después, la reina falleció.

La flamante primera declaró este jueves desde el número 10 de Downing Street, la residencia oficial de la premier británica, que era “un día de gran pérdida” pero que la reina dejaría un gran legado, y afirmó que el país está “devastado” y pidió al Reino Unido que “se una como pueblo” para apoyar al nuevo monarca. “Dios salve al rey”, declaró.

En su primer mensaje como Rey, Carlos señaló en un breve comunicado: “Estamos de duelo profundo por el deceso de la querida Soberana y muy amada madre. Sé que su muerte será profundamente sentida a través del país, los Reinos y el Commonwealth, y por incontables personas alrededor del mundo”.

La monarquía, cosa de viejos

Los sondeos de YouGov de 2021 apuntan a que, por primera vez, la franja de británicos de 18 a 24 años de edad se muestra en su mayoría republicana, con un 41% partidario de la república y un 31% de la monarquía; mientras que en el tramo de 25 a 49 años de edad los republicanos son el 27% y los monárquicos el 53%.

En la franja etaria de 50 a 64 años de edad, el 21% es republicano y el 70% monárquico; y a partir de 65 años de edad, los monárquicos arrasan con el 81% frente al 13% de republicanos. O sea, la monarquía (en sentido democrático) es cosa de viejos, y quien mejor la caracterizaba en Europa falleció a los 96 años.

En el Reino Unido todavía se mira en la grandeza y arrogancia colonial, pero que ve flaquear la Commonwealth, tal como han indicado algunos de la cincuentena de sus miembros que quieren convertirse en repúblicas independientes.

Barbados no esperó su muerte y proclamó su república en noviembre pasado, coincidiendo con los 50 a años de su independencia. El príncipe Guillermo tuvo que escuchar antes del verano en su visita oficial al Caribe, que era el último viaje que lo recibían como jefe de la metrópoli «explotadora». Seguramente, lo poco que queda del imperio parece que se esfumará en el cambio generacional. Quizá los enclaves de Gibraltar y las Malvinas puedan servir de consuelo.

El período que se abre con Carlos III despierta muchos interrogantes tras los ataques y zarandeos que recibió en los últimos años, por la huida o autoexilio del príncipe Enrique, el escándalo sexual protagonizado por el príncipe Andrés o la campaña de descredito contra Meghan Markel, duquesa de Sussex -esposa del príncipe Enrique, sexto en la línea de sucesión-  por parte de los medios escandalosos y conservadores.

Con la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el papel del nuevo monarca lo encamina a ser más el rey del Brexit o de la little England, tal como desean los independentistas escoceses. La monarquía británica exhibe una historia milenaria solo rota en una década del siglo XVII.

El portavoz de la organización Republic, Graham Smith, señaló que «Como personas que encarnan una institución política en un Estado democrático, nuestra organización ya dijo en el jubileo de platino que Isabel II debía ser también la última, porque el derecho hereditario es propio de la Edad Media, no de la Edad Moderna y menos de las democracias transparentes».

La monarquía se ha debilitado, y Carlos III, a 25 a años de la muerte de Diana, quien fuera su esposa y madre de sus hijos, la sombra de lady Di, es alargada y aunque Camila, su actual consorte, ha dejado de ser la mala de la novela y se haya ganado las credenciales para ser reina, continúa siendo la otra.

Los partidos políticos no pueden haberse sorprendido por la muerte de una anciana de 96 años, pero no decidieron y menos consensuaron si cuestionan el derecho hereditario y la institución, o si prefieren mirar para otro lado regodeándose con anécdotas, como si e Kate Middleton – Duquesa de Cornualles y de Cambridge ​​ y esposa del príncipe Guillermo- es la buena madre, esposa y futura reina y viste bien.

El papel ceremonioso de apertura del Parlamento u otras funciones reales ya habían sido traspasadas al hasta ahora príncipe heredero en el último año, así que poco le queda aprender al nuevo rey para hacer el trabajo que le marcó su nacimiento.

Reinó sobre 16 naciones y, como cabeza de la Mancomunidad de Naciones o Commonwealth, es la figura política principal en 53, de 139 millones de personas que viven en los países, entre ellos Canadá, Australia, Bahamas, Belice y Nueva Zelanda. Tan lejos como los más de 15.000 kilómetros que separan Londres de la pequeña isla de Tuvalu, el más remoto de los territorios bajo su reinado, en pleno océano Índico.

Pese a que la mayor parte de los territorios y colonias bajo dominio británico lograron su independencia durante el período de descolonización de las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, algunos de estos se convirtieron en monarquías constitucionales y mantuvieron a Isabel II como su reina y jefa de Estado.

El Caribe comenzó a independizarse

Tomando el ejemplo de Barbados, que el pasado noviembre renunció a la monarquía, Jamaica y otros países del Caribe han emprendido sus propias iniciativas. Así, Barbados se convirtió en la república más joven del mundo. Hay otros siete países que se plantean esta opción: Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas. Sus gobiernos iniciaron trámites para renunciar a la monarquía o al menos expresaron su voluntad de convertirse en repúblicas y, con ello, tener su propio jefe de Estado.

A estos estados hay que sumar los llamados «territorios británicos de ultramar», que son un conjunto de colonias y territorios ocupados por los británicos, que no se independizaron. En el hemisferio occidental, esta lista incluye a las islas Malvinas, cuya soberanía es reclamada por Argentina, así como a Anguila, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Montserrat; y las Islas Turcas y Caicos.

La Monarquía británica ha sido zarandeada en los últimos años por diversos escándalos. El nuevo rey tendrá que revertir la tendencia de las encuestas de opinión que no le son favorables para el futuro. Pero nada hace pensar que habrá muchos cambios.

Sin embargo, su asunción hará necesario el cambio del himno –que ahora deberá decir God save the King-, la moneda –donde la figura de Isabel II deberá cambiarse por la de Carlos III.

Además, la policía en Inglaterra tendrá que cambiar sus uniformes con los símbolos del nuevo rey y las insignias militares actualizadas. Como parte del protocolo también se modificarán los pasaportes, en los que hay una leyenda que dice «solicita y requiere en nombre de Su (her) Majestad a todos aquellos a quienes corresponda que permitan al portador pasar libremente sin obstáculos». Esto deberá cambiar por «his», refiriéndose a una figura masculina, y mostrar el rostro del apático nuevo rey.

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Isabella Arria* – CLAE / SURySUR

* Periodista chilena residente en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)