Así iniciaba Mikhail Gorbachev la tercera reunión del World Political Forum, celebrado en Bosco Marengo, Italia, el 8 de julio del año 2002. En aquellos momentos el ex presidente de la Unión Soviética se había convertido ya en una de las figuras más relevantes de la historia. Una vez más, al escucharlo, pensaba en el error que cometían los líderes occidentales al no tomar muy en cuenta las palabras de quien había dado el ejemplo, con una imaginación y habilidad extraordinarias, de resolver uno de los desafíos más importantes del mundo contemporáneo sin el uso de las armas, sin una sola gota de sangre. Obcecados en sus cuentas y dividendos, seguían las pautas de su especialización: mirar hacia otro lado. Este no saber mirar en la dirección correcta ha llevado a la humanidad a la crisis sistémica actual.
El 15 de diciembre de 1984 Gorbachev llegó a Londres encabezando la delegación del Soviet Supremo. Era la primera visita de una delegación soviética a Gran Bretaña desde hacía unos 15 años. Su discurso ante la Cámara de los Comunes fue de una audacia extraordinaria: la época nuclear exigía un nuevo “pensamiento político”; el peligro de guerra era una realidad; la guerra fría constituía un estado de relaciones anormal que propiciaba el peligro de enfrentamiento bélico; en una guerra nuclear no podía haber vencedores; ningún Estado puede construir su propia seguridad amenazando la de los demás; en la limitación y eliminación de armamentos, y en particular en el caso de las armas nucleares, la Unión Soviética estaba dispuesta a ir tan lejos como sus interlocutores occidentales deseaban…”. En su discurso una frase fue especialmente difundida: “Al margen de cuanto pueda separarnos, vivimos en un mismo planeta. Europa es nuestra casa común; una casa, y no un campo de batalla”. Está claro que Mikhail Gorbachev hablaba ya en un idioma distinto.
En esa ocasión desplegó un gran mapa sobre el que estaban señalados todos los grandes arsenales nucleares. “Cada uno de estos pequeños cuadrados basta para acabar con cualquier vida sobre la Tierra… Así pues, con las existencias acumuladas en armamento nuclear podríamos aniquilar mil veces nuestra civilización”. Su alocución ante el Parlamento Británico el 18 de diciembre tuvo un gran impacto, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos.
En octubre de 1986 se reunió el Foro de Issyk-Kul. El propio Mikhail Gorbachev lo describió como sigue: “En octubre de 1986 se había producido un acontecimiento que tendría una importancia considerable en los años de la perestroika. Me refiero al encuentro en el lago de ISSYK-KUL, en el que se reunieron artistas destacados de todo el mundo, entre ellos Arthur Miller, Alexander King, Alvin Toffler, Peter Ustinov, Zulfu Livanelly, Federico Mayor y Afework Teklé… Su iniciador fue el escritor Chinguiz Aitmatov. Se habló allí del peligro nuclear, de las catástrofes ecológicas y de la progresiva falta de dignidad, también en la política. Mi encuentro con los participantes de aquel Foro tuvo lugar el 20 de octubre, una semana después de Reykiavik…”.
Fue después de la reunión junto al lago de Issyk-Kul, cuando aquel distinguido grupo de intelectuales y creadores -a los que hay que añadir James Baldwin, Augusto Forti, Rustem Khairov, Yaser Kemal, Lisandro Otero y Claude Simon- tuvieron con el secretario general una reunión extraordinariamente interesante. Me encomendaron la presidencia y fue para mí una ocasión memorable poder conocer la visión y enfoques de personas que no sólo hablaban de libertad sino de responsabilidad, y de cómo podríamos aconsejar mejor al secretario general de la Unión Soviética para que pudiera llevar a cabo las transformaciones necesarias. ¿Cómo podríamos colaborar a la puesta en práctica de la perestroika?
Para que se comprenda mejor el contexto en el que tuvo lugar la primera reunión del Foro Issyk-Kul, quiero poner de manifiesto las declaraciones del presidente Gorbachev en una conferencia de prensa que pronunció el 14 de octubre de 1986 posterior a la Cumbre de Reikiavik. Gorbachev subrayó todas las propuestas formuladas al presidente Reagan sobre la reducción y eliminación de armamento nuclear, con grandes facilidades de verificación; total eliminación por parte de los americanos y los soviéticos de los misiles de “media distancia”; situación en Asia y dificultad de establecer previsiones… Gorbachev describió abiertamente que, en un momento dado, una “verdadera batalla” de los dos enfoques sobre política a escala mundial –incluyendo la terminación de la carrera de armamentos y de las ojivas nucleares- se había iniciado… “Me di cuenta, indicó Mikhail Gorbachev, de que el presidente americano está cautivo del complejo industrial-militar de los Estados Unidos”. Esta aseveración es especialmente relevante y había sido puesta ya de manifiesto por el presidente Eisenhower al final de su mandato. “Creo que el presidente de los Estados Unidos y yo tenemos que llegar a un acuerdo en mi próxima visita a Washington. De otro modo, se habría perdido una gran oportunidad histórica”.
En el mes de octubre del año 1989 Mikhail Gorbachev recibió el Premio Nobel de la Paz. No pudo ir a la correspondiente ceremonia en Oslo por tener que atender responsabilidades muy urgentes. Por este motivo, pronunció la “Conferencia Nobel” en Oslo, el 5 de junio de 1991 en la que habló extensa y profundamente sobre la necesidad de que la paz prevaleciera sobre cualquier otra condición. Expresó su confianza en el que la solidaridad y el cambio habían sido aceptados por el “mundo entero para hacer frente a los desafíos globales”.
¡Qué formidable! ¿Quién podría pensar que sería un político procedente de la Unión Soviética el que, con gran imaginación y habilidad, fuera capaz de terminar la “Guerra Fría” sin una sola víctima, plácidamente. cuando el Presidente Reagan hablaba de la “guerra de las galaxias”…?
Mikhail Gorbachev, muy preocupado por preservar la calidad de la vida humana, creó en Ginebra, una “Green Cross International” que tiene como objetivos los retos mundiales de seguridad, erradicación de la pobreza y de la degradación medio ambiente. Junto a la Green Cross, el presidente Gorbachev fundó “The World Political Forum”, acompañado de Andrei Grachev, en este caso, como de Alexander Likhotal en el de la “cruz verde”.
Quiero mencionar la emoción que me produjo el acto celebrado en el gran Albert Hall de Londres –lleno a rebosar- al cumplir Gorbachev 80 años, en el 2011. “El hombre que cambió el mundo”, estaba en el centro de un gran arco en el inmenso Hall. El hombre que recondujo tantas tendencias erróneas, se encontró, desgraciadamente, con unos líderes y hombres impasibles, miopes e irresponsables, incapaces de beneficiarse de tan inesperadas inflexiones históricas. Y, en medio de las ovaciones pensé en lo que había escrito en 1991: “El Muro de Berlín se desmoronó porque un sistema basado en la igualdad se había olvidado de la libertad. Ahora, el sistema alternativo se desmoronará también porque, basado en la libertad, se ha olvidado de la igualdad. Y ambos de la justicia”.
El primer día del mes de octubre de 2016 se unió, desde Moscú, a la campaña “Desarme para el desarrollo”, que patrocinaba el International Peace Bureau, de Ginebra, con Ingeborg Breines y Colin Archer al frente, con el fin de conseguir el 10% de las colosales inversiones diarias en armas y gastos militares. En Berlín, la ciudad-símbolo, desfilamos muy numerosos ”unter den Linden”. Contando con su apoyo expreso y el del Papa Francisco… y, como viene siéndola norma actualmente, en los medios “la voz de su amo”, no tuvo el menor impacto. Pero hemos sido muchos y serán muchos más los que se inspirarán en la fabulosa trayectoria de Gorbachev. Sus propuestas imaginativas e inesperadas han sido y seguirán siendo orientación muy relevante en mi comportamiento cotidiano.
Gorbachev es una estrella gigante y luminosa para orientar los rumbos del mañana. Su legado permanecerá, como destellos de esperanza para un por-venir que está por-hacer.
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*Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934) Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), ha sido catedrático en diferentes universidades españoles y ha desempeñado numerosos cargos políticos, entre otros el de ministro de Educación y Ciencia (1981-82). Entre 1987 y 1999 fue director general de la Unesco. Actualmente es presidente de la Fundación para una Cultura de Paz. Texto enviado a Other News por la oficina del autor