Tiempo de revancha. Por Antonio Muñiz

Sujeto histórico y movimiento nacional.

El peronismo siempre se pensó a sí mismo como un movimiento de liberación nacional y social, relegando al partido a una mera herramienta electoral. Sin embargo, también, cuando era el momento de presentar listas, estas trataban de reflejar el espíritu movimientista en la construcción de un frente electoral que superara las estrechas paredes del Partido.

Perón pensó  al primer peronismo como una alianza entre los trabajadores  industriales y agrarios, una parte del sector empresario (una burguesía nacional), la iglesia y el ejército. Esta alianza se rompe  y se produce el golpe militar de 1955. No vamos a entrar analizar las razones de esa ruptura y sus consecuencias, ya que mucho se ha escrito sobre ello.

Está claro que en esta etapa el sujeto histórico clave es el trabajador, encarnado en el movimiento sindical organizado. También menos estudiado pero no menos importante fue el reconocimiento de la mujer como actor político y económico. No fue solo el voto femenino, sino también el ingreso de la mujer en el mundo del trabajo. Las elecciones de 1951 para el periodo 1952-1958, fueron las primeras en que las mujeres pudieron ejercer su recién adquirido derecho al voto, la formula Pero Quijano gana con el 63,51 % de los votos.

Un hecho que tuvo influencia en la caída en 1955 y tendrá momento equivalentes en el futuro, fue el abandono del peronismo por gran parte de la clase media y la pequeña burguesía, que habían crecido al calor de las políticas de JDP, pero que migraron en una búsqueda de republicanismo abstracto  y  aspiraciones de mayor consumo y ascenso social.

Esta clase media a posteriori busco distintas alternativas políticas, todas infructuosas, apoyó  al frondizismo,  a Illia o al golpe de Ongania, todas  experiencias fracasadas. Solo volvió a encontrar su camino cuando los sectores juveniles de esa clase media se volcaron al peronismo a fines de  los sesenta, conformando una experiencia política, infinitamente rica,  a pesar de su sangriento final, producto de la represión del golpe cívico militar.

La idea movimientista siguió siempre en la base de toda construcción peronista, aun en la etapa posterior a la muerte del líder.

NK vuelve a retomar esta idea pero ya desde el gobierno, la famosa transversalidad que planteaba y que llevo a Cobos a la vice presidencia fue una iniciativa de conformar un frente político y social que ampliara la base electoral del PJ.  La experiencia fue un éxito porque permitió  que CFK ganara con un 54 %, con una diferencia de casi 20 puntos sobre el segundo.

El Frente para la Victoria fue una experiencia altamente exitosa, por supuesto llena de contradicciones, como toda construcción política mayoritaria. Fue una herramienta de construcción del gran movimiento  nacional. La deserción de Cobos, no marcó  el quiebre de este proyecto de transversalidad, como lo quisieron ver muchos, sino que el  éxito lo marcó   la sumatoria de miles de jóvenes, clase media y pequeña burguesía al peronismo, aunque muchos lo hicieron desde distintas experiencias y organizaciones políticas no peronistas.

Las derrotas del Frente de la Victoria, tanto en 2015 y 2017, marcaron entre otras cosas el abandono de sectores de clase media, mucha de ella generada a partir de políticas de ingresos que permitieron el ascenso social de esos sectores. Sin embargo esta deserción podría explicarse con lo pensado por García Linera “construimos consumidores y no ciudadanos activos y críticos”. Esta fue producto  de las limitaciones en la construcción del frente, el sectarismo, la lógica de “orgas”, la no profundización de la política y la no organización popular y de una feroz campaña opositora instaurada por los medios hegemónicos, a través de un periodismo de guerra que utilizó  la mentira y la difamación como herramientas políticas. Ese discurso falaz prendió en ciertos sectores medios y altos, susceptibles siempre al discurso de una derecha liberal, revestida de “honestismo y valores republicanos” abstractos.

Aprendida la lección hubo correcciones, se trabajó con “la unidad hasta que duela”, y cuyo resultado el triunfo de fue la formula Fernández – Fernández con el 48 %. La realidad es que esa unidad también se construyó sobre el espanto que había originado  el macrismo. 

EL FDT fue un éxito estratégico, sobre todo de CFK, pero sin embargo esa herramienta útil en lo electoral mostró  serias deficiencias a la hora de la gestión.

Aprendiendo de la historia:

Escribíamos hace varios años, cuando el FdT estaba todavía en pañales “que el Frente debería ser la expresión electoral del movimiento nacional, basarse en la lógica movimientista de la que hablábamos más arriba, debía  representar a la  sociedad pero ser capaz de disputar el poder.”

“Que el Frente no puede ser solo una herramienta de resistencia coyuntural ni tampoco un simple frente electoral, no podía ni debía limitarse a ser un frente anti Macri.”

“Que no solo lo limitaríamos sino que es probable que lo condenemos a muerte antes de nacer.”

“No puede ser una lista de candidatos o mero reparto de cargos, ni la sumatoria de figuras prestigiosas, debe ser un frente con contenido político e ideológico que entienda y encarne el cambio de época que vive el mundo y pregona Francisco”.

“El frente que debemos construir no es un frente opositor  pensado para ganar una elección.  No es contra un partido o una coalición. No debe ser el modelo de la Concertación Chilena, pensada para la alternancia pero para que nada cambie.”

“Debe ser un frente que tenga vocación fundacional, de desmontar a la vieja Argentina moldeada en la estructura legal y económica del Liberalismo,  y construir una nueva Argentina, sobre bases sólidas y duraderas.”

Lamentablemente estas cosas sobre las que alertamos fueron ocurriendo y hoy pagamos caro los errores de estos años de gestión. El giro a la derecha es el producto de casi tres años de errores no forzados, que como en el ajedrez te llevan a cometer otros  errores, ya que tus opciones  se van cerrando.

Hoy estamos en una situación de crisis profunda, más política que económica, que como tal requiere respuestas políticas y no tanto económica. En esto el gobierno vuelve tomar un rumbo equivocado, se tiende a buscar una alianza con los factores de poder, haciendo el trabajo sucio del ajuste y  dejando atrás a nuestras bases electorales, quienes cargaran sobre sus hombros el costo del ajuste y del pago de la deuda.

Según casi todas las encuestas el FdT perdería las elecciones del 2023, abriendo una nueva etapa la proyecto neoliberal macrista. Este escenario seria de catástrofe porque el neoliberalismo no tiene proyecto de país, es un modelo que no puede contener a todos los argentinos. En su lógica de construcción el neoliberalismo argentino va por una reformulación de la sociedad hacia modelos del pasado, no solo pre peronista, sino pre irigoyenista. Un país sin derechos para un amplio sector popular y el poder político y económico para una minoría oligárquica, aliada con los intereses imperiales.

Ya lo intentaron varias veces, a través de golpes de estado, 55, 66 y 76 y también a través de gobiernos democráticos más cercanos. En todos los casos fracasaron pero dejando un país empobrecido, endeudado y en crisis permanente. Esta vez volverán a intentarlo y usaran todas las herramientas a su alcance para lograr sus objetivos.

Hay que tener claro que la derecha argentina, siempre fue una derecha bruta e ignorante, profundamente violenta y anti democrática. Y esta clase dirigente actual es liberal en lo económico pero profundamente autoritaria en lo político, autoritarismo que roza hoy el fascismo.

La historia nunca está escrita y el 2023 puede ser un horizonte lejano. Todavía hay tiempo de reconstruir el espacio del FdT, sobre bases más sólidas y populares.

Pero como en toda construcción política hay que pasar de la idea al hecho concreto. En necesario aprender de los errores y corregirlos.

En primera medida es necesario abrir el debate interno, escuchar a la militancia. Fomentar en toda ocasión el encuentro con el compañero, abiertos a la discusión y a la construcción común. Es necesario abrirnos a la sociedad, escuchar sus reclamos, dejar de lado las internas menores, por los cargos, las pequeñas prebendas, terminar con la lógica de las “orgas” que tanto daño nos han causado. Es necesario una vuelta a la gente, al barrio, al sindicato, a las organizaciones gremiales empresarias, al centro de estudiantes, a la “básica”, en síntesis volver a las prácticas del peronismo. Construir poder popular, junto a la gente, codo a codo con los otros.

El escenario social hoy es mucho más complejo que en épocas anteriores, vivimos en sociedades más fragmentadas y heterogéneas.  No hay un discurso totalizador, ni ideologías que nos permitan entender la realidad toda. Por eso el discurso político es más light, más líquido, ya  no hay certezas absolutas, “dios ha muerto” y por ende la utopías del pasado ya no alcanzan.  En ese escenario es claro que penetren mejor las ideologías más primitivas y elementales de la derecha.

Tampoco hoy no está claro el sujeto social que pueda liderar esta nueva etapa. Hoy con los trabajadores no alcanza, tampoco como plantean otros, con los sectores más vulnerados y golpeados por la pobreza. El frente no puede ser un partido que represente solo a los pobres, porque lo que hacemos es achicarnos, expulsar otros sectores de clase media y alejarnos de una mayoría electoral. Tampoco alcanza con los movimientos de derechos de las mujeres, movimiento rico en experiencias  y movilizaciones en los últimos años, tampoco solo con los jóvenes o cualquier otra experiencia sociales que busca ampliar derechos.

Como decía Cooke “Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente sin afectar al régimen que las provoca. Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encauzada en un movimiento de liberación adquiere eficacia necesaria para luchar con éxito”.

La pregunta que surge es como sumar y amalgamar en un espacio común estas experiencias políticas y sociales, de sectores que provienen de historias e intereses disímiles y a veces contradictorios.

No hay recetas, solo la experiencia histórica.

En ese sentido no es el momento de discutir nombres o buscar candidatos providenciales, primero hay que sentar las bases de la construcción del movimiento nacional. Cuanto más sólido sea el movimiento más fuerte será su expresión electoral.

Debemos pensar la Argentina para los próximos 50 años, buscando en nuestras raíces e historia, pero lanzados al  futuro, insertos en un mundo caótico y cambiante, pensar situados en el aquí y ahora, desde nosotros y nuestra historia,  construir nuestro futuro.

Además hay que discutir un contenido programático que le de sustancia doctrinaria e ideológica. Basado seguramente en las encíclicas papales  de Francisco, pero también en la historia del movimiento nacional como el programa de “Huerta Grande”, el “Proyecto Nacional” y “Comunidad organizada”, de JDP, etc.

Construido el sustento ideológico, el modelo para la Argentina del futuro, elaborar sobre él una agenda de futuro y un discurso que permita expresar y sintetizar todo lo anterior.

Pero también en necesario, tomando a Jorge Aleman,  articular una construcción dentro de una lógica hegemónica a todos estos actores que nombrábamos más arriba, cuyos intereses estén dentro del movimiento nacional y popular.

La función hoy del militante es la de ser un gran vinculador y articulador entre los compañeros de ruta, actuales y potenciales, hoy dispersos. E ir construyendo una síntesis colectiva, donde todos se sientan parte. Se deben vincular e ir articulando heterogeneidades de distintos signos: trabajadores, trabajadores de la economía popular, pueblos originarios, jóvenes, empresarios pymes, el LGTBI+, el feminismo, etc.

“Todo ello, con el propósito de radicalizar la democracia, ampliar derechos y confrontar con el poder, ampliando el juego entre la comunidad, las instituciones y el Estado de Derecho”.

Hay que construir una categoría política mayoritaria que podemos denominar pueblo, que no es pre existente, sino una construcción permanente. Y para ello también hay que tener claro la construcción de un liderazgo fuerte que sintetice y además  un antagonista claro.

El movimiento nacional es una gran alianza policlasista pero tiene un límite, hay sectores de poder hoy y siempre aliados con los intereses imperiales, que cuyos intereses son antagónicos con los del pueblo. Sigue vigente la contradicción liberación o dependencia, pueblo o anti pueblo.

Por supuesto que todo esto es un proceso que debe darse todo al mismo tiempo. Este proceso generara nuevos liderazgos, basados no en la rosca, sino en la representatividad ganada en la lucha.

Es fundamental en esta etapa acompañar todas las expresiones de lucha del pueblo, cuando defiende sus derechos básicos. Acompañar en la calle, codo a codo toda experiencia  de lucha y resistencia. Las luchas populares generan conciencia,  organización y sobre todo nuevos liderazgos populares.

La historia no terminó  como nos decía Fukuyama allá por los noventa, los hombres y los pueblos construyen día a día su historia por lo tanto mientras exista el hombre siempre habrá historia y política a su alrededor.

El imperativo de la hora nos impone generar políticas de fortalecimiento de las organizaciones populares, definir un rumbo claro y preciso, dialogar con el pueblo para no perder el rumbo, evitar que de la crisis sigan lucrando los personeros de siempre, que en nombre de la república y las instituciones saquean nuestra riqueza. No permitir el paso de experiencia políticas autoritarias, xenófobas, y violentas como alternativas mesiánicas y salvadoras.

Es tarea de todos poner esfuerzo en esta construcción de un proyecto nacional,  popular y revolucionario.

Hay que recuperar el espíritu y la  lógica  movimientista. Este nuevo frente debe ser una expresión del gran movimiento  nacional, abierto, participativo, poli clasista, que nuclee a todos y a todas aquellos que quieran una Argentina justa, libre, soberana, unidos en un programa  de acción común y un sueño y una mística compartidos.

Nuestra  historia, nuestros compañeros muertos, los que dieron su vida por una Patria liberada, y un pueblo alerta y movilizado,  nos están requiriendo un compromiso de acción con la lucha y la liberación nacional.

 

Antonio Muñiz

Agosto 2022