Francisco Altgelt, Presidente de Altgelt Negocios Inmobiliarios, explica que «es sabido que siempre que el dólar da un salto importante, el mercado inmobiliario se paraliza por unas semanas para acomodarse y volver a arrancar. Incluso es arranque solía ser con un leve baja en los precios. A diferencia de otras devaluaciones, esta vez no veo un marco para una mayor caída en los valores. Básicamente porque ya han bajado entre un 20% y un 30% en los últimos dos años.

Por su parte, Alan Mohadeb, socio de la desarrolladora CEK Group, coincide con su colega. «Ya no queda más lugar para que las propiedades sigan bajando, dado que estamos viviendo un inicio de fin de ciclo que vendrá con nuevas expectativas, que lentamente se traducirán en un mayor número de operaciones. Eso sí, no todos van a vender. Los proyectos que logren entender las exigencias y expectativas del nuevo mercado, lograran buenos resultados, y los que no, quedarán en el camino».

«El primer efecto que se produce cuando se da una suba del dólar tan repentina es de parálisis, el mercado está quieto y esperando a ver que sucede. Las operaciones tienden a atrasarse», agrega Alejandro Schuff, Director de Emprendimientos de grupo Soldati.

El especialista asegura que los valores están bajando. «El efecto en precios no es inmediato, obviamente que si el dólar sigue subiendo eso ejerce una presión en el precio hacia la baja. Las operaciones que se concretan es de gente que ya tenía la decisión tomada, que dispone de fondos y al ver que los precios bajan cada vez tiene más poder de decisión. Un ejemplo típico puede ser el padre que dispone del dinero y quiere comprarle un departamento al hijo. Sucede algo similar en el caso de familias, quienes tienen el dinero están en una posición en la que pueden acceder a departamentos mejores por el mismo dinero».

Vuelta a la ciudad

Mohadeb indica que «más allá de los desarrollos suburbanos, que fueron los productos que más crecieron durante la pandemia -por la búsqueda del espacio verde, la calidad de vida, naturaleza y aire libre- sumado al bajo costo «teórico» de la construcción, entre otros factores, hoy estamos viendo una vuelta a la ciudad y al mercado urbano teniendo en cuenta algunos factores. Por ejemplo, las autopistas volvieron a estar completas y ya las demoras a la ciudad superan la hora de ida y otra de vuelta, la disponibilidad de lotes es escasa y de baja calidad, los costos de la construcción subieron fuertemente, no hay disponibilidad de vacantes en los colegios, los estudios de arquitectura y las empresas constructoras tienen ya mucha demanda de trabajo y cuesta encontrar valores lógicos de buena mano de obra, la presencialidad en las oficinas volvió a ser una exigencia, y principalmente las familias quieren vivir cerca de la ciudad, universidades, centros médicos y clubes. Todos estos factores en conjunto potencian al consumo del real estate urbano.

El especialista indica que desde junio de 2018 en adelante los precios han venido bajando sistemáticamente. Dependiendo del producto y la ubicación, hay lugares donde se registraron bajas de un 15% o 20%, y otros de hasta 30%, y en parte fue gracias a la ley de alquileres, que aumentó mucho la oferta de venta y la demanda desapareció producto de la desconfianza y de saber cuál era el valor real de los activos.