Larreta evalúa desdoblar las elecciones en la Ciudad

El jefe de Gobierno hace cálculos para 2023. El factor Milei y Lousteau, argumentos a favor. El riesgo: una derrota local pincharía su globo presidencial.

 


Horacio Rodríguez Larreta medita desde hace semanas la chance de desdoblar las elecciones porteñas de los comicios nacionales de 2023. Los motivos para que el jefe de Gobierno porteño lo esté analizando son varios y variopintos: pueden responder a una estrategia netamente política hasta una esotérica de repetir una cábala para emular lo que sucedió en 2015, año de la consagración presidencial de Mauricio Macri.

 

Sin embargo, hay algunas cuestiones que la mesa chica larretista debe tomar en cuenta. Una, la principal, es que el llamado a elecciones no puede pasar de febrero, siempre y cuando sea el cronograma sea similar al de 2015, en donde las listas se presentaron en marzo para llevar adelante las PASO en abril. De esa forma las generales, serían en junio y la eventual segunda vuelta porteña en julio. Asimismo, si los comicios son locales, el sistema de votación podría volver a ser la Boleta Única Electrónica (BUE).

 

Uno de los motivos políticos que esgrimen cerca de Larreta, entre aquellos que buscan avanzar con el desdoblamiento, tiene que ver con forzar la estrategia del diputado nacional Javier Milei. Convencidos de que lo que sucede con el economista es un fenómeno urbano, apuestan a minimizar al máximo el impacto libertario. “Si vos desdoblas, lo obligas a ser candidato en la Ciudad si quiere mantener una relevancia”, explica una fuente al tanto de esa idea.

Y para explicarlo muestra un Excel. El cálculo es el siguiente: Milei necesita retener el 17% de los votos porteños que cosechó el año pasado pero carece de otras opciones para encabezar una boleta a jefe de Gobierno, a falta de otros candidatos potentes, sobre todo después de la cruenta interna que se desató puertas adentro de Avanza la Libertad como consecuencia del rol de su hermana Karina Milei y Carlos Kikuchi en detrimento de los legisladores Ramiro Marra y Eugenio Casielles.

Al no tener, por ahora, otro postulante, quedaría obligado a tener que jugar él, siempre según el pronóstico del larretismo. Entonces se cerraría la trampa: si Milei quisiera ser luego candidato a Presidente, implicaría que jugaría a una doble candidatura, lo cual, sostienen, golpearía su bandera de la “lucha contra la casta”.

 

Y hay un tercer motivo para que el larretismo se decante por el desdoblamiento, y no tiene que ver con un factor exógeno: es la posibilidad de tener antes de las elecciones nacionales una oportunidad de enrostrar el control del pago propio. Tal como sucedió en 2015, una victoria del candidato o candidata larretista, como prólogo de los comicios presidenciales, significaría la revalidación del poderío del alcalde porteño y generaría expectativas. Algo similar a lo que pasó en su momento con Macri, cuando logró terciar en una elección que, a priori en las encuestas, estaba polarizada por Daniel Scioli y Sergio Massa. .

“Ganar te permite tener un espaldarazo para pararte de otra forma en lo que viene”, repiten cerca del jefe de Gobierno, desde donde admiten asumen los riegos de una eventual derrota. Si esa jugada local no le sale bien, Larreta debería olvidarse de su sueño presidencial. No es la única contra a la idea.

 

El temor a que el fastidio social por la situación económica se traslade en un voto bronca se encuentra presente en las usinas de pensamiento del larretismo como también de Juntos por el Cambio.

Por Gonzalo Prado