Alejandro Bordón fue detenido en la madrugada del 5 de octubre de 2010, cuando tomaba un colectivo de la línea 524 en Monte Chingolo, Lanús. Entre golpes salvajes e insultos, lo acusaban de haber cometido el asesinato de Juan Alberto Núñez, ocurrido apenas uno minutos antes en la misma localidad.

El largo viaje de Alejandro Bordón, documental de Marcelo Goyeneche, da cuenta de esa causa armada para hablar de un nuevo modo de persecución, control y disciplinamiento de los sectores populares.

“La película se trata de una puesta en escena: ahí lo único seguro es que el chofer Núñez fue asesinado y Alejandro Bordón fue culpado y estuvo preso. El resto fue una mentira, toda una puesta en escena. Me parecía que estaba bueno reforzar eso, no haciendo un documental clásico, sino generando un no lugar infernal donde sucedió este hecho y hacer una alegoría a un libro maravilloso, sumamente vigente como La divina comedia, uno de los libros políticos más importantes de la historia de la humanidad”, sntetiza el director.

“Cuando de chico vi La hora de los hornos, de Pino Solanas y Octavio Getino, dije: yo quiero hacer eso”, explica el director para hablar de su predilección por temas relevantes de la historia argentina y el testimonio documental. Entre sus obras se cuentan Las enfermeras de Evita (2014); SMO, el batallón olvidado (2011), sobre el servicio militar obligatorio y el Operativo Independencia de 1975 en Tucumán; o El día que bombardearon Buenos Aires (2004), sobre el ataque aéreo Plaza de Mayo en 1955. “Siempre me interesó qué hacemos con ese pasado, como lo resignificamos hoy. Y el caso de Alejandro aborda el tema de las causas armadas, un flagelo muy característico del tiempo que vivimos.”

Goyeneche se enteró del caso de Bordón por Susana Bravo, la mujer de Alejandro que, a falta de respuestas institucionales, organizó una manifestación frente al Aeroparque de Buenos Aires. “En ese momento era delegado de Aerolíneas Argentinas y miembro de CTA Capital, y al acercarme para ver de qué se trataba me enteré que era por un compañero que trabajaba en la empresa de catering para los aviones. Llevamos el caso a CTA Capital y le propusieron que Eduardo Soares, un abogado con mucha experiencia en este tipo de cosas, se hiciera cargo del caso. Y ahí empezó a cambiar todo. Las causas armadas están armadas, justamente, para gente de pocos recursos, y los abogados que muchas veces toman las causas terminan estafando a los familiares o siendo cómplices del sistema judicial, que también es cómplice del armado de las causas.”

Soares era dirigente de la Juventud Peronista de Mar del Plata en los 70, y fue detenido poco antes del golpe de 1976 y quedó a disposición del Poder Ejecutivo, que lo mandó a la cárcel de Sierra Chica, donde 30 años después Alejandro quedaría detenido. “La causa armada involucra desde el hombre de seguridad institucional que está en la calle, hasta el presidente de la Corte Suprema de Justicia”, afirma contundente en el documental, y explica el encadenamiento de complicidades.

“Desconocía mucho lo que eran las casas armadas -cuenta Goyeneche-; es un mundo sumamente complejo, muy violento y que va destinado a una parte clara de la población, que es la parte más humilde, estigmatizando y criminalizando a los pobres. Las causas armadas son políticas públicas y sirven para tapar hechos de corrupción que genera la policía todo el tiempo. La misma policía que planta las pruebas le lleva las pruebas a la justicia: los fiscales, los jueces, toman las pruebas que le lleva la policía para condenar a una persona que les dice la policía; y sigue funcionando así. Lo que tratamos de mostrar es qué es una causa armada y por qué se hace.”

La pregunta que se impone entonces es por qué Bordón pudo salir en libertad. «Porque Susana logro visibilizar el caso, fue una luchadora, una guerrera por la libertad de su marido y se rodeó de solidaridad de la CTA y de distintos movimientos gremiales y sociales, y de vecinos que se pusieron la causa al hombro: la lucha popular fue la que revirtió el caso, sino Alejandro hoy estaría purgando una cadena perpetua, como le está pasando a cientos de jóvenes que sufren la misma tragedia.»

La película reforzó la convicción de Goyeneche sobre un cine que se ocupe de temas locales con una mirada local. “Sino no hay cultura desde la diversidad y la pluralidad. Netflix no te va a contar esto, como muchas otras películas. Necesitamos tener una identidad cultural propia, eso es lo que genera este tipo de cine y por eso es tan necesario que exista.”

Entonces considera que la salida de Luis Puenzo del Incaa fue un logro -”no era un capricho, hace dos años que le estábamos pidiendo que nos escuche”-, pero que el problema mayor aún está por resolverse. “A fin de año se caen los impuestos específicos que nutren al fondo de fomento nacional que van a parar al Incaa, y lo mismo pasa con todos los impuestos específicos para otras disciplinas como el teatro, la música, etcétera. O sea que el dinero va a seguir entrando, pero va ir a las arcas de Economía, por lo tanto, va a depender de cada una de las gestiones que haya fomento para el cine argentino y para toda la cultura. Y un país sin cultura es una colonia. Y no es sólo para generar cultura -que debería ser suficiente-, generamos enorme cantidad de trabajo: más de 700 mil puestos relacionados, sin contar los indirectos que se activan con todas las changas que se arman cuando hay una producción.”

El largo viaje de Alejandro Bordón
Guión y dirección: Marcelo Goyeneche. Con Diego Cremonesi, Jorge Prado, Tatiana Sandoval y Manuel. En Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.