¿Qué queda después del 14 N?

Que el FDT está quebrado internamente, no hay quien lo niegue, aunque las principales figuras siguen sosteniendo una ficción de unidad a toda costa.  Todos los gestos tienden a ocultar la crisis interna, para que esta no afecte el resultado electoral.

Ahora cuales son las alternativas ante el resultado adverso en las elecciones de medio término.

La    primera hipótesis es que siga todo como esta, corregir algunos errores, un poco más de maquillaje, apostar al ingreso de dólares en los próximos meses y a un acuerdo “benigno” con el FMI. No confrontar con el poder, evitar cualquier conflicto. Es decir seguir administrando la crisis.

Lamentablemente esta política nos llevó al fracaso actual y su continuidad nos llevaría  a chocar con el iceberg en algunos meses.

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La otra hipótesis se podría sintetizar en “Cristina ya fue”. Esto lo sostienen algunas figuras cercanas a Alberto, y prometen su apoyo si este  se define por la ruptura. Allí, según algunos, se encolumnarian la CGT, los movimientos sociales, la mayoría de los gobernadores e intendentes y se iría generando el albertismo.

Cabe aclarar que AF se negó en los comienzos de su gestión a armar una fuerza propia, así desactivó  cualquier intento de organizar una fuerza propia. Prefirió posicionarse por arriba de las internas de todos los espacios que conforman el FDT, ser una especie de árbitro por sobre los conflictos internos.  Lamentablemente, como era lógico, terminó  quedando preso de internas y lucha ajenas, sin votos propios, sin tropa y sin territorio para dar una batalla.

En esta opción no quedaría otra que un acuerdo con el círculo más concentrado del poder, un acuerdo forzado con el FMI y tirar por la borda todos los programas y objetivos del FDT.

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Por el otro lados los cristinistas más duros plantean la inversa, el gobierno de AF debe caer y asumir CFk, quien “tiene los  votos, el poder y la legitimidad” para ser la líder en este proceso.

Difícilmente pueda pensarse en este escenario, sin muchos conflictos y resistencias. Si  bien es cierta la representatividad de CFK, también es cierto el rechazo que su figura genera en muchos sectores sociales, incluidos sectores filo peronistas.

Una salida de AF en esta situación puede abrir una puerta peligrosa para la democracia vigente.

En este esquema hay dirigentes que plantean la salida de AF y CFK y el llamado a una asamblea legislativa que elija un nuevo presidente, que en este caso sería un gobernador.

Aunque parezca política ficción este escenario es analizado y deseado por los grupos de poder, ya que el gobierno resultante debería si o si acordar con ellos en un programa  de ajuste y alineamiento a sus intereses,

En estos escenarios nadie parece mensurar el nivel de conflictividad social que hay hoy en la Argentina, conflictividad que se multiplicaría en caso de un programa de ajuste brutal, como el que plantea el establishment.

La marcha convocada por la CGT y los movimientos sociales para el 17 de noviembre, su concreción y formato final,  deben  leerse en el  marco de estas estrategias.

Seguramente primara la cordura  y la opinión de los más sensatos y se avanzara en la unidad del espacio, porque está la supervivencia de todos en juego.

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Las derrotas también tienen padres, aunque nadie quiera hacerse  cargo.

Una derrota en la provincia de Buenos Aires, puede  achacársela a la gestión de AF, pero también en cierto que él tuvo poco que ver con el armado territorial y la confección  de listas, que en la provincia corrió por cuenta de Máximo Kirchner y la Campora.

De esta derrota también tuvo mucho que ver la gestión de Axel Kicilioff,  que ganó  la elección “con un Clio y cuatro amigos”, pero que en un gesto de ingenuidad total pretendió gobernar la siempre compleja provincia con “un grupo de amigos”, desconociendo el poder “real”, que se esconde tras el tramado institucional bonaerense.

La llegada al gobierno bonaerense de intendentes como Insaurralde, le otorgan algo más de aire y de realismo a la gestión de Axel, aunque todavía quedan muchos resabios de políticas fracasadas en este periodo. La pésima gestión educativa o la nula gestión en seguridad, son solo ejemplos de una gestión que se caracterizó por la abulia. Tal vez el único logro hayan sido las políticas sanitarias contra la pandemia, pero que al igual al igual que el gobierno nacional le sirvió para tapar la inoperancia de muchas áreas.

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El 23 está lejano, sería muy ingenuo pensar que estos resultados de hoy ya marcaron el futuro. Quedan dos años complejos y más difíciles que los anteriores.  Esta derrota de hoy  abre una puerta a cambios de gestión y de políticas,  menos palaciegas y más cercanas a la gente.

El  peronismo siempre se caracterizó por su capacidad de resiliencia, o sea resistir el temporal y adaptarse rápidamente a una nueva realidad.

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La experiencia argentina indica que es posible generar ámbitos de participación y acuerdo de todos los sectores en pos de un proyecto común. Ahora estos ámbitos, para su avance y éxito requieren de un liderazgo fuerte y un estado capaz de generar las acciones de gobierno necesarias pero también los premios y castigos hacia aquellos sectores forman parte del programa de acuerdo. Por ende las políticas deben estar orientadas a fortalecer el poder de la presidencia y dotar al estado de las herramientas necesarias.

Por supuesto que este liderazgo debe consolidarse también en la interna. El funcionamiento del FDT, su mecanismo de toma de decisiones, la elección de candidatos y funcionarios,  la lógica de reparto de cargos y el “caranchaje” buscando espacios por las orgas, son las cosas que tanto mal hicieron en este periodo y que deben corregirse para iniciar otro camino.

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Según algunos voceros el gobierno elevara a la cámara diputados una serie de proyectos de leyes trascendente  y convocara a una mesa de diálogo para su discusión y aprobación.

Esta mesa de dialogo, donde serán invitados todos los  sectores, políticos, empresarios, gremiales, iglesias, etc., puede ser una salida para romper la inercia de la derrota y avanzar rápidamente.

Este dialogo permitirá lograr los consensos mínimos para afrontar la situación crítica y a su vez sentar la bases y leyes indispensables para, entre otra cosas,  un buen acuerdo con el FMI, y afianzar el proceso de recuperación económica que se está viviendo. Para ello es necesario también aislar a los grupos económicos y políticos que están jugando con fuego poniendo en riesgo la institucionalidad y promoviendo una crisis económica, similar a la del 2001 o los procesos hiper inflacionarios de fines de los ochenta.

 

 

AM