Desde hace semanas, tras la incursión de un par de piromaníacos en El Bolsón (incendiaron una oficina municipal a punto de inaugurarse y la sede del emblemático Club Andino Piltriquitrón) y en Bariloche (incendio en un predio de Vialidad), los medios periodísticos más importantes (Clarín, La Nación e Infobae) vienen agitando un “conflicto mapuche” –así simplifican- en la Patagonia, más precisamente en lo que se denomina Comarca Andina, que abarca a la región cordillerana de las Provincias de Río Negro y Chubut. Obviamente, no hay que ser demasiado inteligente para ver, detrás de esta operación mediática, la intención desembozada de perjudicar al oficialismo gobernante, de cara a las elecciones de medio término a realizarse el 14 de noviembre próximo. Tras unas PASO en las que el Frente de Todos perdió por unos pocos puntos porcentuales y ante la posibilidad matemática (el político es otro tema) de poder revertir ese resultado (no fue a votar casi el 40% de los habilitados para hacerlo), la construcción opositora del macrismo, los medios hegemónicos ya mencionados, el sector financiero especulativo y una parte del Poder Judicial, trabaja incansablemente para restarle poder al gobierno en la Cámara Baja y sobre todo, en el Senado nacional. De ese modo, aplican “sintonía fina” para operar en provincias como Chubut, que elige tres Senadores Nacionales, fundamentales para el manejo del quórum en el recinto. Nada nuevo, nada que deba asombrarnos. Esa misma construcción opositora, destruyó la imagen de un candidato a Diputado Nacional por la provincia de Buenos Aires –el Doctor Daniel Gollán-, adjudicándole una frase (“platita para la campaña) que ni siquiera había pronunciado. Así funcionan.
Pero volvamos al tema que nos ocupa, que es la “opereta” del conflicto patagónico. El último sitio siniestrado, el Club Andino Piltriquitrón, está ubicado frente a la oficina de la empresa Vía Bariloche, que hace las veces de terminal de ómnibus de la ciudad de El Bolsón. A sólo 100 metros de una sucursal de la cadena La Anónima, a otro tanto de la céntrica Plaza Pagano (dónde funciona la famosísima Feria de Artesanos) y a unos 300 metros de la Municipalidad de El Bolsón. Es decir, estamos hablando de una zona céntrica, comercial, llena de cámaras de seguridad, en una ciudad en la que, por su tamaño, se conocen casi todos. Si el análisis de las herramientas tecnológicas (cámaras), no arroja pistas para la investigación de este hecho, estamos ante una clara muestra de ineptitud de parte de la Policía provincial y de las autoridades de Seguridad de la ciudad. En ese contexto, es sospechoso que un ilícito de esta naturaleza, no se resuelva en cuestión de horas (o de días, como mucho). Lo mismo puede aplicarse respecto del incendio de una oficina municipal a punto de inaugurarse.
El caso del ataque al campamento de Vialidad en Bariloche (el primero de esta seguidilla, con la que los medios pretenden instalar la idea del “conflicto mapuche”), tiene otro condimento: allí aparece la tan famosa como fantasmal e inasible organización RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), de la que muchos hablan, pero de la que nadie conoce ningún integrante. Si uno lee lo que se publica en Clarín, La Nación e Infobae respecto de esta organización, no puede menos que indignarse: allí se esbozan las teorías más disparatadas, que mezclan mapuches, kurdos, colombianos y hasta las ya desaparecidas organizaciones ETA (Patria Vasca y Libertad), Montoneros y ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Para quien esto escribe, estamos ante atentados de “falsa bandera”, tras los que se ocultan intereses políticos ya explicitados y hasta económicos. Y ya veremos por qué.
La disputa por el territorio en la Comarca Andina existe y no es nueva. Comenzó en los años 90, cuando el entonces Presidente Menem facilitó a muchos empresarios extranjeros, al acceso a la compra de millones de hectáreas en la Patagonia. El caso mas emblemático es el de la firma Compañía de Tierras Sud Argentino S.A, controlada por la familia de Luciano Benetton. En las 900.000 hectáreas que poseen, 260.000 cabezas de ganado ovino, posibilitan la exportación a Europa de casi 1.500.000 kgs. de lana sin procesar, por año. Por supuesto, después importamos productos terminados, tal como ocurría en épocas de la Colonia. Por suerte, a sus empleados no les pagan con sal. Al menos eso suponemos.
Pero eso no es todo. A la lista de “dueños de la Patagonia”, debemos agregar a Douglas Tompkins (también propietario de buena parte de los Esteros del Iberá), Ted Turner, fundador de la señal de noticias CNN, Ward Lay, dueño de Pepsi Cola y las famosas papas fritas Lays, las empresas italianas Radici y Todini, la firma de origen belga Bruco, propietaria del country barilochense Arelauquén, la austríaca Maya Swaroski y por supuesto, el inefable Josep Lewis, dueño de Hard Rock Café, principal accionista del club inglés Tottenham, con participación en algunas empresas energéticas en Argentina y amiguísimo de Mauricio Macri. Algunos de estos, se han jactado de haber pagado por cada hectárea adquirida, el precio de una hamburguesa.
Tal concentración de tierra en tan pocas manos, obviamente afectó severamente la vida de cientos de comunidades originarias que, de un momento para otro, se encontraron con extensos alambrados, llenos de carteles que rezan: “Prohibido pasar. Propiedad privada”. Y por supuesto, gente armada que custodia esas propiedades. Eso incide directamente en las posibilidades de supervivencia de miles de familias.
Para los pueblos originarios, la tierra no tiene un precio que pueda expresarse en dinero. Tiene un valor cultural que viene de sus ancestros y que hace también, a su subsistencia. El ganado que crían, es para alimentarse y proveerse abrigo. No para vender. Desde tiempos inmemoriales, ejercitan la trashumancia mediante lo que se denomina “veranada”, que es la acción de llevar sus animales hacia las pasturas frescas de la montaña y a los cursos de agua del deshielo o las innumerables vertientes andinas. Hoy, millones de hectáreas alambradas y custodiadas por los nuevos “dueños de la tierra”, hacen imposible esa actividad que, reitero, afecta negativamente sus posibilidades de subsistencia. Tal situación, derivó en lógicas tensiones que, en muchos casos y con la intervención del Estado, se resolvieron pacíficamente. En otros casos, esa reivindicación sobre el uso de la tierra y fundamentalmente, el acceso al agua (recordemos que Lewis se apropió directamente de todo el Lago Escondido), es visibilizado mediante cortes de ruta o manifestaciones que concluyen en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Durante el macrismo, la política a aplicar cada vez que surgió un conflicto de esta naturaleza, fue desmesurada y criminal: las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, son prueba de ello. Para poder ejercer esa represión, necesitaron presentar a las comunidades mapuches como un enemigo a vencer y para ello, utilizaron los mismos métodos que podemos ver en la actualidad. Veamos.
Una de las primeras actividades como Presidente de Mauricio Macri, fue ir a visitar en marzo de 2016, a su amigo el magnate inglés Josep Lewis, en su propiedad de Lago Escondido. Es improbable, pero posible, que hayan conversado sobre el tema de las reivindicaciones de las comunidades mapuches, por su derecho a la tierra. Lo cierto es que casi un año después, el 21 de enero de 2017, aparece en Clarín una nota con el siguiente título: “Facundo Jones Huala, el mapuche violento que le declaró la guerra a la Argentina y Chile”. Así comenzó la operación para demonizar a los mapuches, generando sentido a fin de identificar como peligrosos terroristas a quienes reclamaban por las tierras de las que habían sido desplazados. A partir de ese momento, Macri decide el envío de fuerzas federales a la Patagonia y todo terminó como sabemos: Santiago Maldonado muerto en un operativo de Gendarmería Nacional y Rafael Nahuel, asesinado por efectivos del Grupo Albatros de la Prefectura.
Ahora, desde hace un par de semanas, comenzaron nuevamente a agitar desde los medios el “conflicto mapuche”. A pocos días de las elecciones de medio término, el Gobierno Nacional, presionado por la prensa , la oposición política macrista y los oficialismos de Río Negro y Chubut, envió un contingente de gendarmes a la zona. Esperemos que no se repita la historia y que, por el contrario, esa presencia sirva para esclarecer los incendios intencionales e identificar a sus verdaderos responsables.