EL FUTURO DEL FRENTE DE TODXS.

Pasado el primer año de gobierno, las enormes dificultades generadas por las dos pandemias han puesto a prueba a la coalición, ahora en funciones.

Es importante tener en cuenta que esta construcción política no solo no es nueva, sino que es la modalidad que repite el esquema histórico que tiene al peronismo como eje de un amplio movimiento nacional. Ya en el pre peronismo, esto es, la revolución de 1943, con su programa patriótico que se hacía eco de diferentes hartazgos ciudadanos, y el 17 de octubre que, que daba ingreso en la historia a un nuevo sujeto social, se catalizaban diversas extracciones ideológicas venidas con las masas inmigrantes trabajadoras en los siglos XIX y XX. La justicia social como bandera de una nueva clase trabajadora le daba una vuelta de tuerca al Yrigoyenismo, movimiento popular que se encauzaba tras Perón.

En el bautismo democrático electoral de febrero de 1946, se sumaron esas realidades diversas en un armado político que tuvo en la fórmula presidencial un representante del radicalismo. El radical Hortensio Quijano creó la corriente llamada Junta Renovadora y con su incorporación como vicepresidente y la de otros sectores políticos, se dio comienzo con el esquema de frente amplio que fue sello en vida de Perón y posteriormente hasta hoy se mantiene, una elección tras otra. De donde se puede decir que el peronismo ES un frente aunque no solo electoral, ya que así se ha expresado siempre en las urnas, así ha gobernado y de esa manera presentó resistencia a los embates liberales de diversa intensidad violenta cuando le tocó estar en el llano. Cuando la proscripción le impidió concurrir a elecciones y cuando el voto popular no lo acompañó (1983; 2000; 2015), tampoco estuvo en soledad, sino rodeado de numerosos partidos y agrupaciones políticas de diversos orígenes. Así fue siempre su sesgo ideológico variopinto que iba, visto en esquema europeo clásico, desde izquierdas hasta derechas, ambas más o menos democráticas, más o menos organizadas partidariamente y que en muchas de sus vertientes eran partidarias de la acción directa. Para todo hubo lugar en el amplio espacio nacional popular antiimperialista. Se inscribió en su acta de nacimiento el emblema Braden o Perón que se transformaría luego en Patria o colonia. Para estar de ese lado, no importaba el esquema clásico derecha-izquierda.

Lo mismo se reflejaba en el mundo sindical, del cual se nutrió con numerosos cuadros y organizaciones que aportaron impronta y poder, aportando solidez en su rol de columna vertebral.

Tales policromías se completaban con figuras públicas relevantes de distinta extracción social y cultural que adherían a sus postulados con mayor o menor fervor fluctuante, acompañando e influenciando a las clases medias y realimentando esa adhesión con distinta suerte según el momento histórico. Los años sesenta y setenta fueron congregando clase media universitaria, intelectuales, periodistas, docentes y estudiantes, científicos, deportistas, artistas, sectores militares y empresarios que colmaron emblemáticamente aquel avión de Alitalia del retorno de Perón a la Argentina en el primer regreso, un 17 de noviembre de 1972. Poco tiempo después, en medio de la turbulencia que se vivía, al día siguiente de la fiesta del regreso definitivo -saboteada aquel fatídico 20 de junio de 1973-, Perón convocaba a realizar con más fuerza que nunca la infalible unidad:  «Cada uno será lo que deba ser o no será nada. Así como antes llamamos a nuestros compatriotas en La Hora del Pueblo, el Frente Cívico de Liberación y el Frente Justicialista de Liberación, para que mancomunando nuestros ideales y nuestros esfuerzos pudiéramos pujar por una Argentina mejor,  el Justicialismo, que no ha sido nunca ni sectario ni excluyente, llama hoy a todos los argentinos, sin distinción de banderías, para que todos solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la reconstrucción nacional, sin la cual estaremos todos perdidos.»

Luego los tiempos se acelerarían y la vida no le alcanzaría para completar sus planes. En ese discurso definía los 18 años como una guerra civil embozada. Nunca fue fácil.

 

¿CUÁNTOS PERONISMOS HAY?

 

Desde su inicio, hubo una corriente nacionalista entusiasmada con los sectores militares del GOU, que reunía a nacionalistas generalmente católicos que consiguieron gran adhesión actuando como puente entre las jerarquías católicas y los fieles, que aportaron gran apoyo hasta que operó la ruptura de triste memoria y el advenimiento del golpe de 1955. Esa corriente es un afluente todavía, que se mantiene adherida a sólidos principios como el de soberanía, y la impronta espiritual con su moral cristiana y la oposición al aborto, que ve en el justicialismo la puesta en práctica de las enseñanzas de Jesús, y en lo más estrictamente político la prioridad de lo nacional para resolver lo social, sobre la base de que sin soberanía no habrá ni justicia social ni independencia económica.

Acompañando el Consenso de Washington y el auge del Reagantatcherismo de los Ochenta, tuvo expresión en el menemismo un sector que adhiere a una visión bastante liberal (que también campea en la mayoría de los sectores como idea de la economía, créase o no), una parte del cual se encuentra claramente alineado con los EEUU; al pregonar las ideas de modernización, inserción en el mundo, cuentas ordenadas de la economía, control del déficit fiscal y una economía “de mercado”, produjo eso que muchos describen como un corrimiento a la derecha. Todavía hoy los restos de aquel menemismo como opción ilusoria de despegue económico, ven la intervención en la economía y otros rasgos que hoy se dicen progresistas, pero están en el ADN del peronismo, como peligrosas desviaciones hacia el comunismo. Llegan al punto, muchos, de saltar el cerco y sumarse como pata peronista del Pro, Cambiemos o Juntos por el Cambio, adoptando un discurso conservador.

Otra colectora de la gran autopista peroniana lo constituye un sector dicho social demócrata, especie de republicanos liberales con discurso institucionalista, con la democracia liberal dialoguista, constructora de consensos, como valor supremo.  La constitución sería una especie de talismán cuyo contenido sería una Biblia que contiene todo lo necesario para gobernar. Muchos de ellos coinciden bastante con los alfonsinistas, pero nacen en los ochenta dentro del peronismo bajo la conducción de Antonio Cafiero y consolidan la versión del peronismo como «partido moderno».

También encontramos en el frente, sumado desde los años sesenta luego de la experiencia frondicista, a un sector que comenzó siendo aliado, más ligado a los sectores de la economía empresaria, atraídos por la apuesta industrialista del peronismo, de arraigo mercadointernista, seducidos por la bandera de la independencia económica vinculada al complejo científico y tecnológico aplicada a la industria: el desarrollismo. Numerosas expresiones en el mundo empresario y académico, que adhieren al peronismo lo hacen a partir de sus identificaciones ideológicas que en su momento encarnaron Frondizi y Frigerio.

Producto de los intercambios entre marxismo en sus variantes y el peronismo, aparecerían la izquierda peronista y numerosos agrupamientos que abrevaban en fuentes similares, pero con diferencias con la izquierda tradicional, dando origen a la izquierda nacional, también proveedora de cuadros dirigentes y militantes, e intelectuales de fuste. Parteaguas allí es la llamada cuestión nacional vastamente discutida en los sesenta y setenta, que parte del hecho de la situación semicolonial de países como los latinoamericanos. Circularían categorías nuevas como socialismo nacional, nacionalismo revolucionario, liberación nacional y social.

Finalmente, acontecerá una nueva hegemonía dentro del peronismo que articulará vastos sectores no peronistas: el kirchnerismo, que retoma algo de las corrientes juveniles “setentistas”, un sector llamado progresismo,  que retoma en parte las banderas de la “generación diezmada”, identificándose como “hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”. Son palabras de Néstor Kirchner. Allí se suma una nueva juventud a partir de 2003, que se encuentra con sus antecesores que vienen del alfonsinismo, del partido intransigente, del PC, la democracia cristiana, el socialcristianismo, sectores de izquierda católicos y sindicalismo combativo. Lo que en gran medida en su momento aglutinó Alfonsín, con acento en lo social y derechos humanos.

 

Esos sectores, a grandes rasgos, más otros matices cuyos discursos afloran en los debates que ya llevan 7 décadas pero que se actualizan con las nuevas realidades que afloran en la sociedad, confluyeron en la candidatura de Alberto a instancias de Cristina, en un frente que los representa genuinamente, en tanto la coalición logra expresar esa pluralidad como ocurre cada vez que se gana una elección presidencial, demostrando que es la fórmula de la unidad la que permite el triunfo. Este es el mejor de los casos, el mejor de los mundos posibles, ya que el paraíso es remiso a las construcciones humanas y es más frecuente el infierno. Cuando esa magia no ocurre, el frente desarticulado pierde las elecciones, como en 2015, cuando en ausencia de una construcción aglutinante eficaz, el conjunto queda fragmentado, no coagula una mayoría contundente y pierde, aunque sea por muy poco, por la emigración de votos de todo sector social hacia el candidato contrario. Como ocurriera varias veces, con un sector propio votando a Alfonsín, a De la Rúa y a Macri. Agreguemos acá algo que está faltando, la de los llamados sectores independientes, que acompañan al peronismo sin pertenencia partidaria y que suelen verse a sí mismos como “apolíticos”. Estos, por desilusión con las experiencias antiperonistas, o por ausencia desde allí, de propuestas atractivas, -incluso con la nariz tapada- introducen finalmente en la urna su voto. Muchos dirán que no lo votaron, como ejemplo baste recordar a los sectores agrarios que votaron a Cristina a pesar de la 125. Bolsillo inteligente manda.

En las elecciones de medio término, para renovación de bancas legislativas, el riesgo de dispersión es mayor y ante eso estamos en este 2021. Por eso es bueno recordar, y hacer un saludable ejercicio de memoria electoral. Se va a poner en juego nuevamente la opción de hierro, ya que los dos proyectos que básicamente disputan en la Argentina van a las urnas, lo que obliga a optar, eligiendo tal vez no lo deseable sino lo mejor posible, según el ángulo de mira que cada uno tenga dentro de ese caleidoscopio antes descripto, que hace difícil la conformidad de todos. La disputa del poder del estado, consolidar una mayoría parlamentaria, es un paso importante como posibilidad de inclinar la balanza a favor de los más desprotegidos. En estas lides cobran valor las especulaciones políticas que operan conciencias con la sensatez fría de un cirujano, en donde se encolumnarán intendentes, de pequeñas y grandes ciudades, a veces líderes en distritos que equivalen a varias provincias, y los gobernadores. Se trata de poderes que cuentan dentro del peronismo, que nos resultaría a veces de difícil clasificación ideológica, pero de claro poder con peso electoral.

En el terreno de este complejo tablero se juega en la táctica un capítulo más del destino estratégico. Esa complejidad es la que cruje cuando se cae en reduccionismos. Desde el gobierno, se traduce en el predominio de un sector, un ala, una tendencia. El apotegma o la frase sanadora sería “no tomar la parte por el todo”. Desde la dirigencia y la militancia que acompañan, el error sería fogonear la crítica exacerbada desde un sesgo cerrado que pretenda hacer hegemonía: que sumadas las vertientes hacen un gran río, pero ningún extremo podrá conducir al conjunto. La maestría radicará en mantener los matices contenidos en un proyecto explícito que pueda ser continuidad de las mejores tradiciones sociales y nacionales, y conservar la lucidez humilde del que sabe que separados no se puede. Debemos continuar poniendo el empeño necesario para realizar la consolidación del frente gobernante, que deberá seguir siendo “ni sectario ni excluyente”.

(*) Director del portal Transformar Argentina.

 

Autor/a

Marcelo Cabeza